La inauguración del Metro de Quito, el 1 de diciembre del 2023, trajo consigo un cambio cultural, social y de movilidad en la capital. Quiteños, quiteñas y personas de otras provincias se volcaron a las estaciones para tomar fotos, grabar videos y abordar este medio de transporte público que pocos conocían en países extranjeros.

A punto de cumplir dos años de servicio, algunos problemas relacionados con el sistema de puertas, comportamiento en trenes y estaciones, sistema de pagos y aglomeraciones han creado un proyecto que involucra a ochenta personas con chalecos plomos, camisas blancas y micrófonos portátiles que imparten la denominada Cultura Metro.

Una iniciativa que busca concientizar al usuario del Metro de Quito hacia el buen uso de las instalaciones. Pero ¿quiénes están detrás de la Cultura Metro?

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Los han llamado guías educativos, una idea que nace en Medellín y lleva varios meses operando con la gente en este 2025. “La empresa operadora Metro de Medellín Transdev es una empresa franco-colombiana, y en Metro de Medellín tenemos a los guías educativos. La idea nace de nuestros socios de traerlos acá, a Quito, para poder difundir comportamientos positivos dentro del subsistema”, inició Andrea Loyola, líder de proyectos sociales de la Empresa Operadora del Metro de Quito.

Con panfletos, carteles y altoparlantes, los guías educativos suben a los trenes en grupos de tres personas, se presentan ante los usuarios y, con base en su lema “Sonreír, saludar y ser amables”, realizan preguntas dinámicas que despiertan a la gente.

¿En qué horario debemos activar las puertas del Metro, apretando el botón amarillo?, ¿o qué no se puede hacer en el interior de los trenes? Si la persona responde bien, ellos le obsequian un libro con pasta roja o azul que es coleccionable.

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El 64 % de los trabajadores son mujeres. Foto: Alejandro Ortiz

Su intervención no dura más de diez minutos; sin embargo, en ese lapso, quienes utilizan el transporte público cambian de semblante, expresan felicidad en sus rostros y se bajan con mejor ánimo.

Así lo dijo Marcelo Guano, empleado privado que aborda el transporte todos los días desde la estación El Labrador hasta Iñaquito y siente seguridad al utilizar el servicio.

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“Te ayudan y, más allá de eso, te cambian el día. Su espontaneidad es algo indescriptible. Aparte que, como niños, vamos aprendiendo de este tipo de medios que son innovadores, pero como sociedad nos falta saber cómo utilizarlos”, explicó Guano con relación al trabajo de los guías educativos.

Lo propio siente María Landeta, una señora de la tercera edad que cree que los guías educativos se deberían replicar en los buses urbanos de la superficie.

“Que esto podríamos tener en los buses de la ciudad sería perfecto. Para personas de mi edad es difícil movilizarse, y ellos siempre están atentos para ayudarnos”, añadió Landeta en la estación de La Alameda.

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El proceso para seleccionarlos es riguroso. Los solicitantes se someten a varias pruebas, entre ellas psicológicas y de atención al cliente, para saber si son aptos. No obstante, parte de esta selección está intrínsecamente relacionada con la inclusión.

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“Tenemos guías educativos que tienen desde 18 hasta 57 años, pero también es inclusiva a nivel sexogenérico, etario y étnico. Trabajan 18 colaboradores que tienen distintos tipos de discapacidad, de los cuales el 50 % pertenece al área social, educativa y cultural”, continuó Loyola, funcionaria de la empresa operadora.

Psicólogos, educadores, emprendedores y hasta bachilleres forman el contingente humano de guías educativos, quienes controlan filas, evitan que los ‘curiosos’ se acerquen a las rieles o recomiendan no correr en los andenes, en los más de 90.000 viajes que ha realizado el Metro de Quito hasta la fecha.

Entre ellos está David Barragán, un joven de 24 años que vive con su abuelita en el sur de Quito. Su madre se encuentra en España y, después de graduarse del colegio, buscó una oportunidad laboral.

Estudia electromecánica gracias a su trabajo como guía. Foto: Alejandro Ortiz

“Fue un arduo proceso para poder ingresar. Tuvimos que pasar por varias pruebas, varias capacitaciones, pruebas intensivas. Y cuando ingresé, supe que el trabajo era estar al lado del usuario para cambiar un poco el chip de la gente”, mencionó Barragán.

Él se encuentra cursando una carrera de Electromecánica que le fascinó una vez que vio cómo operaba el sistema de trenes, su configuración e ingeniería. “Aquí he aprendido que todo el entorno de mecánica me gusta. Es mi hobby poder estudiar una carrera de tercer nivel”, añadió.

La imagen de la mujer como guía educativa es muy valorada. Verónica Vasco, madre de familia de 42 años, combina el mundo de la docencia con la guianza educativa. Ella dice que son mundos similares por la capacidad que tiene para impartir conocimiento y aprender.

“Yo soy madre, tengo dos hijos, soy el principal aporte económico y, para mí, es muy importante poder trabajar y compartir tiempo con mis hijos. Soy profesora, pero tuve que dejar la docencia por motivos ajenos”, señaló Vasco.

Madre de familia de dos hijos, disfruta cada que se encuentra con sus exalumnos en algún vagón. Foto: Alejandro Ortiz

Una de las principales anécdotas que le ha permitido el trabajo de guía educativa ha sido reencontrarse con sus exalumnos en algún vagón, donde la saludan con un caluroso “¡Profe Verito!, ¿cómo está?”, según el relato de la ciudadana.

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Las mujeres laboran como guías educativas en un 64 %, mientras que los hombres, en un 36 %. Este número puede crecer, debido a que el proyecto está sentando bases para llevarlo a la superficie y seguir impartiendo la Cultura Metro. (I)