Lo vivido por el piloto Tim Lancaster hasta el día de hoy, se pensaba que podía verse en las salas de cine. Pero no, ocurrió en pleno vuelo cuando el avión estaba a más de 17 mil pies y ante los ojos de una desesperada tripulación de la aerolínea British Airways.

La aeronave había despegado de Birmingham (Inglaterra) con destino a Málaga, España. Cuando volaba sobre Oxfordshire, dos de las seis ventanas de la cabina estallaron, recuerda The Sun. Lo que vendría resultó totalmente escalofriante. Apenas habían transcurrido 13 minutos en el aire. Era el 20 de junio de 1990.

El capitán Tim Lancaster fue arrancado de su asiento y succionado por la ventana del BAC-111 a 17 mil 300 pies.

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La repentina descompresión, añade el medio, también voló la puerta de la cabina de sus bisagras, casi derribando al asistente de vuelo Nigel Ogden.

“Dios mío, una bomba”… ¿qué pasó con el capitán?

Recordó que sintió una enorme explosión. “La puerta salió volando de mis manos”, narró para Sydney Morning Herald, señala The Sun.

Por el ruido creyó que había detonado un explosivo.

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Pensé: ‘Dios mío, es una bomba’. Me di la vuelta y vi que el parabrisas delantero había desaparecido y Tim, el piloto, salía por él; lo habían succionado del cinturón de seguridad y todo lo que podía ver eran sus piernas.

Nigel Ogden, asistente de vuelo

Ogden pudo, en medio de la emergencia, pensar rápido y atinó en agarrar por las piernas al piloto cuando desaparecía por la ventana.

“Salté por encima de la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo.

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“Le habían quitado la camisa y su cuerpo estaba doblado hacia arriba, doblado alrededor de la parte superior del avión”, describió.

Lo que pasaba era aterrador y aún así buscaba calmarse para ayudar al capitán.

“Sus piernas estaban atascadas hacia adelante”. Lancaster se estaba deslizando gradualmente por la ventana mientras Nigel se aferraba al piloto, pero comenzó a congelarse y su agarre perdía fuerza.

Sintió alivio cuando un segundo miembro de la tripulación de cabina, llamado John Heward, entró a la cabina y agarró al piloto por el cinturón.

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Nigel agregó: “Todavía estaba sosteniendo a Tim, pero mis brazos se estaban debilitando y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas”.

Su rostro golpeaba contra la ventana y le salía sangre por la nariz y el costado de la cabeza, sus brazos se agitaban y parecían medir unos seis pies de largo

Nigel Ogden, asistente de vuelo

“Lo más aterrador, sus ojos estaban muy abiertos. Nunca olvidaré esa vista mientras viva”, dijo Nigel.

El control y aterrizaje del avión

Para evitar la caída de la aeronave, el copiloto Alistair Atchison tomó el mando y pidió a sus compañeros “no soltar al capitán, ya que no solo moriría sino que su cuerpo podría dañar gravemente el avión”.

Toda la tripulación se abocó a ayudar a Tim. Un segundo asistente de vuelo, Simon, se ató a la silla del tercer piloto y ayudó a sujetar la cadena de hombres.

Nigel le dijo al Sunday Times: “Todo lo que puedo recordar es mirar a Alastair Atchison, el copiloto, luchando por controlar el avión y gritando ‘¡Mayday! ¡Mayday!’ en la radio.

“Dios sabe cómo, pero mientras todo esto sucedía, Alastair logró controlar el avión”.

Llegó el momento de lograr el aterrizaje de emergencia. Aún el capitán colgaba de la ventana.

Nigel atento a todo, no olvidó a los pasajeros. Sabía que oyeron la explosión que lo aturdió. “Mi pobre colega Sue Prince había estado cuidando el avión por su cuenta, bendita sea”.

Sobre Alastair estaba la vida de todos. Nada fácil. “La presión sobre Alastair debe haber sido tremenda, pero controló y aterrizó ese avión perfectamente”, contó Nigel.

El avión tocó pista, finalmente, en el aeropuerto de Southampton , donde fueron recibidos por bomberos.

Y dónde está el piloto

De manera sorprendente, el piloto Tim Lascaster sobrevivió. Solo sufrió congelación y varias fracturas y contusiones, describe The Sun.

Nigel también fue llevado al hospital, de donde salió con cabestrillo en un brazo. Milagrosamente, también, los 81 pasajeros salieron ilesos.

La emergencia fue analizada por expertos y la investigación arrojó que “un instalador había utilizado los pernos equivocados para asegurar el parabrisas 27 horas antes del vuelo”.

El informe dijo que el proceso se “caracterizó por una serie de malas prácticas de trabajo, malos juicios y errores de percepción”.

La aterradora vivencia fue llevada a un documental llamado Air Crash Investigation - Blow Out, transmitido en National Geographic Channel en el 2005.

Pese al inmenso susto, la tripulación volvió a volar a la vuelta de unos meses. La prensa recogió que la casa real británica elogió a Nigel por su valioso servicio en el aire. Este audaz hombre continuó trabajando con British Airways hasta que se fue para el Ejército de Salvación.

El capitán Lancaster “volvió a volar cinco meses después y estuvo en British Airways hasta 2003, antes de trabajar cinco años para easyJet.

Una historia increíble de supervivencia y desafíos a más de 17 mil pies de altura. Para la aerolínea y quizás para la historia aeronáutica de Reino Unido los llamados de auxilio nunca se habían escuchado tan reales… “¡Mayday! ¡Mayday!”. (I)

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