La NASA confirmó esta semana la existencia de un nuevo cráter en la superficie lunar tras analizar imágenes recientes de la misión Lunar Reconnaissance Orbiter Camera (LROC).
El cráter, de unos 22 metros de diámetro, se habría formado entre diciembre de 2009 y diciembre de 2012 a raíz de un impacto ocurrido al norte del cráter Römer. La detección fue posible gracias a una de las funciones principales del LROC: comparar imágenes tomadas en distintos momentos para identificar cambios en el terreno.
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Aunque identificar nuevos cráteres no es algo inusual para esta misión, cada hallazgo aporta información clave. Desde 2009, el LROC ha permitido detectar más de 200 cráteres surgidos durante la propia misión, y en 2023 registró incluso uno de posible origen humano tras el choque de la sonda rusa Luna 25.
Una “peca” lunar con datos valiosos
Según el equipo científico, el impacto que originó este nuevo cráter expulsó material brillante varios metros más allá del borde, formando rayos con un patrón “radiado”, como en otros impactos recientes. Con el tiempo, este material se oscurecerá debido a la exposición al ambiente espacial hasta igualar el tono del regolito circundante.
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Pese a su tamaño reducido, el hallazgo ayuda a comprender la frecuencia de impactos, los procesos de degradación de cráteres y aporta datos esenciales para la planificación de futuras misiones lunares.
Diversas agencias espaciales están acelerando sus planes para volver a la Luna. La NASA prevé hacerlo con las misiones Artemis, que buscan llevar nuevamente astronautas al satélite hacia finales de esta década.
Para ello, los científicos analizan con detalle las características del terreno en la región de alunizaje prevista, cercana al polo sur lunar. (I)