El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció desde la Oficina Oval la aprobación del envío de misiles de crucero BGM-109 “Tomahawk” a Ucrania.
Estos proyectiles, con un alcance de entre 800 y 2.400 kilómetros, representan un salto significativo en la capacidad ofensiva de las Fuerzas Armadas ucranianas en plena guerra contra Rusia.
Publicidad
Trump aseguró que aún mantiene “preguntas” sobre cómo se utilizarán los misiles y qué objetivos rusos serán atacados, pero defendió la medida como un paso necesario para fortalecer la defensa de Kiev frente a la agresión del Kremlin.
La decisión se produce en medio de crecientes presiones internas y externas para mantener el apoyo militar a Ucrania.
Publicidad
Desde Moscú, la respuesta no tardó en llegar. El presidente Vladímir Putin calificó los Tomahawk como un arma “poderosa” y advirtió que su uso por parte de Ucrania “inevitablemente” deteriorará las relaciones con Washington.
Durante su intervención en el Club de Debate Valdái, celebrado en Sochi, el mandatario ruso alertó que estos misiles “no pueden utilizarse sin la participación directa de militares estadounidenses”.
Putin también insinuó que Rusia reforzará sus sistemas de defensa antiaérea para contrarrestar la nueva amenaza.
“¿Pueden causarnos daño? Sí, pero desarrollaremos nuestras propias capacidades”, afirmó, al tiempo que lamentó que esta decisión cierre la posibilidad de mejorar el diálogo entre ambos países.
Los misiles Tomahawk, fabricados por Raytheon, tienen una carga explosiva de 450 kilogramos y pueden alcanzar velocidades de hasta 800 kilómetros por hora.
Aunque no son los más modernos del arsenal estadounidense, siguen siendo altamente precisos y eficaces para ataques de largo alcance contra infraestructuras estratégicas.
Expertos consideran que esta arma no cambiará de inmediato el rumbo del conflicto, pero sí reforzará considerablemente el poder de ataque ucraniano. A diferencia de los drones, los Tomahawk ofrecen mayor velocidad, penetración en defensas aéreas y poder destructivo.
Una de las principales dudas radica en la forma en que Ucrania lanzará estos misiles, ya que no dispone de buques o submarinos de lanzamiento, como los que utiliza Estados Unidos. Sin embargo, Washington podría suministrar plataformas terrestres Typhon, adaptadas para este tipo de armamento.
Los especialistas ucranianos ya han demostrado su capacidad para modificar armamento occidental y adaptarlo a equipos soviéticos. Ejemplo de ello es el uso de misiles Storm Shadow, originalmente diseñados para aeronaves de la OTAN, en cazas MiG-29 ucranianos.
Cada unidad de estos misiles tiene un costo aproximado de 1,3 millones de dólares, según datos del Pentágono. (I)