El uso inadecuado de mascarillas y el aumento de la exposición a las pantallas de computadores, celulares, tabletas y televisión debido al teletrabajo, teleducación y confinamiento por la pandemia impacta en la salud visual de los ecuatorianos.

Patologías como el ojo seco y la miopía han repuntado, según especialistas. La primera es una afectación visual que se produce frecuentemente por la insuficiente lubricación de la superficie ocular.

En la actualidad, se ha registrado un mayor número de casos de pacientes con ojo seco debido al uso prolongado de mascarillas como medida de bioseguridad para evitar el contagio del Covid-19.

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El inadecuado uso de los cubrebocas aumenta la evaporación de la lágrima. Si la mascarilla no está bien ajustada al rostro, el aire exhalado puede salirse por la parte superior de la misma impactando directamente a los ojos, lo que deriva en una pérdida de la capa acuosa de la lágrima y deteriora la lubricación ocular.

Esto puede generar alteraciones visuales como: ojo rojo, lagrimeo, sensación de arenilla, molestias a la luz e incluso dolor. En casos más severos y continuos se pueden presentar problemas en la córnea generando irregularidades sobre su superficie, indica Ana Brutto, oftalmóloga de la Clínica Andes Visión.

En ocasiones, si la mascarilla se encuentra muy apretada o muy elevada, puede posicionarse sobre el párpado inferior, impidiendo el cierre adecuado de los párpados, lo cual puede reducir la cantidad de líquido en el ojo.

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Además, cuando el párpado inferior se tira hacia abajo, se puede resecar la mucosa, provocando irritación o inflamación. Incluso, al momento del parpadeo o al hablar se puede movilizar la mascarilla y así contactar el globo ocular, generando laceraciones de la córnea.

En tanto, el aumento del tiempo que se pasa en espacios interiores y de las actividades que implican una “visión de cerca” están provocando que un mayor número de personas padezcan miopía.

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El teletrabajo y la teleducación son uno de los grandes factores para aumentar esta patología.

Ana García cuenta que a mediados del 2020 tuvo que ir al oftalmólogo porque presentaba irritación en sus ojos y constantes dolores de cabeza. Ella está en teletrabajo desde marzo de ese año.

Labora y estudia por lo que pasa frente a su laptop al menos 12 horas al día. “Me hicieron el examen y resultó que tenía miopía, leve, pero tenía. Tuve que comprar lentes y me recomendaron reducir el tiempo frente a las pantallas aunque esto es muy difícil”, cuenta.

Incrementar el tiempo en el exterior puede reducir el riesgo de padecer miopía, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, actualmente se pide a las personas salir solo para temas indispensables.

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Además, el confinamiento y el miedo al contagio ha reducido las consultas oftalmológicas en el país, según Pedro Grijalba, doctor del Hospital de los Valles, en Quito. Esto ha agravado las patologías oculares preexistentes como el glaucoma, degeneración macular por la edad, cataratas, entre otras.

El especialista afirma que el aumento en el uso de pantallas también ha conllevado a que las personas experimenten síntomas como dolor de cabeza, astenopia acomodativa (fatiga ocular) y defectos refractivos, especialmente en niños y jóvenes.

Cuando nosotros hacemos trabajo visual cercano, un lente que tenemos en el interior del ojo (cristalino) modifica su forma para enfocar con nitidez el texto o la pantalla y poder leer, pero si esto se prolonga en tiempo, produce esta astenopia”, indica. Añade que se han exacerbado cuadros como conjuntivitis alérgica.

Al menos 2.200 millones de personas tenían deficiencia visual o ceguera en 2019; de estos casos, más de 1.000 millones pudieron haberse evitado o no fueron tratados, dice la OMS. Especialistas coinciden que estas cifras aumentaron durante el 2020 por las restricciones impuestas para detener el avance del COVID-19.

El ente internacional también alerta que el acceso limitado a la atención oftalmológica, en particular en los países de ingresos bajos y medios, es uno de los principales factores que impulsan el aumento del número de personas con deficiencia visual.

“Las afecciones oculares y la deficiencia visual están muy extendidas, y con demasiada frecuencia siguen sin ser tratadas”, afirma Tedros Ghebreyesus, director general de la OMS.

Añade que las personas que necesitan atención oftalmológica deben poder recibir intervenciones de calidad sin sufrir dificultades financieras. Incluir la atención oftalmológica en los planes nacionales de salud y en los conjuntos esenciales de servicios debe ser una prioridad para los Estados, según Ghebreyesus.

La carga de enfermedades oftalmológicas y deficiencias visuales no afecta a todos por igual. A menudo las personas que viven en zonas rurales tienden a desarrollar más estas patologías, en especial si tienen bajos ingresos.

Además, las mujeres, personas mayores o con discapacidad, minorías étnicas y poblaciones indígenas están más expuestas, según la OMS.

Se estima, por ejemplo, que la necesidad insatisfecha de atención de la miopía en las regiones de ingresos bajos y medios es cuatro veces mayor que en las regiones de ingresos altos.

Para casos leves o momentáneos de resequedad ocular los especialistas dan los siguientes consejos:

  • Uso de lágrimas artificiales luego del correcto lavado de manos.
  • Parpadear frecuentemente.
  • Uso de gafas con filtro de protección UV.
  • Uso de lentes con filtro de luz azul para evitar que la calidad de la lágrima disminuya.
  • Cumplir la regla 20-20-20: Cada 20 minutos realizar pausas de 20 segundos y mirar a 20 pies (6 metros) para relajar el ojo. En este tiempo el paciente debe parpadear constantemente y al finalizar cerrar los ojos por unos segundos.
  • No automedicarse.
  • No frotarse los ojos.
  • Elija una mascarilla que tenga una lámina metálica en la región superior para que pueda moldearse de acuerdo a su nariz y lograr un mejor ajuste.

Para casos graves o síntomas persistentes se debe consultar al médico. Tanto Grijalva como Brutto aseguran que para disipar miedos, la ciudadanía que está reacia a visitar un oftalmólogo por miedo a contraer COVID-19 deben asegurarse que los consultorios hayan tomado las medidas de bioseguridad respectivas.

Constatar que los equipos sean esterilizados y desinfectados después de atender a cada paciente. Uso de guantes y mascarillas de los profesionales de la salud.

Brutto incluso afirma que hay centros oftalmológicos que realizan pruebas PCR constantes a sus trabajadores para garantizar la seguridad de los pacientes. (I)