El aluvión sepultó los sueños de Anghelo de estudiar medicina en Argentina; tras la muerte de su padre, tuvo que volver y quedarse en Quito

El sábado 29 de enero de 2022, Wilmer Moreira se despidió de Anghelo, su hijo mayor, que viajaba a Argentina a estudiar medicina. La partida cambió el ambiente del hogar, que enseguida se sumió en la melancolía.

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Dos días después, el lunes 31, después de cerrar su local de materiales de limpieza, decidió ir a la cancha de ecuavoley que quedaba a dos cuadras de su negocio, en La Comuna.

Pero en cuestión de minutos, un aluvión arrastró a Wilmer a lo largo de un kilómetro, hasta dejarlo sepultado entre los escombros, junto a la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) de La Gasca.

Irma Tacuri, su esposa, vuelve a la cancha diez días después y enciende una vela. Con unas piedras que sobraron de la limpieza de escombros hace una especie de cueva, para que el viento no apague la llama.

Lo que era un complejo deportivo luce como un terreno por el que pasó una excavadora. Tiene pequeñas cochas de agua, está cercado por cintas amarillas de peligro y bajo el resguardo de militares. Ni siquiera está el graderío de tres niveles que fue lo único que permaneció en pie después del aluvión. Todo fue retirado del lugar.

La mujer recuerda que minutos antes de la tragedia, su esposo le envió un mensaje confirmando que realizó el primer pago mensual de $ 160 a la residencia donde se hospedaría su hijo en Argentina. “Le hicimos una videollamada a mi hijo y estaba muy feliz, con muchas ganas de iniciar su carrera y sacar adelante el nombre y el esfuerzo de sus padres”.

A Irma la acompaña su hijo Anghelo, que solo pudo estar en Argentina cuatro días. A ese lugar acudía Wilmer los viernes y sábados sin falta.

El día de la tragedia

La tarde del lunes, señala Irma, había salido antes del local y se fue a la casa a ver al hijo menor, de 10 años. En eso, le llamó uno de los muchachos que trabaja con ella para informarle que ocurrió un desastre en el barrio y que no encontraban a su esposo.

Salió desesperada de su casa e intentó buscar a Wilmer, sin suerte. “Esa noche solo había un camión de bomberos en la parte de abajo, en la escuela 9 de Octubre. Yo logré ingresar (a la cancha), pero era muy difícil encontrarle, era muy oscuro; necesitábamos luz para encontrar cuerpos o a las víctimas que podían salvarse, pero no hubo”.

Al siguiente día, a las 05:00, ya estaba allí de vuelta con botas y un palo de escoba para ayudar en la búsqueda. Poco más tarde, el cuerpo de su esposo fue hallado por los rescatistas junto a la UPC de Policía, debajo de un vehículo y varios metros adentro del lodo.

Su hijo, que se enteró de todo en Argentina, regresó al país el jueves 3 de febrero por la mañana. Al mediodía fue al entierro de su padre en el camposanto Jardines del Valle Colibrí.

Los planes de la familia cambiaron definitivamente. Tras la muerte de Wilmer, quien era cabeza de hogar, su hijo mayor tuvo que quedarse en el país y dejar atrás el sueño de estudiar medicina.

El joven piensa estudiar administración de empresas en Quito, aunque todavía no sabe cómo pagará la universidad. Recién está empezando el luto y asimilando nuevas responsabilidades. Hasta tanto, ayudará en lo que pueda en el negocio y a su madre. (I)