Paneles solares, ahorro y reciclaje de agua de lluvia, huertos, estaciones de compostaje y materias de sostenibilidad en la malla curricular: estas son algunas de las medidas ambientales que implementa el Colegio International Scholastic Model (ISM), que tiene cuatro campus en distintos puntos de Quito.

Natalia Romero, alumna de 17 años del campus norte de la institución, ha estudiado en ISM desde corta edad y explica que el enfoque ecológico siempre estuvo presente.

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“Recuerdo que nos hacían aprender con pequeños juegos, nos llevaban en salidas pedagógicas a bosques, enseñándonos cómo podíamos ayudar incluso siendo de menor edad. Ya más grandes aprendimos el verdadero peso de nuestras acciones (sobre el medioambiente) y cómo podemos cambiar eso. Ha sido un proceso”, dice Romero, quien todavía no se decide entre estudiar derecho con un enfoque ambiental o agronomía en el exterior.

La formación en temas ambientales cambia de acuerdo con la edad de los estudiantes, igual que en el caso de Romero, como explica Aurora Vinueza, gerenta general de ISM, y la dirección académica trabaja en conjunto para asegurarse de la implementación del enfoque ecológico a cada nivel. “No podemos trabajar de la misma manera con los niños de preescolar como lo hacemos con los mayores”, indica Vinueza.

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Según un reporte de la Universidad de Stanford de Estados Unidos, que revisó 119 estudios llevados a cabo a través de 20 años en instituciones educativas con programas de educación ambiental, esta mejora la capacidad crítica de los estudiantes, sus habilidades interpersonales, los motiva a buscar soluciones a problemas en sus comunidades, fomenta el respeto al medioambiente e incluso mejores calificaciones.

Alumnos participando de actividades de compostaje. Foto: Cortesía:Colegio ISM

Además, el programa de educación vespertina de ISM, que beneficia a aproximadamente 200 niños vulnerables, contempla un proyecto de capacitación para que madres y padres de familia aprendan a confeccionar productos a partir de material reciclado.

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El campus norte, además, complementa su suministro eléctrico con producción fotovoltaica. Vinueza señala que realizaron los cálculos de viabilidad económica de adquirir los paneles, y encontraron que recuperarían esa inversión en siete años. Como los paneles “duran un mínimo de 20 años”, los siguientes trece representarían un ahorro en la planilla.

“Si bien representa una inversión al inicio, vale la pena contemplar el retorno en el tiempo (...). Es un círculo, los proyectos en el ISM están conectados”, expresa Vinueza.

Adicionalmente a la producción de los paneles solares, el campus norte de ISM ha tenido una reducción en el uso de agua del 0,32 milímetros cúbicos por persona en 2019 a 0,11 en 2024. Así, a pesar del aumento de personas que consumen líquido vital en las instalaciones, se puede ahorrar agua. También han recortado el consumo de electricidad.

Fue por esto, en parte, que el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica le otorgó a ISM la certificación Punto Verde, destinado a estimular a empresas, organizaciones e industrias a implementar medidas sostenibles en sus procesos y proyectos. El colegio también cuenta con un reconocimiento honorífico del Centro Internacional de Formación de Autoridades y Líderes, organización dependiente de las Naciones Unidas, por el enfoque académico alineado con el desarrollo sostenible.

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Como parte de un proyecto interdisciplinario del bachillerato internacional que ofrece la institución, los estudiantes de ISM realizan un viaje anual para aplicar sus conocimientos en el campo y desarrollan sus laboratorios. Este año, Romero y sus compañeros van a viajar al Parque Nacional Yasuní. Alumnos de años anteriores han realizado excursiones a la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno, por ejemplo.

Romero cursa la materia de Sistemas Ambientales y Sociedades. Esta es una de las ofertas con enfoque ecológico del bachillerato internacional, que está enfocada en cómo los humanos influyen en el ambiente y en las cadenas tróficas, por ejemplo, y las posibles soluciones “para los problemas que nosotros mismos hemos creado”, resalta Romero. (I)