La lava del volcán Cumbre Vieja en la isla española de La Palma (islas Canarias, suroeste) perdió velocidad pero avanzaba sin freno, multiplicando los estragos a su paso ante la impotencia de los vecinos.

La lava “se ha ralentizado pero sigue su camino inexorable”, advirtió en conferencia de prensa Ángel Víctor Torres, presidente regional de las Islas Canarias, aconsejando a los vecinos no intentar nada contra ella y evitar maniobras que les pongan en peligro.

“Ante el avance de la lava, que tiene bastante altura, no se puede hacer nada”, dijo. “Ni una barricada, ni una zanja, ni un parapeto paran de ninguna manera el avance de la lava. Ojalá así fuera, pero no lo es, es imposible”.

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La erupción, que se inició el domingo, arrasó ya 154 hectáreas y destruyó 320 edificaciones, informó el miércoles el sistema de medición geoespacial europeo Copernicus, en un incremento notable respecto a sus datos anteriores.

Un mapa actualizado “sitúa la extensión de la lava en 154 ha y el número de edificaciones destruidos en 320”, explicó Copernicus en un comunicado publicado en las redes sociales, en contraste con las 185 edificaciones y 103 hectáreas de su informe anterior.

La llegada de la lava al mar despierta temor por las reacciones que provoca, y se había dado por descontada. Sin embargo, ya no es segura porque estas columnas ardientes han ido perdiendo velocidad.

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“Las coladas avanzan muy lentamente, 12 metros han avanzado en 12 horas”, informó el presidente regional.

No hay seguridad de que llegue al mar

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No hay “ahora mismo ninguna seguridad de que el avance va a culminar en el mar”, sentenció en la misma conferencia de prensa Miguel Ángel Morcuende, director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca).

El volcán “sigue soltando lava, la colada sigue avanzando lentamente, como corresponde a un aumento claro de viscosidad y sobre todo al relleno de determinados hoyos naturales que tiene el terreno, estamos hablando de una hondonada”, indicó Morcuende.

La llegada de la lava al mar se temía particularmente porque puede generar explosiones, olas de agua hirviendo o incluso nubes tóxicas, según la página del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

“Estamos en una minizona de estabilidad ahora, que no sabemos cuánto se va a prolongar, porque ya nos avisan de nuevos episodios explosivos”, estimó Morcuende.

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Lo que está haciendo la colada de lava ahora “es ganar altura. Hay zonas en las que ya tiene 15 metros de espesor”, explicó a la AFP el portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) David Calvo.

Involcan estimó este miércoles que la erupción podría durar “entre los 24 y 84 días, con una media geométrica del orden de los 55 días”.

Esta erupción, la primera desde 1971 en esta isla de 85.000 habitantes, provocó la evacuación de 6.100 personas, entre ellas 400 turistas. Las otras 5.700, vecinos, se vieron obligados a abandonar sus casas en el espacio a veces de unos minutos.

No se han producido víctimas.

“Están siendo días realmente duros”, escribió en Twitter el presidente del cabildo de La Palma, Mariano Hernández Zapata.

“Escuchar a los que lo han perdido todo, y a los que saben que lo van a perder es frustrante”, añadió.

Por su parte, el presidente canario narró que “lo que se vive en La Palma es angustia y dolor”, angustia de los que temen perder todo, dolor de los que lo perdieron ya. (I)