Prevalencia de síntomas de ansiedad, depresión serían, entre otros, los efectos del COVID-19 en la población en general, según estudios internacionales en los que participaron más de 90.000 personas.
Así lo sostiene el libro La enfermedad del coronavirus-2019 (COVID-19) y el virus del SARS-CoV-2, publicado por la Universidad de las Américas (UDLA), que agrega que las personas se han visto afectadas por la disrupción de actividades cotidianas y factores como el cambio en las modalidades de trabajo y estudio, miedo a la enfermedad y experiencia de ser vulnerables a las consecuencias de la recesión económica.
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Otras publicaciones internacionales concluyen que una de cada tres personas infectadas por COVID-19 realiza tratamiento psicológico. Presentan altos niveles de sintomatología ansiosa, depresiva.
Gabriel Guamán, psicólogo clínico y quien tiene una maestría en Psicoterapia, recuerda en su consultorio el caso de una mujer, de 19 años, con depresión y ansiedad, que estaba superando ese cuadro, pero se contagió de COVID-19, lo que redujo sus posibilidades de adquirir medicamentos y de asistir a terapia.
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Además, al no poder salir al aire libre o no relacionarse con su red -que le ayudaba en su tratamiento- el cuadro psicológico volvió.
En los tratamientos del experto, el trastorno más frecuente es el adaptativo -a raíz del COVID- que ha generado ansiedad y depresión.
De cinco consultas diarias, tres están relacionadas con COVID-19 y sus repercusiones psicológicas.
Insomnio, aislamiento social, miedo a estar fuera del domicilio son algunas de las características que presentan personas con ansiedad y depresión, que padecieron de COVID-19, en los centros médicos de la Cruz Roja Ecuatoriana.
Tatiana Sánchez, quien es la coordinadora médica de esos centros, agregó que hay gente que incluso llega a tener problemas laborales porque no desea estar en las oficinas con sus compañeros, debido a que quedaron aterrorizados de volver a contagiarse de la pandemia.
La tendencia de edad, en donde se ven estos trastornos ansiosos-depresivos, es de entre 25 y 50 años, así como en adultos mayores, agregó Sánchez.
Guamán explicó que un cuadro ansioso es cuando la persona le da mucha importancia al futuro unido a pensamientos catastróficos, y se hace preguntas como ¿y si me enfermo?, ¿y una vez que me contagie voy a tener repercusiones?, ¿si me vuelve a dar voy a morir esta vez?
La reacción del cuerpo se puede manifestar en sensación de opresión del pecho, taquicardia, no saber cómo reaccionar.
En tanto que la depresión se relaciona con el pasado, la tristeza, la nostalgia. Recordar pérdidas de personas, empleo o la precariedad de estos.
“Sumado a esto, la pérdida de interés a cosas que anteriormente nos gustaba y que por el mismo confinamiento (...) no podemos desenvolvernos”, dijo el especialista.
Un familiar de una persona que estuvo más de treinta días internada en cuidados intensivos por coronavirus comentaba que en la mañana, al despertarse, ese allegado tenía poco o ningún deseo de hacer algo.
“Hay personas que han tenido este contacto directamente con la muerte, con la UCI, con el hecho de que han llegado a utilizar oxígeno y hoy por hoy su cuerpo se ha visto aminorado (...), se cansan rápido, se frustran por eso”, agregó Guamán.
Cada caso requiere un tratamiento. Sánchez sostuvo que se tiene que hacer un abordaje interdisciplinario en el que intervienen varios especialistas. (I)