Estaba en una de las oficinas contando dinero de las ventas. Esa mañana parecía rutinaria para la guayaquileña Xiomara Olmedo. Tenía tres años de haber llegado a Nueva York y un restaurante de McDonalds de la zona de Manhattan se había convertido en su sitio de trabajo.

Dentro del local la jornada parecía que iba a marchar normal. Con el ir y venir de cientos de clientes comprando hamburguesas para servirse o llevar. Pero antes de las 09:00 del 11 de septiembre de 2001 esa habitualidad se rompió. Un cliente entró al local y asustado contó que algo estaba ocurriendo en una de las torres gemelas del World Trade Center.

Olmedo recuerda que los primeros minutos fueron confusos. Con una escalada sucesiva de datos de clientes que entraban: que una torre se estaba incendiando, que una explosión afectaba al rascacielos, que había gente atrapada...

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Las primeras informaciones que comenzaron a aparecer en la televisión indicaban que una explosión se había generado a las 08:46 en la torre norte. Era el primer avión de American Airlines secuestrado que se había estrellado. “Mi jefe entró a la oficina y me dijo que recoja todo, que se iba a cerrar el local, minutos después se fue la luz, quedó oscuro todo”, dice.

Olmedo recuerda que cuando salió a la calle se encontró con gente corriendo, desesperada, llorando, confundida. Sin saber qué rumbo tomar. Esa zona era un caos. Para ese momento la segunda torre, la del sur, ardía. El vuelo 175 de United Airlines la había golpeado a las 09:03. La televisión mostraba gente lanzándose al vacío.

“Se veía una gran columna de humo en los edificios, en el ambiente se sentía ese humo, era pesado”, dice Olmedo, quien esa mañana tuvo que caminar y realizar trasbordos por cuatro horas para poder salir de Manhattan y llegar hasta Brooklyn, donde vivía.

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Ese día, 19 terroristas secuestraron cuatro aviones con pasajeros y los usaron como misiles contra objetivos en Nueva York, Washington y en las afueras de Shanksville, en Pensilvania. En total, 2.977 personas murieron, entre ellos, 15 ecuatorianos que trabajaban en las torres.

Veinte años después, Olmedo sigue trasladándose a diario a Manhattan para laborar en otra empresa. En Nueva York afincó su vida y tuvo cuatro hijos con un americano. Dice que tras las primeras semanas de los atentados tuvo miedo, pero con el paso de los meses se fue acoplando al ritmo, a la vida agitada de Manhattan.

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Limpiadores latinos del 11 de septiembre, víctimas de su trabajo y del olvido de las autoridades

La sensación apocalíptica de ese día de terror es difícil de olvidar para los ecuatorianos que palparon de cerca ese hecho, pero Nueva York sigue siendo esa ciudad de oportunidades, que ha acogido a varias generaciones en diferentes olas migratorias.

The Ecuadorian Civic Committee Of New York, que organiza anualmente el desfile por el 10 de agosto en Nueva York, calcula que solo en el distrito de Queens viven unos 600.000 ecuatorianos. Contando los compatriotas que residen en el área triestatal, se estima que la comunidad supera el millón. Por ello se dice que es la segunda comunidad mayoritaria después de la mexicana.

Cada año, los ecuatorianos en Nueva York realizan un desfile por el 10 de agosto. Tomado de The Ecuadorian Civic Committee Of New York.

Las industrias que acogen la mayor parte de la mano de obra ecuatoriana son la construcción y los restaurantes.

Oswaldo Guzmán, presidente de The Ecuadorian Civic Committee of New York, sostiene que los ecuatorianos escogen esta ciudad para asentarse porque es cosmopolita y muchos la ven como “el sitio ideal para buscar trabajo y subsistir”.

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Él cree que aunque los atentados del 11-S quedaron marcados en la mente y trajo un antes y después en la inmigración, el flujo de la migración, aunque en menor escala, ha subsistido.

Durante las últimas dos décadas parte de ese flujo se ha nutrido de familias que han tenido la oportunidad de reunificarse. Enrique Banchón, quien vivió hasta su adolescencia en Guayaquil, viajó en el 2009 para reencontrarse con sus padres.

“El avión chocó contra la torre y nuestras vidas cambiaron para siempre”: 20 años de los atentados del 11-S en EE.UU. que desataron la guerra de Afganistán

“Al principio fue complicado (adaptarme). A pesar de saber el idioma, la forma de vivir y de actuar de los neoyorquinos es distinta. Acá todo se mueve mucho más rápido”, sostiene Banchón.

Labora en el sector de seguros y vive en Queens con su esposa y sus hijos. Cuenta que una de las maneras de mantener un nexo con sus raíces es comprando productos ecuatorianos para cocinar platillos nacionales.

Otros ecuatorianos que viven Nueva York y Nueva Jersey, ciudad vecina que aglutina a compatriotas, comentan que cada año suelen viajar comediantes y cantantes ecuatorianos para presentarse en teatros. Eso suele ser una oportunidad para motivar encuentros entre ecuatorianos. La barriada de Corona es popular por concentrar un buen número de ecuatorianos y unos aprovechan para reunirse en grupos por la zona.

Guzmán indica que a través del comité cívico, a más del desfile anual que organizan, realizan constantemente talleres y clases para la comunidad, como cursos de inglés, computación, corte y confección. (I)

Una de las ciudades que prefieren visitar los ecuatorianos

Vista del Monumento Nacional al 11-S en el World Trade Center en Nueva York (EE. UU.). Este es uno de los sitios que visitan los turistas. Foto: EFE

Nueva York es esa ciudad a la que se vuelve más de una vez. A cuatro horas de Ecuador, esa ciudad de la costa este de Estados Unidos es una de las favoritas de los ecuatorianos para realizar turismo.

El año pasado, pese a ser un periodo marcado por la pandemia, fue uno de los destinos demandados. La ruta Nueva York-Guayaquil-Nueva York creció al 6,71 %, después de la ruta Miami-Guayaquil-Miami, que creció al 8,59 %, según informes de la Dirección de Aviación Civil.

A Estados Unidos viajaron desde Ecuador 220.170 personas y entraron 226.258 durante el 2020.

Desde Guayaquil, JetBlue y Eastern ofrecen vuelos directos a esa ciudad. La primera incluso pasó a tener dos vuelos diarios este año. Y Avianca Ecuador ha anunciado que desde este 1 de diciembre competirá en esa ruta con seis vuelos.

David Alemán, director de Avianca para Centroamérica y Sudamérica, dice que volar de manera directa a Estados Unidos es algo que los clientes ecuatorianos les venían pidiendo desde hace algún tiempo.

En el aeropuerto señalan que los vuelos a ese destino tienen una buena ocupación. Xavier Lituma, que viajó hace pocas semanas a Nueva York, sostiene que tanto su vuelo de ida como de regreso en JetBlue estuvo lleno. “Incluso las maletas de mano me pidieron que vayan a la bodega porque estaba llena (la cabina)”, dice.

Durante los últimos años ha viajado por tres ocasiones a ese destino, y en cada desplazamiento ha distribuido los días para conocer nuevos lugares de esta ciudad de más de ocho millones de habitantes. (I)