El silbido de las aves que se ocultan entre el mangle que resguarda a la isla Santay, anclada entre Guayaquil y Durán, se escucha a medida que uno se acerca al sendero que lleva hacia la ecoaldea. Para descubrir la riqueza animal y vegetal de este sitio solo basta con pisar la orilla al cruzar el puente basculante que tiene acceso por la calle El Oro.

Sin embargo, este camino, uno de los atractivos en las travesías turísticas, está visiblemente deteriorado, con huecos y con levantamiento de la madera plástica que lo conforma. Este no es un problema actual, pues la comunidad ha venido lidiando con ello desde hace años.

‘Los puentes que van a la isla Santay tienen encerrado al río Guayas y ya no dan seguridad’

Desde el periodo de campaña, la prefecta Marcela Aguiñaga ha mencionado que se va a recuperar la isla Santay. En su discurso de posesión reiteró que este espacio de recreación y promoción turística debe ser recuperado ya que hoy se encuentra en completo abandono.

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En videos, Aguiñaga mostró parte de esa afectación que palpan a diario los comuneros.

Los nativos de San Jacinto de Santay han enumerado los huecos, unos 750 hay desde que se inicia la caminera. Con un crayón negro han colocado los números a un costado. Algunos ya fueron cubiertos con el mismo material, un plástico café que se asemeja a una pieza de madera.

Ciertos arreglos con la madera plástica, que cada pieza cuesta un poco más de $ 20, los han costeado parte de la comunidad y algunos grupos de la sociedad civil interesados en recuperar el sendero.

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El restaurante ubicado dentro de la ecoaldea bajó su flujo de clientes desde antes de la pandemia. Foto: El Universo

Alberto Domínguez cruza casi a diario este trayecto y sortea los huecos como si jugara a la rayuela. Así también lo hacen los miembros de la comunidad que salen a sus trabajos a Guayaquil y los pocos turistas que llegan a pie o en bicicletas.

Para llegar al sendero y visitar la isla se puede armar una aventura cruzando el puente basculante que se inicia en la calle El Oro o en lanchas.

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Piezas rotas, infladas y levantadas se observan a medida que se avanza al área protegida. También se visualizan barandas de madera en mal estado apiladas a los costados y algunas sin ser reubicadas.

Como “una joya que ya no brilla” califica a la isla Santay Jackeline Achiote, una comunera de San Jacinto de Santay. Ella labora para el restaurante de la ecoaldea, que se levantó a unos metros de donde viven más de 50 familias y que tuvo su auge durante los “años de gloria” cuando se inauguró el espacio.

Para Achiote, el giro de 180 grados que había dado el turismo a la vida de los comuneros se revertió con la llegada de la pandemia y con los eventos que han ido destruyendo la estructura del puente basculante que une a Guayaquil con Santay y que ha mermado por temporadas la llegada de visitantes.

“Con el paso del tiempo las estructuras se están deteriorando y nosotros no podemos mantenerlas porque no hay los ingresos económicos por la falta de turistas”, dice Achiote.

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Se pasó de tener grupos grandes de turistas que buscaban realizar recorridos y al finalizar degustar platillos con mariscos o carnes, a vender durante el día solo una taza de agua aromática. En sus inicios, a través del puente, ingresaban unas 30.000 personas a la isla.

Santay fue declarada Área de Reserva Natural desde el 2010 y el acceso es gratuito.

La intención de la actual prefecta de recuperar Santay sí genera expectativa entre los comuneros.

Para Alberto Domínguez, quien es administrador de los servicios turísticos de la comunidad, “sería algo buenísimo” que la actual prefectura solicite la competencia. Él cita que los problemas que tienen en la isla se derivan de la falta de mantenimiento a estructuras, tanto del sendero de ingreso como del puente y de la ecoaldea, lo que ha alejado a visitantes.

Comuneros afirman que también se requiere mantenimiento del puente que une Guayaquil y la isla Santay. Foto: El Universo

“Tenemos una crisis de visitas por el mismo tema que las estructuras están con daños”, dice Domínguez, quien relata que ciertos grupos de turistas al ver los daños en los primeros 100 metros del sendero desisten de avanzar.

Una opción que deberían considerar las autoridades, según el dirigente, es que se habilite un muelle en Guayaquil para que estén a disponibilidad embarcaciones que lleven hacia Santay. Asimismo, que dentro de la planificación de transporte fluvial que prevé impulsar el alcalde Aquiles Alvarez se considere una estación en la isla.

No están de acuerdo en que se cierre el puente peatonal, más bien solicitan que se le dé mantenimiento. El puente que une Guayaquil y la isla es usado, a diario, por personas para realizar actividad deportiva o ciclismo y para conectar a la ciudad con la isla.

Durán-Santay, el puente que fue reparado hace dos años, continúa cerrado por un trámite burocrático. La obra sigue en manos del contratista, según Ministerio del Ambiente

María Fernanda Cruz, que vive en la isla desde su nacimiento, hace 29 años, dice que reactivar la isla es algo que beneficiaría a la pequeña comunidad que vive del turismo. En la isla también tienen inconvenientes con la energía eléctrica y el suministro de agua es a través de canecas.

“Sería superimportante que asumiera alguna persona que se interese y que ayude a resolver los problemas, la escasez de servicios básicos que también tenemos”, manifiesta.

Este Diario solicitó al Ministerio del Ambiente información sobre planes de intervención en la isla Santay y a cuánto asciende la inversión que debería hacer la cartera de Estado para reparar los espacios que están deteriorados, pero hasta el cierre de este artículo no se recibió respuesta. (I)