Los Estados Unidos definen hoy quién será su presidente por los próximos cuatro años. Las opciones principales están empatadas: Donald Trump, expresidente y candidato por el Partido Republicano, y Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata por el Partido Demócrata. Todo se definirá, según expertos y encuestas, en 7 de los 50 estados del país.

La polarización que vive EE. UU. se representa en ambos bandos, Harris es progresista y Trump se aúpa más en los conservadores. Dos visiones opuestas que han desatado todo tipo de discusiones en la campaña sobre economía, libertades y el papel del Estado en la sociedad, a lo que se han sumado racismo, xenofobia y mucha desinformación.

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Ambas candidaturas han desplegado por todo el país su ‘arsenal’ de propuestas y ataques a su contrincante. Pero no ha bastado para esclarecer los pronósticos sobre los llamados “estados bisagra” (que reparten 93 votos electorales y se necesitan 270 para ganar la Presidencia): Nevada (6 votos), Arizona (11), Wisconsin (10), Michigan (15), Carolina del Norte (16), Georgia (16) y Pensilvania (19). Justo en este último, por ser el que más votos da, es donde se han concentrado en los últimos días, recoge Telemundo Noticias.

Las encuestas dan empate técnico, con leve ventaja de Trump en cuatro de esos estados, mientras que Harris busca mantener el llamado “muro azul” (Wisconsin, Michigan y Pensilvania), color con que se asocia a su partido, gracias al voto afroamericano urbano y a la clase trabajadora blanca.

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Ambos parecen esperanzados por la gran participación, con más de 78 millones de votos emitidos ya por anticipado, recoge AFP. Trump promete una “victoria abrumadora” y su rival cree que el “ímpetu” la beneficia a ella.

El expresidente ha intensificado su retórica violenta en busca de un segundo mandato (el primero fue de 2017 a 2021), que lo convertiría en el primer presidente convicto y, a sus 78 años, en el mandatario de mayor edad. Esto, en una carrera llena de sobresaltos, incluidos dos intentos de asesinato contra Trump y el abandono del presidente Joe Biden, quien buscaba la reelección, pero tras un mal desempeño Harris hizo una entrada en escena tardía.

La exsenadora espera que la defensa del derecho al aborto y promesas de gran inversión pública le abran las puertas de la Casa Blanca. Mientras, Trump confía en su plan de desregulación interna, proteccionismo para recuperar trabajos, además de su retórica antimigrantes, a los que acusa de “envenenar la sangre del país”, y la inflación, con una campaña que no ha escatimado golpes, incluso contra sus rivales, a los que tacha de “enemigo interno”. El pasado domingo llegó a decir a sus seguidores que no le importa si los periodistas son blanco de disparos y entró en los pormenores espeluznantes de crímenes cometidos por inmigrantes. “¡Kamala, estás despedida, lárgate!”, repite en sus mítines a sus seguidores.

Adicionalmente, el republicano agitó el fantasma del fraude electoral una vez más, lo que hace temer que no reconozca el resultado si pierde, como hizo en 2020 al ser derrotado por Biden.

Ambos candidatos cuentan con apoyos excepcionales. Trump con el hombre más rico del mundo, Elon Musk. Y Harris con el expresidente Barack Obama y su esposa, Michelle. Biden se aisló un poco tras referirse a los partidarios de Trump como “basura”.

El mundo sigue con nerviosismo las elecciones en la superpotencia mundial, en particular por sus repercusiones en Oriente Medio y la guerra en Ucrania, pero también por los efectos comerciales de las promesas proteccionistas en China o México.

Voto latino

Harris es la favorita de los votantes latinos en los siete estados bisagra, según un estudio de la Universidad Internacional de Florida (FIU), recogido por EFE. La vicepresidenta suma el 54,7 % de intención de voto entre los latinos registrados en esos siete estados, mientras que a nivel nacional aglutina el 56,9 %. Por su parte, Trump registra el 27,7 % de intención en esos siete estados, y a nivel nacional acumula 33,4 %.

Con la excepción de los latinos de Florida, donde el expresidente goza de más apoyo en gran medida por los votantes cubanoestadounidenses de ese estado, los resultados que Trump registra a nivel nacional en esta población reflejan “divisiones regionales” y un “desafío para que su campaña resuene en este electorado crítico”, dijo la FIU.

“Es un juego de márgenes”, señaló Eduardo Gamarra, director del Foro de Opinión Pública Latina, que forma parte del Instituto Gordon de la FIU, y quien recordó que “cada uno de los estados en disputa tiene un electorado latino significativo, y en contiendas reñidas, cada voto cuenta. Si ganas por solo un voto, tomas a todo el electorado”.

Hay además entre los posibles votantes latinos un creciente sector que se declara independiente, que en el caso de los siete estados clave suponen el 25,8 %, cifra que “refleja un alejamiento de la lealtad partidista” en pos del voto, basado en temas concretos o en candidatos cuyos valores están en línea con las prioridades de los sufragantes. Para el 45 % de los votantes latinos, la economía es la principal cuestión, seguido del 11,1 % que cita los derechos reproductivos, el

8,8 % que señala a la inmigración y el 5,8 % que se inclina por la atención sanitaria, de acuerdo con el estudio.

Los insultos contra Puerto Rico en un reciente mitin también han afectado a Trump.

Un conteo diferente a otros países

El sistema electoral estadounidense se basa en un cuerpo de 538 compromisarios que se eligen en los estados en función de su población, conocido como Colegio Electoral. El candidato ganador en cada estado (con dos excepciones), aunque sea por un solo voto, se lleva todos sus compromisarios en su objetivo de llegar al número mágico que le conduzca a la Casa Blanca: 270.

La mayoría de los estados están decididos antes de los comicios, ya sea por sondeos o por su histórico electoral. Pero la suma de estos por ambos lados no llega a los 270. Es ahí donde entran los estados clave o ‘bisagra’, que fluctúan en cada elección.

Si ninguno de los candidatos obtiene la mayoría de votos del colegio electoral (empate a 269), según la Constitución, sería el Congreso el encargado de designar al 47.º presidente de EE. UU. La recién elegida Cámara de Representantes elegiría al presidente y el Senado, al vicepresidente. (I)