¿Y si el mundo se apagara por completo por unas horas? Algunos modelos de inteligencia artificial (IA), alimentados con datos sobre consumo energético, eventos climáticos extremos y amenazas digitales, han intentado proyectar escenarios posibles de crisis eléctrica global.

Según estas simulaciones, el periodo de mayor riesgo estaría entre fines de julio y agosto de 2025, cuando el hemisferio norte atraviesa picos de demanda por olas de calor.

Y, aunque estas estimaciones no predicen una fecha exacta ni garantizan que ocurra un apagón global, sí advierten sobre puntos críticos en los que el sistema energético mundial se encuentra más vulnerable, especialmente en regiones con redes sobrecargadas, infraestructura débil o expuesta a ciberataques.

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¿Qué podría provocar un apagón global?

Expertos en energía y seguridad informática coinciden en que no es un único evento, sino una combinación de factores lo que podría desencadenar un apagón a gran escala:

  • Ataques cibernéticos: los sistemas eléctricos están interconectados y, en muchos casos, desactualizados. Un ataque dirigido a la red de control de una potencia mundial podría causar efectos en cadena.
  • Eventos solares extremos: tormentas solares, como la ocurrida en 1859 (evento Carrington), podrían dañar satélites y redes eléctricas. La NASA ha advertido que el próximo pico del ciclo solar será entre 2025 y 2026, aumentando este riesgo.
  • Crisis climáticas: olas de calor, incendios forestales y tormentas cada vez más intensas pueden dañar la infraestructura eléctrica.
  • Inestabilidad geopolítica: conflictos armados o decisiones unilaterales sobre el control de energía (por ejemplo, cortes de gas o petróleo) pueden generar apagones regionales prolongados.

Pese a los riesgos, la mayoría de los países no está completamente preparada para enfrentar apagones prolongados o coordinados. La transición energética hacia fuentes renovables, aunque positiva a largo plazo, también representa un reto en cuanto a almacenamiento y distribución.

Por eso, expertos recomiendan:

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  • Fortalecer las redes eléctricas con inversión pública y privada.
  • Diversificar fuentes de energía.
  • Mejorar la ciberseguridad de infraestructuras críticas.
  • Educar a la población sobre protocolos ante emergencias energéticas.

(I)