Pocos políticos y muchos personajes animados predominan en locales de venta de monigotes en Carcelén, en el norte de Quito, que se ha transformado en una zona donde se puede encontrar variedad de ofertas para todos los bolsillos.
En unas diez carpas se exhiben junto con otros artículos.
Desde el pasado domingo, Ramiro Parra exhibe monigotes que trajo de la calle 6 de Marzo de Guayaquil. Compró unos 400 muñecos, la capacidad del camión que hizo el viaje desde el Puerto Principal hasta Quito.
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Envió un anticipo a artesanos para que sus muñecos fueran elaborados y en el pedido incluyó los de series animadas y también del presidente Daniel Noboa.
En su local, asimismo, hay muñecos de papel que él mismo elabora, a los que les coloca caretas que adquiere de un proveedor.
Debido a que las ventas navideñas, que también realizan, han estado un poco bajas, según adujo, decidieron adelantar su viaje a la Costa.
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Por la cantidad de muñecos que trajo, no solo vende al por menor, sino que también comercializa para distribuir. Sus precios van desde $ 5 hasta $ 80.
Pagó $ 400 por el flete solo de regreso, dado que un automotor fue con otro cargamento, por lo que pudo aprovechar que retornaba vacío. En comparación con el año pasado, el valor ha subido $ 100, lo que atribuyó al aumento en el precio del diésel. En años anteriores, el producto se ha terminado el mismo 31 de diciembre.
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Ronald Portilla llegó la mañana de este martes, 23 de diciembre, con decenas de muñecos desde Guayaquil. De Quito partió la noche del domingo pasado, llegó al Puerto Principal a las 05:30 del lunes y a partir de las 08:00 empezó a cargar en un camión unos 100 monigotes hasta las 22:00.
Media hora después retornó a la capital. Tomó en cuenta el precio más asequible que ofrecían los artesanos de la calle 6 de Marzo a fin de adquirir la mercadería. El muñeco más grande se vende a $ 100 y el más pequeño a $ 10. Ambos son figuras de series animadas.
Esperan que las ventas se empiecen a mover más. Otros productos que comercializa están rellenos de papel, estos se venden a $ 5, pero no los confecciona, sino que los manda a elaborar. En ese local también hay caretas que valen $ 1 o $ 1,50.
Silva Castro, quien vive en Calderón, extremo norte de la ciudad, adquiría algunos objetos para la Nochebuena mientras miraba los monigotes. Si bien destacaba lo bien elaborados que son, recordaba que hace varios años los muñecos transmitían un mensaje que se transformó en una tradición local que superaba simplemente su confección.
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Contó que a mediados de los años 90, en el sector de El Pintado, sur de la urbe, un club social y cultural del que formaba parte su padre elaboraba años viejos que se exhibían en toda una cuadra, en los que predominaban tópicos satíricos dirigidos al político de turno.
“Antes había una representación de algo, del sistema político en el que vivimos; ahora hay muñecos psicodélicos”, manifestó con nostalgia.
A su criterio, los muñecos actuales no guardan relación con la realidad nacional, por lo que esa tradición se ha ido perdiendo con el transcurrir del tiempo.
Para ella era una oportunidad de criticar y hasta de protestar. “Al mal Gobierno se lo quemaba y se lo castigaba”, opinó.
En su casa se quemará un año viejo elaborado con alguna ropa usada y de papel, pero no habrá las tradicionales viudas, señaló la mujer de 56 años. (I)

























