La Organización Mundial de la Salud (OMS) negó este martes que exista un vínculo comprobado entre el paracetamol y las vacunas con el autismo, refutando comentarios del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente estadounidense desaconsejó el lunes a las mujeres embarazadas tomar paracetamol, al que vinculó con un alto riesgo de autismo en los niños pese a las dudas de los científicos. También desacreditó a las vacunas.

“Algunos estudios de observación han sugerido una posible asociación entre la exposición prenatal al paracetamol y el autismo, pero las pruebas siguen siendo inconsistentes”, declaró el portavoz de la OMS, Tarik Jasarevic, al ser preguntado en rueda de prensa sobre las declaraciones del magnate republicano.

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“Varios estudios no han establecido ninguna relación de este tipo”, afirmó, y pidió “prudencia antes de concluir que existe una relación causal” entre el paracetamol y el autismo.

El paracetamol o acetaminofén se recomienda a las embarazadas para aliviar el dolor o la fiebre. Otros medicamentos, como la aspirina o el ibuprofeno, están contraindicados, especialmente al final del embarazo.

En su declaración del lunes, Trump también se refirió extensamente a las vacunas, llamando a modificar el calendario de vacunación infantil y asegurando que las personas que no se vacunaban ni tomaban medicamentos no padecían autismo.

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El portavoz de la OMS refutó las declaraciones de Trump, afirmando: “Las vacunas salvan vidas, lo sabemos. Las vacunas no causan autismo”.

El portavoz de la OMS explicó que “cuando los calendarios de vacunación se retrasan, se alteran o se modifican sin verificar los datos probatorios, el riesgo de infección aumenta considerablemente, no solo para los niños, sino también para toda la comunidad”.

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El autismo, un trastorno, complejo y de amplio espectro, se ha estudiado durante décadas, pero la administración Trump prometió a principios de este año revelar en tiempo récord las causas de lo que denomina una “epidemia de autismo”.

Si bien los casos de autismo han aumentado en las últimas décadas en Estados Unidos, muchos científicos rechazan la existencia de una epidemia, y destacan por el contrario las mejoras en el diagnóstico.

Y en cuanto a sus orígenes, los científicos han demostrado que la genética juega un papel importante. También se han señalado ciertos factores ambientales, como la neuroinflamación o el uso de ciertos medicamentos como el antiepiléptico Depakine durante el embarazo.

“Cerca de 62 millones de personas viven con un trastorno del espectro autista en todo el mundo, y está claro que, como comunidad internacional, debemos redoblar nuestros esfuerzos para comprender (sus) causas”, indicó el portavoz de la OMS. (I)

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