El Tren de Aragua es una banda que cuenta con un nutrido historial de secuestros, tráfico de migrantes, sicariato, lavado de dinero y narcotráfico, teniendo extensiones en Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia y Chile. La organización criminal transnacional es conocida como la más poderosa de Venezuela y una amenaza para la seguridad de la región.
La banda se formó hace más de una década en la cárcel de Tocorón, en Venezuela. Este centro penitenciario era una suerte de “centro cultural, recreativo y deportivo”. En sus instalaciones había, desde hace años, discoteca, piscina, un campo de béisbol, restaurantes y un zoológico. Ese “mundo de diversión” creció bajo el liderazgo de Héctor Guerrero Flórez, alias Niño Guerrero, jefe de la banda Tren de Aragua. Hoy, su paradero se desconoce.
Como decían los propios presos y los líderes del Tren de Aragua, Tocorón es la “Casa Grande”, es decir, el búnker desde donde opera una organización criminal.
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El miércoles 20 de septiembre, las fuerzas de seguridad venezolanas llevaron a cabo una operación especial con más de 11.000 efectivos para recuperar el control del recinto penitenciario. En el operativo participaron el Ejército y la Guardia Nacional, según informó el Ministerio de Información venezolano.
Posteriormente, el 23 de septiembre, las autoridades llevaron a cabo el sábado una visita al lugar guiada para la prensa, muy supervisada y muy parcial.
“Steak House. Enjoy”, se lee en las paredes de uno de los restaurantes y bares del hoy desalojado penal de Tocorón (centro-norte de Venezuela), que la banda criminal Tren de Aragua había transformado en centro de operaciones con lujosas áreas de recreación.
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El steak-house está al lado de la piscina, una doble pileta circular cruzada por un pequeño puente, y en la misma explanada se ve un parque infantil con toboganes.
La treintena de periodistas invitados no tuvo acceso a los túneles de hormigón excavados por la banda, cuyas imágenes circulan en las redes sociales, ni tampoco a los restos de un zoológico con sus flamencos rosas.
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Es importante tener claro que Tocorón no es una prisión cualquiera, había una especie de ciudad dentro de la prisión donde vivían los familiares de los presos.
Las pocas calles transitadas por periodistas en la prisión son ahora un caos, un cementerio de botellas de cerveza, montones de ropa, restos de televisores y electrodomésticos, y peluches. En una pared se puede ver un dibujo de la famosa caricatura de WB del Diablo de Tasmania. Y en la calle, junto a la piscina y la cancha de baloncesto, puestos de venta abandonados.
¿Qué pasó en esta intervención?
No hay claridad sobre lo que pasó, lo único que parece evidente es que la cárcel fue tomada por los cuerpos de seguridad del Estado venezolano y los presos fueron desalojados. (I)