‘Me enviaban a Manabí, no estudié lo que quería, y ahora trabajo de modelo’: historias de jóvenes que rindieron la prueba de la Senescyt en estos últimos años y no lograron cupos para carreras que aspiraban

Stefanía Rosero se inscribió en un curso de preparación académica, antes de rendir el examen de ingreso a la universidad. Su aspiración era estudiar una carrera empresarial en una universidad pública de Quito. El examen era obligatorio para lograr un cupo. La Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) era la encargada de regular y aprobar a los estudiantes después de rendir las pruebas.

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En el examen obtuvo 700 puntos. “Me enviaban a una universidad de Manabí, yo soy del sur de Quito, así que mejor decidí estudiar una tecnología en Administración de Empresas en un instituto”, expresó una universitaria que en estos años debió ajustar sus aspiraciones profesionales por el sistema de acceso a la universidad pública.

Al finalizar sus estudios no encontró trabajo en su carrera. Ante la desesperación de tener que mantener a su hijo decidió ingresar a una agencia de modelaje. “Actualmente trabajo de modelo, promotora y presentadora. No es lo que soñé, pero tenía que trabajar en algo, y hasta ahora no encuentro un trabajo acorde con mi carrera”, enfatizó.

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Para la quiteña, los institutos y universidades deberían tener un convenio con las empresas, ya que “de nada sirve obtener un título, si no hay trabajo”, dijo.

El 14 de julio, el presidente Guillermo Lasso suscribió un decreto ejecutivo que elimina el examen Transformar, para el ingreso a la educación superior. El mandatario también puntualizó que en este segundo semestre del año, los estudiantes del régimen Sierra deberán rendir la prueba por última vez.

Milton Molina, de 20 años, quería estudiar Derecho. Hace un año rindió el examen, obtuvo 964 puntos, sin embargo, le dieron cupo para Finanzas, su tercera opción, así que decidió rechazar la oportunidad, pues le decían que después podría intentar cambiar de carrera, aunque otros le previnieron que el trámite es demasiado complicado.

“Hicimos cuentas en la casa, con mis papás y logramos pagar una universidad privada, estoy estudiando lo que me gusta, pero, tuve que darme modos, yo estoy trabajando los fines de semana para ayudar a pagar la universidad”, agregó el estudiante.

Para Milton, a pesar de que la prueba impidió que él estudie la carrera de sus sueños en la Universidad Central de Ecuador (UCE), la eliminación de esta significaría un error. Argumentó que esto hará que se desperdicien cupos con estudiantes que no quieren tal carrera y deserten. A su juicio cree que cada universidad debería tomar sus propias evaluaciones de ingreso, para que así exista un filtro.

Con esto coincide Fernanda Arias, quien quería ser médica veterinaria, pero después del examen aprobó para Derecho, en la Universidad Estatal de Bolívar, en la ciudad de Guaranda. Ella tuvo que viajar de Quito y estudiar la especialidad que le sugirió su padre, no la que ella deseaba.

Para Fernanda, lo más indicado sería que todas las universidades tengan exámenes de ingreso, pero enfocados en la carrera a la que los estudiantes desean postular, no una de conocimientos generales, que decida por los alumnos.

Actualmente está realizando la tesis, es egresada y aunque ha enviado varias carpetas, no ha conseguido trabajo.

Marcos Miranda, subsecretario general jurídico de la Presidencia, explicó que exactamente se trata de un traspaso del proceso de admisión a cada universidad, señaló que las universidades públicas podrán escoger a los estudiantes mediante una asignación por meritocracia y respetando la libre elección de carreras. Es decir, cada una podrá implementar el proceso de admisión que más le convenga.

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Otro estudiante que terminó sus estudios, pero no ha conseguido trabajo es Ricardo López, de 24 años. Él rindió el examen para estudiar Medicina, en la UCE. Obtuvo un puntaje de 914, pero esto no alcanzó.

Hace seis años le aprobaron para Radiología, la carrera que no era de su agrado, hace una semana terminó sus estudios. “Al inicio sentí bastante frustración, porque, aunque uno siga en esa facultad de Medicina, era como estar tan cerca y a la vez tan lejos. Después de que pude interactuar en la práctica, ahí recién me gustó Radiología”, agregó.

Al igual que las anteriores historias, Ricardo no ha conseguido trabajo. En su caso, dijo, que esperará que su título sea subido al sistema y poder encontrar una plaza de empleo. (I)