En los últimos años, Starlink, el servicio de internet satelital impulsado por SpaceX, ha logrado una notable expansión global al ofrecer conexión en regiones remotas. Sin embargo, en Sudamérica, tres países continúan excluidos de esta red: Bolivia, Venezuela y Surinam.
Starlink opera mediante una constelación de más de 3.000 satélites que orbitan la Tierra y transmiten señal directa a antenas receptoras.
Con planes mensuales que van desde los 35 hasta los 45 dólares, ha ganado adeptos en zonas aisladas del Amazonas y la Patagonia, donde la conectividad antes era casi imposible.
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Sin embargo, en varios países, la creciente influencia de Elon Musk ha encendido alarmas sobre el papel que puede jugar en la soberanía digital de los Estados.
Bolivia rechazó a Starlink
El gobierno boliviano rechazó otorgar la licencia operativa a Starlink, argumentando preocupaciones sobre el control monopólico y la falta de regulación sobre los servicios digitales ofrecidos por la empresa.
Autoridades locales han optado por seguir utilizando un satélite de origen chino.
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En el caso de Venezuela, la ausencia de Starlink responde a un escenario distinto, más vinculado a trabas regulatorias y a la falta de acuerdos con el gobierno.
Aunque existe demanda de servicios de conectividad satelital, especialmente en zonas rurales, no se han concretado las autorizaciones necesarias para su despliegue.
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Por su parte Surinam, según el mapa de disponibilidad disponible en la pagina web de Starlink, contará con el servicio a partir del 2026.
Mientras tanto, el resto del continente continúa sumándose a la red de Starlink, que prevé expandir su cobertura con el lanzamiento de hasta 12.000 satélites adicionales en los próximos años.
En países como Colombia, Chile, Argentina, Perú y Ecuador el servicio ya está disponible. (I)