Atraídos por la bonanza de las economías de otras naciones o simplemente por escapar de la violencia o de los conflictos armados que hay en sus países, miles de personas cada día dejan su lugar de residencia pese a la pandemia de COVID-19 que azota al mundo.

A pesar de las restricciones de movimiento relacionadas con el virus y las súplicas de la comunidad internacional para un alto el fuego que facilitaría la respuesta al COVID-19 , el desplazamiento continuó ocurriendo y creciendo en el 2020 y también en este 2021. Como resultado, más del uno por ciento de la población mundial, o una de cada 95 personas, ahora se ve desplazada por la fuerza, según cifras de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

No obstante, los desplazamientos o éxodos migratorios no son algo nuevo, a lo largo de la historia se han registrado gran cantidad.

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Ronald Borges, coordinador de la casa de acogida temporal Un Techo para el Camino, dice que al hablar de los diferentes desplazamientos de personas que se han registrado, hay que tener en cuenta que es algo que lleva presentándose desde hace siglos ya que “toda la vida el ser humano se ha movido”.

Uno de los más importantes se presentó entre 1948 y 1967, como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Al menos 400.000 judíos sobrevivientes migraron a Palestina para crear un país propio, Israel, lo que provocó la huida de cientos de miles de palestinos de la zona de Cisjordania ante el avance israelí, un conflicto que aún no ha terminado.

Otra migración fuerte que se ha registrado es la cubana, que mayormente se desplazó a EE. UU. En el primer éxodo dejaron el país cubanos que no confiaban en la revolución que se había instalado en 1959.

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Posteriormente, los cubanos continuaron dejando la isla en vuelos que cada vez se hacían más limitados y para los años ochenta, bajo lo que se conocería como el éxodo de Mariel, unos 125.000 cubanos llegaron a Miami en pequeñas balsas, recoge Infobae.

Ya en la actualidad, otros desplazamientos suscitados son los de Centroamérica desde países como Nicaragua hacia Costa Rica que superan las 20.000 personas, según cifras de Acnur.

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Miles de migrantes centroamericanos que forman parte de varias caravanas durante su paso dentro de México para llegar a la frontera con EE. UU. en 2019. Foto: AFP

Un caso más es el de los hondureños que cruzan Guatemala para ir en busca del sueño americano. En los últimos cuatro años se han vuelto recurrentes las denominadas caravanas migratorias pese al endurecimiento de medidas en países como México y EE. UU. Los principales motivos de estas masivas migraciones son la crisis económica y política, la falta de oportunidades laborales y la violencia.

Las mismas razones han hecho que los desplazamientos de Haití y Venezuela sean los que más preocupen actualmente a la región.

La población venezolana se ha desplazado, en su mayoría, a países como Perú, Colombia, Chile, Ecuador y Brasil. Foto: AFP

En el caso de Haití, el país más pobre de América, se registra un éxodo que está vaciando el país desde hace una década y que ha llevado a sus ciudadanos a un peligroso peregrinaje por el continente.

En el de Venezuela, unos cinco millones de personas han huido del país debido a la escasez de alimentos, medicinas y empleo desde 2014, convirtiéndola en una de las mayores crisis de desplazamiento en el mundo. Esta población se ha ido a países como Perú, Colombia, Chile, Ecuador, entre otros, en los que se han enfrentado a endurecimiento de medidas y a episodios de xenofobia cada vez más frecuentes.

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Giovanni Bassu, representante de ACNUR en Ecuador, dice que desde el organismo tienen como labor apoyar a los Estados para proteger y velar por el bienestar de estas personas, así como de las comunidades que los acogen y que “la cooperación internacional y el trabajo conjunto con los países es fundamental para brindar protección, asistencia humanitaria y facilitar la inclusión socioeconómica de estas personas”.

Jhonny Molina, técnico de estrategia comunitaria del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), dice que, ante las leyes internacionales y estatutos sobre migración existentes, no deberían existir barreras al menos a nivel regional y que en Ecuador la Constitución contempla a la migración como un derecho.

“El cierre de fronteras lo que hace es dificultar muchísimo más la migración o poner en mayor vulnerabilidad a las personas que intentan salir de su país”, refiere.

Bassu manifiesta que “las políticas fronterizas son tarea de los Estados, pero también existe la obligación de respetar el Derecho Internacional, incluyendo el principio de no devolución y el acceso al asilo de las personas que necesitan protección” y destaca el caso de Ecuador que anunció “un nuevo proceso de registro y regularización para personas facilitar la integración de las personas venezolanas en el país”.

Borges dice sobre esta migración, que en el caso de Ecuador, al menos el 73 % de solicitudes de refugiados son de venezolanos y que el país apenas ha concedido ese estatus a poco más de 400 personas.

“Venezuela ha visto salir de su país a unos siete millones de personas... los últimos meses ha habido un incremento bastante considerable de venezolanos que buscan llegar hasta Chile, sometiéndose a situaciones de vulneración para intentar cruzar fronteras que están cerradas”, agrega Borges.

Molina menciona que en este tema hay que destacar las acciones de Colombia, que registra avances como el Estatuto de Protección para migrantes venezolanos que permite insertarlos en el grupo económicamente activo del país.

Venezolanos y haitianos, junto con otros migrantes procedentes de la misma región o hasta del África, son parte de los que se atreven a cruzar el Darién, la peligrosa selva que separa al país de Centroamérica. Por ahí pasaron en agosto 25.000 personas, en enero lo hacían unas 1.000.

La violencia de la selva, donde operan grupos armados que se encargan del tráfico de migrantes y del narcotráfico, también ha aumentado en los últimos meses, al igual que la violencia sexual, según informes de Médicos Sin Fronteras.

Ante esta situación, Molina dice que es fundamental que los países entiendan el tema de la regularización y que el apoyo de los organismos como Acnur y OIM es clave para “inyectar los recursos de Naciones Unidas para atender las crisis migratorias”.

Tras el regreso de los talibanes, en Afganistán gran parte de la población se ha sumido en la desesperación por huir. Foto: ARCHIVO

“Hay mucha población caminante que viene con niños, niñas y no es bajo ningún concepto a lo que se enfrentan, es una forma digna de vivir o de ingresar a otro país”, refiere.

Por su parte, sobre otras poblaciones que buscan dejar su país, Borges manifiesta que el éxodo de la población venezolana ha opacado al de la colombiana que sigue escapando del conflicto armado desde hace más de una década.

“Sigue habiendo población colombiana que es desplazada, población que es sacada de sus lugares de origen de una forma arbitraria, dolosa, cruel, y para ellos dentro de Ecuador existe un reconocimiento más ampliado para el estatus de refugiado”, comenta y agrega que de parte del Gobierno colombiano hay gran cooperación para trámites migratorios.

Bassu menciona que desde ACNUR, y junto con los Estados y organismos internacionales, están trabajando ”en campañas de información y de asistencia humanitaria para disminuir los riesgos a los que las personas se ven expuestas cuando deben abandonar sus países de origen, como la trata y tráfico, violencia basada en género, explotación y discriminación”.

En tanto, del otro lado del mundo, Siria es otro país que sigue viendo huir a su población desde 2011, principalmente a países cercanos como Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Se estima que unos 6,8 millones de sirios han dejado su país desde el inicio del conflicto bélico cuando el presidente Bashar al Assad llegó al poder y en el marco de lo que fue la Primavera Árabe.

En la misma zona, Afganistán tras el regreso de los talibanes es otro país en el que gran parte de la población se ha sumido en la desesperación por huir y ha despertado en la comunidad internacional las alarmas y los intentos por acoger a quienes buscan salir. (I)