La española María Galán trabajó con su madre, Montse Martínez, voluntaria en una ONG. En Uganda, África, ambas impidieron el cierre de un orfanato. A los niños que crecen allí los llama “hijos” y, hasta diciembre de 2023, tenía 32.

María llegó al continente africano sin saber cuán atrapada quedaría en la labor social. Se angustiaba por las necesidades de tantos infantes. Al involucrarse en la misión descubrió que “no quería estar en otro lugar más que aquí”, publicó TV Azteca.

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Tiene 26 años y, de acuerdo con El Español, dirige junto a su madre y una voluntaria la ONG Babies Uganda.

María Galán se refiere a los “peques” como sus hijos; ellos la llaman “Amagalan”.

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María Galán gestiona un orfanato y escuelas en Uganda

Trabajo por delante tienen María y su madre. Tanto como el amor para los niños; una misión grande y de tanta responsabilidad.

En El Español publicaron que en ese país africano la joven dirige Babies Uganda, “una ONG que gestiona dos orfanatos (Babies Home y Kikaya School), dos colegios (uno de ellos para niños ciegos, Cevic School), una clínica (Centro Médico Chloe), un gimnasio al aire libre (SoulGym)”.

Pero las tareas no terminan allí. Señalan que en este febrero prevén inaugurar Kikaya Senior School. De igual manera, “mantienen una campaña de alimentación de 200 niños en la isla de Zinga”.

“No quería ni podía separarme de los ‘peques”: María Galán

Todo comenzó hacia el 2012 cuando su madre viajó a Uganda y conoció la Babies Home, “un orfanato con más de 30 niños que iba a cerrar por falta de fondos. Y ya el primer mes, solo con amigos y familiares más cercanos consiguen recaudar lo suficiente para que no cierre”, la citan en El Español.

En vacaciones, cuando María tenía 18 años, fue a Uganda. Montse Martínez captó que la experiencia le iba a gustar a su hija.

Al declararse la epidemia del covid-19 ella estaba con su novio en ese país haciendo unas prácticas de la universidad.

La idea era estar 90 días, pero por la pandemia se quedó seis meses.

Ese tiempo la llevó a reflexionar. No quería volver a Madrid, mientras había tantas necesidades. Además, “ya no quería ni podía separarme de los peques”.

Me sé los nombres de todos los niños

En esta maternidad ampliada que asumió la ayuda su pareja, “que viene la mitad del año y me ayuda mucho”.

María Galán vive en Kikaya, un pueblo próximo a Kampala, señala el medio español. Para atender a sus 32 “hijos” tiene el apoyo de seis cuidadoras.

A a pregunta: ¿Se sabe los nombres de los 32?

No vaciló en responder: Claro, vivo con ellos casi 365 días al año desde hace ya más de 3 años.

Manifestó a El Español: “Escucho mi nombre unas 1.500 veces al día”. Sobre su día a día dijo: “Es un no parar”.

Dos de los 32 infantes requieren mayor atención. Son Mickel y Vincent, tienen parálisis cerebral y van “a fisio todos los días”.

Los compromisos con la niñez

En Kikaya School, explicó, “damos educación a más de 650 niños de la zona donde más de 200 se quedan a dormir”.

En la Clínica Chloe, “atendemos a más de 1.000 pacientes al mes. Tratamiento y asistencia gratuito. Es una clínica de atención primaria con sala de maternidad, laboratorio, fisioterapia, oftalología y odontología”.

Y destacó a la prensa española que “Cevic School, nuestro cole para niños con discapacidad visual, ya tiene 52 niños y todos duermen en el cole”.

En la escuela secundaria que esperan abrir en este febrero recibirán a otros 300 jovencitos.

María Galán sueña con poder tener un centro para niños especiales. Confiesa que con una niña, con síndrome de Down, tiene una conexión única. Se llama Dudu.

Esta joven española estudió economía y negocios internacionales. Contó que si le tocara elegir de nuevo se iría por educación especial.

Con sus 32 “hijos” está a gusto y haciendo las otras labores sociales aún más. No es fácil, tampoco, imposible. Ha contraído malaria y fiebre tifoidea.

Aseguró Galán que “nunca” se ha arrepentido de su decisión: “Sé que este es mi lugar y aquí respondo a todos los porqués y para qués de mi vida (…) Mi mayor necesidad es asegurarme de que todos y cada uno de los peques estén bien. El resto está en otro plano”.

(I)

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