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República Dominicana apuesta por un muro fronterizo con Haití, al estilo Trump, para controlar la inmigración ilegal

La construcción de una verja en la frontera de 380 km comenzará en el segundo semestre de 2021 y tendrá un costo de $ 224 millones.

Actualmente la frontera entre República Dominicana y Haití cuenta con cuatro pasos formales, vigilados por las Fuerzas Armadas, pero también con zonas vulnerables a la migración ilegal y al contrabando. Foto: MINISTERIO DE DEFENSA

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“En un plazo de dos años queremos poner fin a los graves problemas de inmigración ilegal, narcotráfico y tránsito de vehículos robados que padecemos desde hace años”, dijo el presidente dominicano, Luis Abinader, al anunciar que su país construirá un muro en la frontera con Haití para frenar todas esas problemáticas.

El muro, que trae recuerdos de la promesa inconclusa de Donald Trump en EE. UU., es un controvertido proyecto cuya eficacia genera dudas si no se acompaña con planes de desarrollo, advierten expertos.

Sin embargo, Abinader ya puso una fecha para su polémico proyecto y dijo que en el segundo semestre del 2021 comenzará la construcción de una verja en la frontera de 380 km.

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El mandatario ha dicho que su propuesta incluye “una doble verja perimetral en los tramos más conflictivos y una simple en el resto, además de sensores de movimiento, cámaras de reconocimiento facial, radares y sistemas de rayos infrarrojos”.

El plan completo de seguridad fronteriza, que será ejecutado por el Ministerio de Defensa, requiere de un monto máximo de $ 224 millones, más una garantía extendida por un monto tope de $ 15,7 millones, según publicaciones de diferentes diarios del país.

El canciller dominicano, Roberto Álvarez, ya dio a conocer que la empresa israelí Rafael Advanced Defense Systems está diseñando un proyecto piloto para lo que calificó de un “perímetro tecnológico” en la frontera.

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La frontera entre los países actualmente cuenta con cuatro pasos formales, vigilados por las Fuerzas Armadas, pero también con zonas vulnerables a la migración ilegal y al contrabando.

La relación entre ambos países, que comparten la isla La Española, es históricamente difícil y cada nuevo gobierno dominicano fija como prioridad el sensible tema migratorio.

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En República Dominicana, con 10,5 millones de habitantes, viven cerca de 500.000 haitianos, según la última Encuesta Nacional de Inmigrantes.

La propuesta de un muro fronterizo llega después de planes de regularización de indocumentados, que son acompañados a su vez de deportaciones masivas.

Abinader y su homólogo haitiano, Jovenel Moise, firmaron el 14 de enero un acuerdo que incluye un compromiso para tomar medidas contra “el flujo migratorio irregular” y “reforzar la seguridad y la vigilancia fronteriza”, refiere AFP.

El pacto contempla también apoyar la cedulación de haitianos, la venta de energía y la instalación, con colaboración internacional y en coordinación con Haití la construcción de hospitales de maternidad en el lado haitiano de la frontera para evitar la saturación de los servicios de salud dominicanos, refiere el medio local El Caribe.

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William Charpentier, coordinador de la independiente Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados, considera que cada vez que se asoma en el mundo la idea de construir un muro fronterizo se despierta el “resentimiento, xenofobia y racismo”.

No obstante, un sector de la sociedad dominicana se expresa en desacuerdo con la migración haitiana.

“Yo digo que eso (el muro) está bien”, dice Lucía, una mujer que pidió reservar su apellido, en las calles de Santo Domingo. “No hubiera tantos problemas”, coincide a su vez Antonio Mejía.

Charpentier denuncia deportaciones masivas de indocumentados e impedimentos a migrantes legales para renovar documentos o alquilar una vivienda. “Es una persecución permanente”, dice.

Pero a diferencia de las grandes ciudades, la dinámica en la frontera es diferente, con un intercambio comercial muy vivo y personas que cruzan de ambos lados para trabajar y regresan al final del día a sus hogares.

“Son gastos innecesarios”, insiste Charpentier sobre el muro y dice que hay que incrementar proyectos que beneficien por igual a ambas poblaciones en la zona limítrofe.

Sin embargo, aunque el costo que va a tener el proyecto ha sido cuestionado por algunos sectores, el dirigente del partido Fuerza Nacional Progresista, Pelegrín Castillo, expresó su respaldo a la construcción y alegó que el costo del muro es insignificante en comparación con la solución que daría.

El político aseguró en su cuenta de Twitter que en el país ya se han realizado obras más costosas como el Metro de Santo Domingo y la termoeléctrica Punta Catalina.

En tanto, para Juan Del Rosario, profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), el “muro no tiene razón de ser”, porque “mientras en Haití persistan la extrema pobreza y la inestabilidad política va a haber presión migratoria”.

“Puedes construir un muro de 100 metros de alto y la gente va a buscar cómo pasar”, dice el investigador, que citó el caso de EE. UU. y México, donde quedó inconcluso un muro fronterizo y que pese a que contaba “con más recursos y más tecnología”, fue imposible, agrega Del Rosario.

“Contrario a lo que puede pensarse, en el lado haitiano está el dinero y en el lado dominicano está el producto”, subraya Del Rosario.

Además, Josué Gastelbondo, jefe de la misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Santo Domingo, destaca que sectores como la agricultura y la construcción requieren mano de obra extranjera.

“Medidas como esta de incrementar el control fronterizo, lo ideal es que se complementen con medidas que promuevan la migración regular y ordenada”, apunta. (I)

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