Luego de 24 días del deslave ocurrido en la parroquia Sayausí, que dejó 5 muertos y más de 250 damnificados, los vecinos de las zonas afectadas aún pasan circunstancias complejas. Tienen limitaciones con el servicio de agua potable y más allá de aquello, en sus mentes persiste el miedo de una nueva caída de tierra.
María Guamán vive en Marianza, a 2 metros de la conocida zona cero, en donde ocurrió la gran caída de material la tarde de ese domingo 27 de marzo.
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Contó que por ventaja ni sus familiares ni su casa se afectaron, pero el hecho de vivir a lado de la falla, le genera temor. En ese espacio tiene un pequeño criadero de cerdos, negocio que le permite sostenerse económicamente.
En estos días nuevamente ha llovido en esta localidad, y según los pronósticos de la empresa municipal Etapa, esta situación se mantendrá hasta las próximas horas. Según la información proporcionada, entre el miércoles 20 y el lunes 25 de abril, la posibilidad de precipitaciones será en promedio del 80 %, acompañada de tormentas y chubascos eléctricos.
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Estos aspectos influyen directamente en la creciente del río Tomebamba.
Agustín Ordóñez, presidente del comité barrial de Marianza, señaló que la tensión está presente en ellos porque cuando “vemos el cielo en tono oscuro, nos viene la preocupación, cuánta lluvia caerá, por cuánto tiempo y qué vamos a hacer porque estamos expuestos al peligro inminente”, dijo.
Pero este no es el único drama que viven las cerca de 250 familias ubicadas en la zona de influencia, pues desde aquel 27 de marzo la dotación del servicio de agua potable también fue afectada, ya que las grandes rocas y lodo terminaron con toda la estructura construida por la Junta Comunitaria.
Algunos moradores, como Germán Gutiérrez, no tenían el líquido vital hasta la tarde del lunes. A pesar de las mingas realizadas en todo el tiempo, la única alternativa que tuvo fue recibir la ración que les llegaba en tanqueros desde los Bomberos y Etapa.
En su intento de recuperar este servicio, Ordóñez, quien además es vocal de la Junta de Agua, contó que sobre los escombros se instaló una tubería provisional de 3 milímetros de diámetro para remplazar a la de 610 milímetros que se usa en estos casos.
Laura Chimborazo, moradora de Gulag, reconoció que gracias al trabajo comunitario se “restableció un poco”, pero que todavía no es apta para el consumo humano porque los tanques están sucios o averiados por los residuos de tierra.
La mujer tiene un restaurante con el que intenta restablecer su economía, y también para no quedarse de brazos cruzados utiliza el agua donada que se deposita en algunos tanques plásticos.
Sobre el restablecimiento total del servicio Agustín Ordóñez reconoció que le tomará unos tres o cuatro meses más, porque dependen directamente que las autoridades limpien el derrumbe.
El pasado 12 de abril el presidente de la República, Guillermo Lasso, visitó la zona afectada y uno de los pedidos que le hicieron los ciudadanos fue justamente que les ayuden a reponer el agua.
Según el ministro de Obras Públicas, Marcelo Cabrera, este lugar fue declarado en emergencia y las obras para reconstruir los tramos le tomarán “dos a tres meses las obras”. A lo que el primer mandatario respondió que volverá el 15 de junio próximo para constatar que se cumplió con el ofrecimiento de Cabrera.
Sobre el origen de este deslave, la explicación desde el Servicio de Gestión de Riesgos y Emergencias (SNGRE) es que se trató de algo natural, causado por la saturación del suelo.
Recientes afectaciones
Pero el invierno sigue afectando con fuerza a varios poblados de Azuay y Cañar. En las primeras horas de este martes desde el ECU911 se reportó un deslizamiento en la vía que conecta los cantones Girón y San Fernando.
Alfredo Coronel, director de Obras Públicas del Municipio de Azogues, contó que hay cuatro zonas afectadas: El antiguo mercado Sucre (con el puente sobre el río Tabacay), Chacapamba (problemas con construcciones antitécnicas) y la UNAE (parroquia Javier Loyola) y el puente San José.
Para paliar las afectaciones y encauzar de nuevo al río se contrató maquinaria pesada especializada. En el primer lugar mencionado se desmontó una gran estructura de hierro que servía como cubierta y una construcción que era utilizada como baños.
También en el cantón Biblián, en Cañar, se conoció sobre la creciente del río Burgay que afectó las vías cercanas a las parroquias Nazón, Jerusalén y el sector Plaza de Ganado. Mientras que, en la capital de la provincia, Azogues, colapsó parte de la estructura del mercado mayorista. (I)