Una joven británica de 24 años llamada Sophie Wheldon, conocida en su comunidad por instar a las personas a reconocer los síntomas de la leucemia, contó su historia de cómo un dolor en su pecho se convirtió en la enfermedad que pudo acabar con su vida.

A los 20 años a Wheldon le diagnosticaron leucemia, lo que significó para ella “un enorme shock”, mientras estudiaba biología hasta que se enfermó y tuvo que abandonar momentáneamente los estudios, publicó BBC Mundo.

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La historia de la estudiante británica que pensaba que sufría de estrés, pero era leucemia

Sophie descartó de la manera más drástica su infección persistente en el pecho, los dolores de cabeza y el dolor de cuello pensando que era estrés mientras estudiaba.

Luego de tomar el consejo de su médico de someterse a pruebas porque quizás sufría de meningitis, la joven descubrió que tenía cáncer en la sangre.

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Wheldon cuenta que después de que la revisaron en la sala de urgencias, la trasladaron de inmediato a la sala de pacientes “agudos” donde le tomaron análisis de sangre cada hora, tomografía computarizada de cuerpo completo y “lo que ahora sé que fue una biopsia de médula ósea”.

A medida que pasaba días en el hospital, más se alarmaba y preocupaba por su situación, hasta que llegó la estocada final. Después de la biopsia, sus síntomas persistieron y volvió a ver al especialista, quien la clasificó como “enferma terminal”.

Fue la primera persona en su comunidad que recibió la terapia CAR-T

Gracias al diagnóstico temprano y su rápida acción, los especialistas le dijeron que podía ser elegible para un tipo particular de tratamiento: la terapia CAR-T.

Este proceso consiste en extraer parte del sistema inmunitario y los glóbulos blancos de una persona y reproducirlos para que reconozcan y se dirijan específicamente a las células cancerosas.

Wheldon fue la primera persona de su comunidad que recibió el tratamiento, que para ella era totalmente desconocido. Un día después de su cumpleaños 21, se sometió al primer tratamiento CAR-T en junio de 2019.

“Cuando regresaron con las células, las traían en una pequeña bolsa. Eso era lo que me salvaría la vida. Era una infusión de 20 segundos: es una locura pensar que sea posible”, contó.

A un mes de iniciar el tratamiento, en julio de ese mismo año, los especialistas le regalaron “literalmente el mejor día de su vida”, informándole que “estaba en remisión completa”.

Actualmente, a pesar de que su sistema inmunológico se vio afectado por el tratamiento, dice estar “agradecida de estar aquí” e insta a las personas a estar al tanto de los signos que pueden indicar la presencia de la enfermedad y que pueden ser “vagos y fáciles de pasar por alto”, por lo que exhorta a “siempre confiar en tu instinto”. (I)

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