El centro histórico de Quito resalta por su belleza arquitectónica, caminar por cada calle descubre una nueva construcción que se ha mantenido a través de los años. Sin embargo, existen bienes inmuebles que han sido abandonados. Esto ocurrió con un imponente edificio donde funcionaba el antiguo hospital psiquiátrico San Lázaro, en la calle Ambato y García Moreno.
Ahora está tomado por un grupo de personas en condición de calle que se cobijan allí del frío de la noche y madrugada con colchones y trapos. Con temperaturas de hasta 4 o 6 grados centígrados, cada prenda les sirve para no morir a causa del frío.
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Son cerca de las 10:00 de un día de agosto, pero para ellos todavía no ha amanecido. Están dispuestos frente a la puerta grande que da al ingreso del edificio, en una especie de balcón frontal dividido por unos 2 metros de altura con el nivel de la calle. Allí unos encontraron su hogar, su sitio de descanso.
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El sonido de los buses y motos que transitan continuamente por la calle Ambato no logra despertar a los indigentes. Tiempo después, los rayos del sol que se reflejan entre ellos tampoco interfieren en su sueño.
Acostados, vulnerables, con pequeños movimientos que denotan la molestia de dormir sobre el pavimento, viven en su propio mundo, en medio del casco colonial que tiene la fama de ser el mejor conservado de Latinoamérica.
Los vecinos que antes caminaban por esta especie de pasarela ya no lo hacen. El olor es nauseabundo, una mezcla de orina, excremento, humedad y basura se concentra en el ambiente, con mayor intensidad ante la llegada del sol.
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Dos perros acompañan el descanso del grupo de personas, como fieles mascotas, al pie de uno de ellos duermen, tranquilos y relajados.
Botellas de licor y fósforos usados completan el escenario deprimente, unas colchonetas, cartón quemado y fundas vacías forman el cuadro de lo que ha sido tomado a causa del abandono.
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Los pilares de piedra tienen grafitis, y el camino, también de piedra, reflejan las manchas percudidas de la suciedad causada por sus nuevos habitantes.
Para Víctor Andrés Carrera, un estudiante universitario, existe mucha delincuencia en el sector. “Hace unos dos meses unas personas extranjeras vinieron a hacer turismo, pasaron por las escaleras y contaron que en la parte de arriba intentaron asaltarlos. ¿Qué hizo la Policía?. Nada”, agrega mientras comparte un cigarrillo con un compañero.
Él tiene la costumbre de andar siempre acompañado, esa es la medida que tienen los ciudadanos para evitar ser víctimas de la delincuencia.
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Paola, una de las vecinas del sector, cuenta que el problema de inseguridad no nace por los indigentes, pues ellos ya conocen a los habitantes del sector y no les hacen nada.
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Pero asegura que existen delincuentes que llegan a esta zona que comunica con la Virgen del Panecillo (mirador turístico) y aprovechan las gradas para delinquir.
“El barrio es un poco peligroso en las noches, rara vez hay policías que están cuidando, en la noche es preferible no salir mejor. A gente de otros lados les roban”, expresa mientras atiende a los clientes de su negocio.
Este Diario consultó con el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) sobre el cuidado de este edificio, en esta dependencia explicaron que se encuentra bajo la responsabilidad de la Dirección de Bienes Inmuebles, a quienes también se ha solicitado información.
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Max Paredes, jefe de otras temáticas sociales del Patronato San José, explica que como parte de los proyectos para personas en situación de calle y familias en movilidad humana, existe el servicio de comedor gratuito, el mismo que funciona en las noches como sitio de alojamiento.
Este lugar ubicado en el bulevar 24 de Mayo, a unas dos cuadras del edificio abandonado, tiene una capacidad para 120 personas máximo. De hecho, Paredes acepta que cada noche tienen alta demanda, al punto que entre 30 a 40 personas ya no logran entrar.
Según un diagnóstico situacional realizado por el Patronato, en Quito existe un aproximado de 793 personas en situación de calle. Por ello, agrega que realizan una serie de proyectos para alimentar a las personas, pero también brindar una ayuda para que dejen las calles.
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También analizan la creación de más centros de acogida, distribuidos en otras administraciones zonales para no concentrar todos estos proyectos en el centro histórico.
Mientras tanto, los seis ciudadanos continúan sin hogar. Paredes ofreció enviar una cuadrilla de funcionarios para ofrecer el servicio de asistencia en ese lugar, aunque afirma que todos los abordajes que hacen son voluntarios, es decir, no se los puede obligar.
Desde el Patronato San José realizaron dos visitas a las personas ensituación de calle, desde esta entidad confirmaron que se trató de ciudadanos consumidores de varias sustancias a quienes se ofreció una reubicación, durante los próximos días volverán. (I)