Genoveba Moya llora. Se lleva las manos a la boca, al pecho, las une. Así le brota la ansiedad, la angustia. Tiene dos semanas sin saber de su hija adolescente.
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Gisela Ávila Moya, de 17 años, fue a la escuela y no volvió. Dicen que un hombre entraba a la cafetería a conversar con ella
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Genoveba Moya llora. Se lleva las manos a la boca, al pecho, las une. Así le brota la ansiedad, la angustia. Tiene dos semanas sin saber de su hija adolescente.
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Una teóloga opina: El obispo está diciendo "les doy a todos permiso de no asistir a la santa misa porque quiero cuidar de ustedes".
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