La situación de los menores de edad en la frontera sur de Estados Unidos cada día causa más preocupación, debido a los miles que siguen llegando solos pese al peligro que eso representa.
Cerca de 19.000 niños solos han sido rescatados por autoridades de Estados Unidos a lo largo de su frontera con México en marzo, según medios estadounidenses.
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La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus iniciales en inglés) indicó que hallaron a 18.890 niños no acompañados en marzo.
Este escenario pone una dura prueba a la presidencia de Joe Biden, quien asumió el cargo en enero pasado y siempre se ha mostrado más comprensivo que su antecesor -Donald Trump- con los inmigrantes, pero que por ahora ha dicho que quienes no planean entrar a Estados Unidos de forma legal no lo hagan.
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Sus críticos lo culpan del aumento de la llegada de menores solos porque en sus cambios sobre las políticas migratorias ha decidido acoger a todos los niños, ya que afirma que es lo correcto. Pero esto también ha hecho que padres y otros familiares pongan a los menores en manos de contrabandistas u otras personas para los que hagan cruzar la frontera solos, puesto que luego de ser detenidos por las autoridades se inicia un proceso de reunificación mientras tramitan su estado legal.
De acuerdo con EFE, más de 15.000 menores migrantes arribaron solos entre enero y febrero a la frontera norte mexicana tratando de llegar a EE. UU. y otros 200 lo hicieron acompañados, según cifras oficiales de EE. UU. De estos, más de un centenar llegaron hasta la violenta Ciudad Juárez y se convirtieron en el reflejo de un fenómeno creciente y extremadamente peligroso.
El pasado 31 de marzo, el Instituto Nacional de Migración (INM) de México informó que había localizado a un niño hondureño de 4 años viajando solo cerca del río Bravo en Reynosa, en el nororiental estado de Tamaulipas. Iba con otras nueve personas, tres eran mujeres adultas, pero ninguna se reconoció como familiar.
Situaciones dramáticas como esta también acontecen del otro lado de la frontera, en Estados Unidos, donde este martes agentes de la CBP rescataron a dos hermanos de 5 y 6 años abandonados por traficantes en una zona rocosa entre California y México.
Y días antes, un video del CBP reveló cómo traficantes de personas dejaban caer a dos niñas ecuatorianas, de 3 y 5 años, desde lo alto del muro fronterizo.
Otro caso fue el que llamó la atención, uno ocurrido el 1 de abril pero que se hizo público hace pocos días. Un niño nicaragüense de 10 años fue encontrado caminando solo y llorando cuando un policía fronterizo estadounidense se iba a su casa.
El menor le contó que iba con un grupo de personas, pero que lo habían dejado botado cuando se quedó dormido y apenas vio el carro del policía lo llamó porque tenía miedo. De acuerdo con medios locales, el menor estaba en una zona al este de Rio Grande City en la que hay muchas serpientes cascabel.
“Solo Dios conoce el corazón de esas personas que dejan a sus hijos, quizás es la desesperación”, dijo este jueves a EFE Evelin Contreras, una hondureña de apenas 18 años que viaja con Daniel, su hijo de 2.
Evelin huyó de Honduras por la corrupción y la violencia. “No se puede vivir ahí”, remarcó la joven, hoy hospedada en un refugio de Ciudad Juárez llamado El Buen Samaritano y con el deseo de cruzar a Estados Unidos para dar una buena educación a su hijo.
Las cifras oficiales estadounidenses son todavía más dramáticas. Entre enero y febrero el CBP detuvo a casi 180.000 migrantes. De estos, 15.315 eran menores no acompañados y apenas 245 viajaban con adultos.
Una dura travesía
“Los peligros que atraviesan los niños abarcan desde la violencia en su lugar de procedencia y pasan por el trayecto, en el que son expuestos a traficantes, a extorsiones y a grupos del crimen organizado que los utiliza para transportar sustancias ilícitas”, dijo la jefa de Protección de Unicef México, Dora Giusti.
Señaló que varias familias centroamericanas han recibido un mensaje equivocado y creen que estando en México van a poder transitar libremente a Estados Unidos para tramitar fácilmente asilo.
“No es el mejor momento para ponerse en riesgo y poner en riesgo a sus niños. Es mejor esperar a que se anuncien otros tipos de programas en el futuro”, señaló.
Sobre este tema, Juan Fierro García, director del albergue El Buen Samaritano, comentó que desde la llegada de las primeras caravanas de migrantes registradas en el año 2018, la mayoría de adultos vienen acompañados de niños. Pues a menudo piensan que esto les va a ayudar a cruzar hacia el vecino del norte, pero “desde luego están mal informados” por “rumores” esparcidos por traficantes, apuntó el activista, que hoy acoge en su espacio a casi 90 personas.
Fierro García agregó que los refugiados llegan en condiciones emocionales “complejas” al darse cuenta de las dificultades que conlleva el sueño americano, y muchos son llevados con engaños.
“Decirles a todos los extranjeros, si no tienen necesidad de estar en la franja fronteriza, esperen un protocolo migratorio”, indicó.
Relato de una abuela
Eda Cristelia Meléndez, hondureña de 70 años, viaja con su nieta Linda, de 3 años. Quiere reunir a la pequeña con su madre, que está en Chicago.
“Me vine caminando y gente de buen corazón me daba aventón (transporte gratuito) y alimentos”, rememoró la anciana, que tiene a tres hijos en Chicago y a un cuarto en Houston (Texas).
“Yo no estoy de acuerdo en ningún momento de dejar a tus hijos solos. Es algo tremendo porque sufre tanto el menor como la madre”, subrayó.
A sus 37 años, la guatemalteca Glenda Méndez emigra con sus hijos de 16 y 14 años.
“Vine porque quiero darles un buen estudio a mis hijos, a veces la pobreza hace viajar a otro lugar”, dijo la mujer, convencida de que siempre hará la travesía con ellos porque le apena demasiado dejarlos atrás.
“Uno se desgarra al ver sufrir a sus hijos. Los míos están adolescentes, pero yo lloraba con ellos y decía: ‘Dios mío, sácalos de este lugar”, concluyó la mujer con voz quebrada. (I)