Las proyecciones poblacionales realizadas con base en el censo del 2010 impiden un análisis realista sobre la cantidad de menores de edad que no están inscritos en el sistema educativo nacional.

El problema es que se trata de cálculos en función de lo ocurrido en la década 2001-2010, por lo que no están actualizados.

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La crisis económica y la inseguridad inciden en el abandono de las aulas, hay menos jóvenes estudiando este año que en 2014

De ahí que se esperan los resultados del último censo nacional realizado en 2022. Diana Castellanos, viceministra de Educación, asegura que el porcentaje de matriculación respecto al grupo de edad total que tiene entre 3 y 18 años cambiará con un cálculo poblacional más acorde a la realidad.

La evolución de la tasa bruta de matriculación llegó a un pico en el año lectivo 2014-2015, según el cálculo del Ministerio de Educación. En este indicador se mide al total de población matriculada en el sistema educativo (sin importar sus edades) y el porcentaje que cubre de la población calculada que tiene entre 3 y 18 años de edad del país en el año respectivo.

Para el año lectivo de 2014-2015 la tasa bruta de matriculación representó el 93 % de la población total que tiene entre 3 y 18 años de edad.

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Hay una menor cantidad de estudiantes en la educación básica y de bachillerato tras alcanzarse un número máximo en 2014. ¿A qué se debe?

La tasa bruta de matriculación llega al 85,21 % (es decir, ese porcentaje de la población de 3 a 18 años de edad sería parte del sistema educativo) para el año lectivo 2022-2023. Este porcentaje se mantuvo durante el periodo de pandemia. Se obtiene a partir de la proyección de la población en edad escolar del censo del 2010, por lo que podría cambiar con los resultados del último censo basado en datos reales y no una proyección. Los registros administrativos indican que nacen menos anualmente de los considerados en las proyecciones poblacionales del 2010. Hay un proceso de inversión de la pirámide poblacional muy lento, efectivamente por ser un país en el que todavía predomina el grupo de la juventud. Con el ajuste seguramente subirá el porcentaje.

Hay menos nacimientos, pero aún no debería reducirse la población estudiantil ya que hay brechas históricas.

Efectivamente, existe una brecha porque se gradúan más estudiantes de aquellos de los que ingresarían a los 3 o 4 años, por eso es importante primero hacer este análisis numérico en cuánto al tema de la población estudiantil y en edad escolar.

¿Qué se hace para evitar que los jóvenes dejen de estudiar en el nivel de bachillerato?

Usamos dos datos para evidenciar posibles causas. El uno es de la encuesta de empleo, subempleo y desempleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos. De esta se desprende que las razones del abandono es por factores socioeconómicos, la no pertinencia del sistema educativo (que es cuando las personas sienten que el sistema de aprendizaje no es pertinente con sus planes de vida y el entorno) y la lejanía de las instituciones. Tenemos acciones ante esto como el programa Todos al Aula, en el que se activa una encuesta cada vez que el menor de edad sale del sistema educativo. De esto se evidencia que en primer lugar está la falta de recursos económicos; en segundo lugar está la movilidad humana hacia el exterior, los que llegan al país y la migración interna; y, la tercera causa es la vinculación laboral, lo que es permitido siempre que no esté en detrimento del proceso educativo, incluso hay casos de trabajo infantil.

¿Cuántos han identificado que no se matriculan?

El programa Todos al Aula nos ha permitido identificar a 23.317 niños, niñas y adolescentes que están fuera del sistema educativo, de los cuales el 58,6 % ya se encuentran matriculados. Un poco más del 5 % restante estaba en proceso de reinserción al sistema educativo, ya que estaba en un cambio hacia régimen Sierra (son parte de familias que se movieron de una provincia costera a otra de la Sierra o del Oriente).

¿Qué ha sucedido con los que se matriculan, pero terminan abandonando las aulas?

Desde el ministerio no desconocemos que existe un pequeño porcentaje en el país con respecto a lo que marca el abandono escolar. Este es aquel que se mide entre las personas que ingresan al sistema educativo y que ya no continúan su trayectoria de un año lectivo a otro. El porcentaje de abandono escolar del año lectivo 2021-2022 (la última cifra calculada) fue de 2,11 %. En el periodo 2019-2020 fue de 1,73 %, no ha existido una diferencia significativa. Este se calcula en la educación básica superior (octavo, noveno y décimo año de educación básica) y el bachillerato por múltiples causas.

Pero también tenemos la brecha histórica que indica que de cada diez adolescentes del país en edad de estar en el bachillerato, cuatro no están matriculados en ese nivel.

La tasa bruta de matriculación del año lectivo 2014-2015 fue del 103,89 % en el nivel bachillerato, es decir, teníamos más estudiantes de los registrados en la proyección poblacional para ese grupo de edad. Por esos mismos datos evidenciamos que existe un error de cálculo con respecto a la proyección poblacional que se realiza. Por eso nuestro punto de comparación son los últimos años, sobre todo el último de la prepandemia (2019), lo que nos permite ya evidenciar físicamente que nuestros estudiantes se encuentran asistiendo a los procesos educativos. La tasa bruta de matriculación del año lectivo 2022-2023 para el bachillerato es del 91,65%.

Incluso durante el correísmo (2007-2017) se reconoció esta brecha histórica que no se había conseguido cerrar en el acceso al bachillerato.

Estos son los datos históricos que mantiene el registro del sistema educativo nacional, allí se evidencia efectivamente que esta dificultad de cálculo por encima de la proyección poblacional de la edad escolar en función del censo 2010 requiere sus ajustes en función del dato real para que las tasas brutas de matriculación puedan ser calculadas de forma pertinente y darnos una visión real de lo que está pasando. Como sistema educativo hemos eliminado todas las barreras de acceso, permanencia, continuidad y culminación educativa. También tenemos, por ejemplo, en el último año lectivo un total de 55.759 estudiantes de nacionalidad venezolana, 9.882 de nacionalidad colombiana, 1.439 de nacionalidad peruana, 6.815 de otros países de América y 6.179 de otros continentes. Esto nos genera una variación porque ese número no está calculado en la proyección poblacional, que se hacen en función de los que nacen en el país.

¿Qué tienen previsto realizar al término del mandato del presidente de la República Guillermo Lasso?

Aparte del programa Todos al Aula tenemos la reapertura de instituciones y de nueva infraestructura educativa. Trabajamos en la inauguración de las dos instituciones educativas fiscales que son netamente a distancia. Una para el régimen Sierra/Amazonía y Guayacanes para el régimen Costa/Galápagos. Tenemos el plan nacional de prevención de riesgos sicosociales, que nos permite atender a quienes se encuentran en situación de embarazo adolescente, maternidad y paternidad temprana, a quiénes están en trabajo infantil o uso de drogas, para garantizarles el derecho a la educación y acompañarles en este proceso de atención de los distintos riesgos. Reconocemos que nuestro currículo nacional requiere una transformación, lo que permitirá hacer mucho más pertinente la educación del país, por eso nos encontramos en este proceso.

Los expertos indican que se debe dar un impulso de la educación técnica.

Tenemos un fuerte componente de la reforma del bachillerato, que incluye el técnico y en ciencias, estableciendo figuras profesionales y familias formativas en cada uno de esos dos tipos, mucho más pertinentes a la realidad actual. Incorporando robótica, temas vinculados a la salud y el bienestar.

El factor socioeconómico es la razón principal de retirarse de la educación. ¿Se está garantizando desde el Estado la gratuidad con el desayuno, los uniformes y los textos escolares?

Este es más un factor externo que mencionan las familias, que un factor interno del sistema educativo nacional porque la educación en las instituciones fiscales es 100 % gratuita. Dotamos a 4.658 planteles del régimen Sierra/Amazonía de uniformes escolares con una inversión de 23,8 millones de dólares. Brindamos alimentación escolar a 1,2 millones de estudiantes en más de cinco mil instituciones con una inversión de 5,8 millones de dólares. Entregamos también recursos educativos, se piensa que son solo los textos escolares que debemos llenar y completar, pero como parte de la transformación educativa están a disposición los recursos digitales abiertos en el portal de recursos educativos del Ministerio de Educación. Se hace la entrega de textos escolares en función de las necesidades. Las que estamos reaperturando e inaugurando cuentan con equipamiento y material didáctico. Estamos en un proceso de entrega y de dotación de fondo bibliográfico sobretodo para las instituciones educativas rurales y fortalecer los procesos de acceso al libro y a la lectura, factor fundamental para el país.

La ministra de Educación María Brown sería una de las que se mantuvo en el cargo durante todo el mandato de Lasso. ¿Qué balance hace de la gestión realizada?

Esta gestión se ha mantenido ya por 24 meses, en los que nuestro principal lineamiento ha estado enmarcado en un plan de acción que venimos desarrollando. Cinco ejes, veinte acciones que nos permiten establecer una hoja de ruta en la que hemos avanzado de forma paulatina durante cada uno de estos meses. Esto nos permite entregar al país una transformación educativa que está en marcha y que debe convertirse en política de Estado y continuar en su proceso. Los tres ejes fundamentales han sido la transformación de la infraestructura y el equipamiento acercando a las instituciones cada vez más con la reapertura en el ámbito rural y de nuevas en distintos lugares del país. Una transformación pendiente de los procesos formativos docentes y de acompañar al personal con políticas, programas y planes puntuales. Y el tercer eje es la transformación curricular, que requiere volverse mucho más pertinente, actualizada, que sea contextualizada a nivel local y global. Avanzar en temas de competencias y no centrarnos en aprendizajes de memoria o de conocimiento. Eso es lo que dejamos al país, un proceso de transformación educativa en marcha, que tiene la intención de construirse en una política de Estado y no solo de Gobierno. (I)