El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, pidió este lunes 17 de noviembre a su ministro de Cultura, Ernesto Villegas, y al de Interior, Diosdado Cabello, “hacer las gestiones” necesarias para llevar a la nación caribeña los restos del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, que reposan desde hace más de un siglo en la Catedral Primada de Quito.
Maduro expresó su deseo de que los restos sean trasladados a Cumaná, la ciudad venezolana donde nació el prócer.
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“Ojalá algún día pudiéramos rescatarlos y traerlos a Venezuela”, afirmó Maduro durante un acto público. Sus declaraciones reabren un debate histórico que ha surgido en varias ocasiones entre Venezuela y Ecuador respecto al destino del héroe independentista.
Reposo en Quito
Los restos de Sucre se encuentran en un mausoleo de la Catedral de Quito desde el 4 de junio de 1900, cuando fueron sepultados oficialmente tras décadas de incertidumbre sobre su paradero. El mausoleo, construido con roca volcánica extraída del Pichincha, está custodiado por el Batallón Libertario, que simboliza a los soldados de la gesta independentista.
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Desde 1933, el resguardo del mausoleo ha adquirido carácter ceremonial, convirtiéndose en uno de los sitios históricos más relevantes del país. La figura de Sucre, además, tiene un lugar destacado en la memoria ecuatoriana por su rol en la independencia y por su estrecho vínculo con Quito, donde formó una familia junto a Mariana Carcelén.
Traslados y secretos
La muerte de Sucre —ocurrida el 4 de junio de 1830, cuando fue asesinado en el bosque de Berruecos, en el sur de Colombia— desencadenó una serie de traslados clandestinos. Su viuda, Mariana Carcelén, VII Marquesa de Solanda, decidió ocultar los restos para evitar conflictos políticos y preservar el cuerpo de su esposo, lo que llevó a que su ubicación real se mantuviera en secreto durante décadas.
Primero fueron enterrados en la Hacienda El Deán, luego trasladados al convento del Carmen Bajo y más tarde ocultados por completo, mientras circulaba el rumor falso de que descansaban en la iglesia de San Francisco. No fue sino hasta 1900, tras revelaciones de una dama quiteña que conocía el secreto familiar, que el gobierno de Eloy Alfaro localizó los restos y les dio sepultura oficial en la Catedral.
Reclamos venezolanos a lo largo del tiempo
Esta no es la primera vez que Venezuela solicita formalmente los restos del prócer. En 1876, el presidente Antonio Guzmán Blanco envió una comisión a Quito para repatriarlos, pero la misión fracasó al no encontrarse el enterramiento verdadero.
Más de un siglo después, en 2019, Nicolás Maduro volvió a referirse al tema, afirmando: “Si el presidente de Ecuador (Lenin Moreno) odia tanto a los venezolanos, que nos devuelva los restos de Antonio José de Sucre”, en referencia al clima político de ese momento.
La solicitud actual se suma a estos antecedentes, aunque la situación podría ser más compleja debido a que Sucre manifestó explícitamente su deseo de descansar en suelo ecuatoriano. En una carta fechada el 12 de diciembre de 1825 y dirigida al general Trinidad Morán, escribió: “Pienso que mis huesos se entierren en el Ecuador, o que se tiren dentro del volcán Pichincha”.
Un héroe compartido por dos países
Antonio José de Sucre es una de las figuras más admiradas de la independencia latinoamericana. Fue vencedor en batallas decisivas, como Pichincha, Ayacucho y Tarqui, y desempeñó un papel fundamental en la consolidación de la Gran Colombia.
Su vida está ligada tanto a Venezuela como al Ecuador, donde formó una familia y donde expresó su voluntad de permanecer tras su muerte.
La nueva solicitud del gobierno venezolano abre la puerta a un eventual debate diplomático y cultural entre ambos países, en torno a la memoria histórica y el legado del Mariscal de Ayacucho, cuyos restos han reposado en Quito durante los últimos 225 años. (I)