Tras el asalto al palacio presidencial en Brasil por seguidores del expresidente Jair Bolsonaro este domingo, el actual presidente se pronunció en una carta que también ha sido firmada por los titulares del Congreso y de la Corte Suprema.

En su declaración, los poderes de la República condenaron “los actos terroristas” ocurridos en Brasilia.

“Los poderes de la República, defensores de la democracia y de la Carta Constitucional de 1988, rechazan los actos terroristas, de vandalismo, criminales y golpistas sucedidos la tarde de ayer en Brasilia”, manifiestan en su carta.

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El mundo condena el asalto de seguidores de Jair Bolsonaro y apoya a Lula da Silva

“Estamos unidos para que se tomen medidas institucionales, en los términos de las leyes brasileñas”, continúa la misiva. “Hacemos un llamado a la sociedad a mantener la serenidad, en defensa de la paz y la democracia en nuestra patria”, agrega.

“El país necesita normalidad, respeto y trabajo por el progreso y la justicia social de la nación”, concluye la carta publicada en Twitter.

Luiz Inácio Lula da Silva, quien asumió el cargo de mandatario el 1 de enero del 2023, se posicionó por encima de Bolsonaro en las elecciones presidenciales del año pasado con un apretado margen.

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Sede presidencial vandalizada

Pisos despojados de sus piedras originales, vidrios rotos, muebles semisumergidos en agua y un persistente olor a gas lacrimógeno. El estado del Palacio de Planalto, sede de la Presidencia en Brasilia asaltada por bolsonaristas, arrancó lágrimas de algunos de los funcionarios que este lunes llegaron a la sede.

“Yo lloré”, dijo una funcionaria al regresar este lunes a trabajar al edificio ultrajado, un día después de la masiva invasión de seguidores del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro a las instalaciones.

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Hasta el momento, hay 300 detenidos por los actos del domingo, que fueron ampliamente condenados por todas las instituciones de Brasil y por la comunidad internacional. Foto: ANDRÉ COELHO

Los equipos de limpieza barrían y empezaban a levantar sillas y otros muebles dejados en el frontis, algunos asomando por encima del espejo de agua del edificio de grandes espacios e ícono de la arquitectura modernista.

Mientras, los empleados gubernamentales intentaban recuperar algo de normalidad luego de la invasión de seguridores del anterior mandatario.

Los manifestantes, que exigían una intervención militar para sacar a Lula del poder, traspasaron las barreras policiales y penetraron el Congreso y las sedes de la Presidencia y la corte suprema, ubicados en la Plaza de los Tres Poderes, destruyendo mucho de lo que se encontraban a su paso.

Expresidentes caídos

Los incidentes del domingo dejaron fachadas marcadas con grafitis y vidrios quebrados; al interior de los edificios públicos, puertas y ventanas fueron dañadas y algunas oficinas fueron vandalizadas.

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En Planalto, los manifestantes arrancaron piedras del piso para usar como munición contra la policía y las ventanas de vidrio en la fachada de esta joya creada por el reputado arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, en una ciudad imaginada por el urbanista Lucio Costa que fue inscrita por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Un trabajador toma medidas hoy en una ventana para el reemplazo de los vidrios destrozados en el Palacio de Planalto, luego de que manifestantes bolsonaristas se tomaran en la víspera la Plaza de los Tres Poderes para invadir los edificios gubernamentales, en Brasilia (Brasil). Foto: ANDRÉ COELHO

Mangueras de incendio, sillas y otros muebles como una gran mesa de madera tallada quedaron tirados a la intemperie, junto con restos de proyectiles y bombas lacrimógenas usadas por las autoridades para despejar la zona invadida.

Un leve olor a gas era perceptible en los alrededores, más de doce horas después de los incidentes.

Pero el ambiente era tranquilo, con un puñado de guardias de seguridad vigilando las puertas, sin rastro de los uniformados antimotines que ocuparon el lugar la noche del domingo.

Bolsonaristas radicales que no reconocen la victoria en las urnas de Lula el pasado 30 de octubre irrumpieron ayer en el Congreso Nacional, así como en la Corte Suprema y en el Palacio de Planalto, la sede del Ejecutivo. Foto: ANDRÉ COELHO

En el interior del lobby, las fotografías de los expresidentes de Brasil yacían sobre el piso rotas y con los marcos quebrados, con la pared de mármol donde suelen estar como testigo mudo de la furia de los manifestantes.

Aún se veían rastros de sangre en oficinas de la planta baja, según un funcionario. (I)