Un torbellino de emociones y tragedia en un abrir y cerrar de ojos. Eso es lo que vivió la familia Alvarado, residente en Quito, cuya historia gira en torno a la muerte de su madre, la tarde del 1 de mayo.
Isabel Alvarado recibió una llamada desesperada de su madre. Lo que encontró al llegar fue una escena desgarradora: su madre había perdido el conocimiento y estaba tendida en el suelo, con su placa dental salida.
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Con el teléfono en la mano, Isabel llamó al servicio de emergencia, esperando desesperadamente ayuda. Sin embargo, la espera se convirtió en una agonía mientras luchaba por mantener la calma y seguir las instrucciones del operador del 911.
Lo que continuó fue una serie de eventos desesperantes, marcados por la angustia y la incertidumbre. Isabel y sus hermanos, Eduardo y Marcela, vivieron una situación que escapó a su control. Mientras intentaban salvar a su madre, se enfrentaron a la falta de respuesta por parte de las autoridades de emergencia.
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Los tres hermanos reclamaron desde la tardanza en la llegada de la ambulancia hasta la presunta filtración de información desde el ECU911 a las empresas funerarias.
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Mientras Isabel esperaba la llegada de sus hermanos, junto con su padre, su hijo y sobrina, intentaban controlar la incertidumbre y realizaron dos llamados al Servicio Integrado de Seguridad ECU911. En las dos comunicaciones pidieron que informen el estado de la paciente y ofrecieron comunicarse.
28 minutos después recibieron llamados, pero no de la central de emergencias, sino de vendedores de empresas funerarias que ofrecían sus servicios, mientras los familiares tenían todavía una esperanza de vida de su madre, a espera de la llegada de una ambulancia que nunca llegó.
Mientras Eduardo viajaba en un taxi, también se comunicó con el 911, a él le respondieron que no llegará ninguna ambulancia, que de acuerdo con la información recibida enviarán a Medicina Legal.
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Marcela Alvarado también había llegado, ella cuenta con certificación en primeros auxilios, por ello tomó la batuta en los trabajos de reanimación cardiopulmonar.
Cuando llegó Eduardo, y ante la presencia de dos policías motorizados tomaron la decisión de trasladar por sus propios medios a su mamá. Con el resguardo de los agentes llegaron en cuestión de minutos al dispensario del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de El Batán.
Isabel se quedó en casa con los menores de edad, de pronto encontró a una mujer que ingresó a su domicilio, era una asesora de otra empresa de servicios fúnebres, ella desalojó a la vendedora con la indignación de no conocer por dónde se filtró la información de la emergencia que afrontaban, y aún cuando no se había confirmado que su madre falleció.
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Las llamadas y llegada de personas no terminaron, todos fueron recibidos de la misma manera, con la ira de un familiar que pedía respeto ante el dolor y desesperación, mientras los demás familiares esperaban una respuesta de los médicos.
Finalmente se confirmó que la mujer había fallecido por un derrame cerebral, también presentó una contusión craneoencefálica que la médica legista explicó que se debía a la caída que tuvo en el ingreso de su habitación.
“Nunca llegó la ambulancia, pero sí llegaron varios vendedores de funerarias, no sabemos de dónde se enteraron si nosotros teníamos la esperanza de que mi madre siga con vida”, enfatizó Isabel Alvarado.
Este Diario solicitó una respuesta sobre el tema al ECU911, sin embargo, hasta la publicación de esta nota informativa no existió una respuesta.
La familia Alvarado comentó que desde esta entidad se comunicaron con ellos, desde un departamento de calidad, les habrían dicho que están analizando el tema.
Los Alvarado pidieron que exista una reunión presencial, que entregarán un escrito dejando en evidencia la cronología de los hechos y su reclamo ante una posible filtración de información desde esta línea de emergencias.
El relato también fue compartido por Isabel, en su cuenta de TikTok, el mismo ha tenido miles de reacciones y mensajes de solidaridad, así como reporte de casos similares.
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En un esfuerzo por obtener respuestas y justicia, la familia Alvarado está decidida a enfrentar este trauma y abogar por cambios en los protocolos de respuesta de emergencia.
Todavía no han superado el dolor del primer Día de la Madre sin la presencia de la suya, recuerdan con indignación la falta de respeto que sintieron por parte de diferentes empresas funerarias, y las lágrimas todavía brotan de los ojos hinchados. (I)