El hielo marino del Ártico continúa disminuyendo con rapidez y los científicos han recurrido al polvo cósmico para entender su historia.
Un estudio publicado el 6 de noviembre en la revista Science muestra que las diminutas partículas que caen continuamente desde el espacio, permiten reconstruir cómo ha cambiado la cobertura de hielo durante los últimos 30.000 años.
Desde 1979, el Ártico ha perdido más del 42 % de su hielo marino según los registros satelitales. A medida que la capa helada se adelgaza, más superficie oceánica queda expuesta a la luz solar. El hielo refleja la radiación, pero el agua la absorbe, lo que acelera el calentamiento y provoca una pérdida aún mayor de hielo.
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Cómo funciona el rastro del polvo espacial
El polvo cósmico se forma cuando explotan estrellas o cuando los cometas se fragmentan. Muchas partículas contienen helio 3, un isótopo que se mide para distinguirlas de los sedimentos terrestres. Su presencia en el fondo marino indica que había agua abierta, mientras que su ausencia señala que el mar estaba cubierto por hielo, que impide que estas partículas lleguen al fondo.
“Durante la última glaciación había prácticamente nada de polvo cósmico en los sedimentos del Ártico”, explicó Frankie Pavia, profesor asistente de oceanografía de la Universidad de Washington y autor principal del estudio.
El equipo analizó núcleos de sedimentos obtenidos en tres zonas del Ártico con distintos niveles actuales de cobertura de hielo. Un sitio se encuentra cerca del Polo Norte y permanece congelado todo el año. Otro está ubicado en el borde estacional del hielo. El tercero estaba cubierto permanentemente en 1980 y ahora registra periodos sin hielo.
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Las muestras muestran que los periodos con muy poco polvo cósmico coinciden con épocas de hielo persistente, como el máximo glacial hace aproximadamente 20.000 años. Cuando el planeta comenzó a calentarse después de ese periodo, las partículas volvieron a aparecer en los sedimentos.
Los investigadores también compararon su reconstrucción del hielo con datos sobre la disponibilidad de nutrientes. Descubrieron que el consumo de nutrientes era mayor cuando los niveles de hielo eran bajos y disminuía cuando la cobertura de hielo aumentaba. Esta información proviene de conchas de foraminíferos, cuyos compuestos químicos indican cuánto nitrógeno utilizaron estos organismos mientras estuvieron vivos.
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Pavia señaló que, si la tendencia continúa, la disminución del hielo podría aumentar el consumo de nutrientes por parte del fitoplancton en el Ártico, lo que tendría efectos sobre toda la cadena alimentaria.
No se conoce con exactitud la causa de estas variaciones. Una hipótesis es que menos hielo aumenta la fotosíntesis en la superficie y, por lo tanto, el uso de nutrientes. Otra plantea que el deshielo diluye las concentraciones de nutrientes en el agua.
Ambas podrían generar señales similares en los registros, aunque solo la primera implicaría un aumento real de la productividad marina. (I)























