Ambato

Con un dolor profundo, Alfredo Valdés, padre de Pablo Valdés, cuenta que el 8 de junio cambió la vida para la familia. Ese día, su hijo acudió a un parque de diversiones que a comienzos de ese mes se abrió en la parroquia Izamba, en el norte de Ambato.

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En ese lugar, su hijo sufrió una caída cuando se subió a uno de los juegos.

Según el progenitor, falló la seguridad del juego, por esa razón cree que cayó de una altura aproximada de seis metros, producto de lo cual se fracturó el cráneo.

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“Luchó por su vida por diez días, hasta que al final su cerebro no resistió y falleció el 18 de junio, dejando un inmenso dolor en la familia, que está muy consternada por la situación”, contó.

La familia indicó que no hubo un protocolo de emergencia, ni primeros auxilios, ni atención inmediata, porque no había paramédico, ni botiquín.

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Valdés cuestionó la atención en el hospital general Ambato del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), por ello, dijo, decidieron sacarlo a un hospital particular.

Ante lo sucedido con su hijo, Valdés pide el cierre inmediato del local con el fin de evitar que otra persona sufra un accidente similar y que si los dueños deciden continuar con el servicio, tengan las seguridades adecuadas, además de un seguro contra todo riesgo.

En el ámbito legal dijo que la Fiscalía lleva el caso como una muerte violenta, ante lo cual pidió que las investigaciones se realicen con celeridad con el fin de que se determine si el lugar contaba con las seguridades adecuadas, si era apropiado para el desarrollo de los juegos.

“Queremos que el hecho no quede en la impunidad, por eso pedimos justicia para Pablo y que esto sirva para que las autoridades revisen a estos locales, para que las seguridades no fallen a los ocho días de inaugurado”, indicó.

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Verónica Mantilla es parte de la defensa técnica de la propietaria del parque de diversiones. Ella aclaró que el local comenzó a funcionar en los primeros días de junio, que no tiene ningún tipo de juego mecánico, sino todos son no mecánicos, como escalada o saltarines. Además, cuentan con todas las seguridades y garantías.

El parque cuenta con alrededor de diez empleados que se ocupan de verificar que las personas que ingresan utilicen las medidas de seguridad de acuerdo al juego.

En el caso de Pablo Valdés lo primero que se hizo, dijo, fue llamar a los equipos de emergencia, esto es, al ECU911. Mientras tanto, el personal del local le brindó un primer auxilio, de acuerdo con la capacitación que tiene. No se lo movió porque se trató de una caída y eso requería de personal paramédico, indicó.

Luego fue llevado al hospital del IESS, en donde aseguró que acompañó a los propietarios del parque de diversiones para hacerse cargo de toda la asistencia médica e incluso por falta de atención oportuna se conversó con la familia Valdés para que decidan llevarlo a la casa de salud particular que elijan.

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En el hospital particular, los propietarios del local se hicieron cargo de todos los gastos médicos hasta cuando falleció, luego de lo cual se rompió el diálogo.

Dijo que de parte de los propietarios del parque hay todas las facilidades para la investigación con el fin de que se esclarezca lo que sucedió en el accidente.

Aunque en un instante aseguró que cuenta con todos los permisos municipales y de Intendencia de Policía que requiere el parque de diversiones para el funcionamiento, argumentó que el de la Intendencia se estaba tramitando, que no se pudo obtener porque el sistema para la obtención estuvo colgado.

“Pero se cumplió con absolutamente todo lo necesario para el permiso”, apuntó Mantilla.

Aseguró que en la actualidad continúa funcionando, aunque por lo que sucedió con la muerte de Pablo Valdés hay un bajón de clientela, por esa razón hay días que no se abre.