“La moneda social nació en los manglares y esteros del golfo de Guayaquil”, manifiesta Ezequiel Castro, director The Social Project Foundation, al describir el origen de una economía alterna que transforma residuos plásticos en valor comunitario.

Durante años, Castro cuenta que la fundación observó un escenario repetido: toneladas de desechos acumulados y comunidades sin oportunidades económicas. Ante esta realidad decidieron no esperar soluciones externas y crear un mecanismo capaz de convertir un problema ambiental en una oportunidad de desarrollo local.

Este transporte fluvial lleva a niños de comunidades del Golfo de Guayaquil a sus escuelas a cambio de desechos plásticos

El director relata que la idea surgió al ver redes de pesca abandonadas y botellas arrastradas por la marea. “Si el plástico era un desafío ambiental, ¿por qué no convertirlo en un activo?, así nació nuestra moneda comunitaria que impulsa inclusión, sostenibilidad y educación", enfatiza.

En ese sentido, puntualiza que la misión del proyecto es reducir la contaminación en ecosistemas frágiles -manglares, ríos y esteros- mientras se fortalece la economía local mediante un sistema justo y transparente. “Buscamos que estas comunidades no solo recojan plástico: queremos que lo valoren, lo transformen y lo conviertan en bienestar”.

El funcionamiento de la moneda social, explica el director, es simple y riguroso. El valor de cada ficha equivale a un kilo de material limpio y clasificado, correspondiente a $ 0,50 y pueden canjearse por productos esenciales. Dos kilos de plástico permiten adquirir un paquete de fideos; diez kilos, un champú. “También pueden canjearlas por artículos de higiene, jugos, caramelos, repelentes, comida para mascotas y útiles escolares”, agrega y asegura que ninguna moneda se emite sin un certificado de disposición correcta del material, lo que garantiza trazabilidad y un impacto verificable.

Familias acceden a productos esenciales mediante el sistema de canje de la moneda social. Foto: Cortesía

Para recibir las monedas, detalla Castro, el plástico debe entregarse lavado, clasificado y libre de tierra o residuos orgánicos, con el fin de mantener estándares de reciclabilidad.

La respuesta comunitaria ha superado expectativas. Hasta la fecha, más de 50 toneladas de plástico han sido retiradas de playas, ríos y manglares gracias al sistema de moneda social y a sus actividades complementarias, detalla el director de la fundación. Pero, más allá de las cifras enfatiza que el impacto más significativo es emocional. “Las familias sienten orgullo al contribuir a limpiar su propio territorio y comprobar que su esfuerzo tiene un valor tangible y digno”.

Miembro de la fundación y Ezequiel Castro muestran cómo queda el material reciclado antes de pasar al proceso que dará origen a nuevos productos. Foto: Cortesía

Un mecanismo para transformar realidades

Castro menciona que el sistema busca responder de manera directa a tres problemáticas críticas que afectan a diversas comunidades del país. La primera es la alta contaminación por plástico en zonas donde no existe servicio de recolección y los residuos terminan acumulándose en entornos frágiles. A esto se suma la falta de oportunidades económicas en áreas costeras y rurales, donde muchas familias carecen de ingresos suficientes. Y el tercer desafío, señala, es la ausencia de incentivos reales que motiven a las personas a recoger, clasificar y disponer correctamente el plástico que generan. “El sistema de la moneda social une estas tres necesidades en un sola solución: limpiar el entorno, generar economía y educar a través de la acción”.

Cómo y dónde canjear el plástico reciclado por la moneda social

De acuerdo con el director del proyecto, las comunidades deben entregar el material reciclado en el Centro de Clasificación y Valoración de cada zona. Allí, el material es pesado y se asignan las monedas sociales, que pueden canjearse en los puntos habilitados por la fundación en Subida Alta, Estero de Boca, Bellavista, Cauchiche -frente a Posorja, dentro de la Isla Puná-, Punta Piedra (Isla Josefina, Golfo de Guayaquil) y, próximamente, Puerto Hondo. Estas monedas se utilizan en las tiendas Ecotrueque instaladas en esas locaciones. (I)