Una vez instalada la tubería de 350 metros en el sector de La Mica, el servicio de agua potable se fue normalizando en varios sectores de las parroquias afectadas del sur de Quito. No obstante, en zonas periféricas el problema continúa.

“Del 100 % de la fuerza del agua, solo está el 50 %. Mi casa es de tres pisos y en el segundo no sube el agua. Apenas es un chorrito y no hay ni cómo lavar la ropa. Para la lavadora debemos tener un tope de agua y no alcanza, el servicio es intermitente”, indicó Sandra Yanchacaiza, moradora del barrio La Esperanza, en el sector de Chillogallo.

Ella aseguró que para este domingo, 27 de julio, el flujo aumentó, pero había lapsos en los que el agua se iba y en otras ocasiones regresaba de color café.

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El Municipio de Quito abrió las válvulas desde la zona del daño, en la laguna de La Mica, en el páramo del Antisana, el pasado 22 de julio. A partir del miércoles 23, el agua empezó a llegar a los barrios bajos del sur.

Para este domingo, las autoridades informaron que el servicio se ha restablecido en un 95 %, algo que los vecinos cuestionan.

“El servicio no se ha normalizado. Desde el miércoles dijeron que a todos los barrios había llegado, pero donde yo vivo recién vimos un poco el jueves por la noche, alrededor de las 22:00”, afirmó David Barragán, vecino de la ciudadela Ibarra, en el sector de la avenida Martha Bucaram.

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Él y su abuelita explicaron que durante una hora el agua llegó con muy poca fuerza, pero se volvió a ir, y por la tarde del viernes esperaron por un largo periodo de tiempo para que la lavadora empezara a funcionar.

Este domingo, David mencionó que el servicio no es constante y deben tratar de llenar los mismos baldes para que tengan reserva cuando se vaya el agua.

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El agua potable llegó al barrio Los Jazmines y las personas se juntaron para lavar varias prendas. Foto: Carlos Granja Medranda

“Tuvimos que sacar las prendas de urgencia para lavar a mano, lo más importante. Ya estamos cansados de molestar a otros familiares, porque es un abuso tener que llevar ropa en fundas o caminar con las cosas para bañarnos en casa ajena”, continuó Barragán.

Comprar botellones ya no es una opción y nunca consideró acercarse a un tanquero con su abuelita de la tercera edad. “La gente se peleaba por el agua, llevaba más baldes de los necesarios y con mi abuelita no podía cargar tantos. Tenía que llegar del trabajo para buscar quién me podía ayudar con agua”, concluyó el joven ciudadano.

La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) informó que el avance es significativo, pero el sistema aún se encuentra atravesando una etapa de estabilización, lo que podría generar intermitencias en el suministro.

Además, desde la empresa metropolitana añadieron que parte del problema es el derroche de agua y el exceso en el consumo apenas el servicio llegó a las zonas perjudicadas.

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“Entendemos que debemos ahorrar, pero fueron dos semanas sin agua, teníamos la ropa por montones apilada, en los negocios había que hacer algo para limpiar, para que las cosas funcionen”, manifestó Carlos Carchi, morador de San Fernando de Guamaní, ante el pronunciamiento sobre la dosificación de las fluctuaciones en los caudales por el gasto desmedido.

El Municipio recomendó no lavar ropa si no es urgente o imprescindible, no usar agua potable para lavar el carro, las veredas, los patios o para regar jardines y afirmó que, al desperdiciar el agua, los tanques no se pueden llenar y tampoco se podrá equilibrar el sistema.

“La situación de emergencia fue superada y nos encontramos estabilizando los niveles de los tanques de distribución para poder restablecer el servicio de agua potable en los barrios de las seis parroquias del sur de Quito. Es fundamental que consumamos solo lo necesario para que el agua llegue a todos”, concluyó un comunicado del Municipio de Quito.

Las personas se mantuvieron llenando recipientes, a pesar de que el agua había retornado. Foto: Carlos Granja Medranda

Los 530 metros de tubería fueron instalados el pasado 21 de julio, cuando un gran contingente de personal municipal y privado unió los extremos de la tubería y verificó que no existieran fugas de aire y agua.

Posteriormente, se abrieron las válvulas y el agua fluyó desde la laguna de La Mica hasta la planta de tratamiento El Troje. Demoró 48 horas para que los tanques se llenen y el servicio se empezó a distribuir en los barrios.

El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, calificó esta emergencia como la más fuerte que se ha presenciado en la ciudad hasta el momento.

Las autoridades esperan que el flujo de agua potable se normalice durante este fin de semana. (I)