Los negocios permanecen abiertos, pero con una o dos personas comiendo en su interior, mientras la música se replica en las calles para promocionar productos al viento, porque en la acera hay escasa presencia de peatones. Pocos acceden a los comercios.
En medio de ese panorama, se evidencia preocupación en el rostro de la gente, en su mayoría mujeres con niños, al abordar largas filas cargando bidones, tanques, botellas, baldes y tinas para abastecerse del líquido vital que escasea en esa zona, que se incluye entre las seis parroquias del sur de Quito que desde el pasado miércoles 9 de julio no cuentan con agua por la rotura de una tubería en el sistema Mica.
Esto se suma a la preocupación de comerciantes, encargados de negocios y vendedores ambulantes por la poca producción y resultados en medio de la crisis que ya lleva una semana.
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Muchos traen el agua de otros lugares al tener problemas con los tanqueros de la zona, ya que no pasan en las horas que informan, según los moradores.
Canecas tapadas para los alimentos y tinas abiertas para los baños forman parte de la decoración de restaurantes, panaderías y tiendas de víveres en el barrio.
“Nosotros pensamos que íbamos a vender un poco más, pero no, sí ha bajado la producción diaria. Ahora mismo, a esta hora (mediodía de miércoles 16), teníamos cerca de diez personas comiendo, ahora solo tenemos dos y esa ha sido la tendencia durante esta semana”, contó Wilson Chasi, propietario de un restaurante de comida cerca del punto donde un camión de bomberos abastecía de agua a la población.
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Los vecinos ‘matan el tiempo’, como ellos dicen, limpiando el polvo en negocios que expenden productos como ropa, mientras en panaderías la situación se agrava.
“Siquiera el 80 % en ventas y materia prima hemos perdido durante esta semana. No entra nadie, creo que la gente está saliendo para otros lugares en el norte o en los valles, porque acá está complicado”, apuntó Aída Tapia.
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Ella, junto con su familia, ha tenido que levantarse a las cinco de la mañana para poder llegar al primer tanquero que descarga agua, empezar a lavar bandejas, preparar el pan y mantener el horno que funciona con el líquido vital.
“El día viernes nos hicieron esperar desde las seis de la mañana que nos ofrecieron y aparecieron a las cinco de la tarde. Definitivamente nos estamos comiendo la camisa, no tenemos empleados ni nada, por lo mismo, porque no alcanza para pagar”, señaló la comerciante.
Frutas por montones a punto de pudrirse, carnes, quesos, embutidos y más productos presentan cuadros de rebaja de precios en sus libras para que el ingreso, por lo menos, sea el mínimo.
En un restaurante de comida serrana y costeña, donde se venden encebollados, almuerzos y platos a la carta, su encargada, Liliam Velasco, aseguró que diariamente, por lo concurrido que era el lugar, ganaba hasta $ 250, pero en esta semana apenas ha podido generar entre $ 50 y $ 80.
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“Gastamos cerca de $ 10 diarios en camioneta para poder traer de otro lugar el agua, porque si esperamos abastecernos aquí, no podríamos abrir el local. Aparte, no sé cuánto saldrá la planilla de agua del siguiente mes”, manifestó la ciudadana.
En un ambiente lúgubre, con ollas llenas de agua a punto de hervir y otro poco en canecas cerradas, Liliam Velasco afronta esta grave crisis señalando que los días pasan lento. “Lo único que esperamos es que esto se acabe, que arreglen lo que tengan que arreglar, pero es un sufrimiento constante. Para muchos, una semana es corta, pero se ha hecho bastante larga”, añadió.
El Municipio de Quito, a través del alcalde Pabel Muñoz, ha ofrecido la instalación de los 350 metros de tubería, junto con la zanja y la plataforma, para el fin de semana próximo. Sin embargo, aún se desconoce si será para sábado 19 o domingo 20 de julio.
La gerenta de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), Verónica Sánchez, informó que la estructura tendrá un costo de $ 450.000 y conducirá el agua desde la laguna del Mica hasta la planta de tratamiento El Troje, en un recorrido de 45 kilómetros.
La mañana de este miércoles, 16 de julio, el alcalde explicó que desde Cuenca se transportan más de 300 metros de polietileno de alta densidad, especialmente diseñado para resistir terrenos inestables como los del Antisana.
Por su parte, el pasado martes 15, del Gobierno nacional, el ministro de Obras Públicas, Roberto Luque, visitó la zona cero y constató el trabajo que realizan en el páramo del Antisana.
“Nos pidieron dos excavadoras, y vamos a enviar tres. Nuestro objetivo es acortar los plazos y ayudar a restablecer el servicio de agua potable lo antes posible”, dijo la autoridad del MTOP a modo de compromiso ante esta desgracia.
Además, el Ministerio del Ambiente ubicó tres plantas portátiles potabilizadoras de agua en barrios altos y periféricos donde los tanqueros no llegaban y las personas empezaron a tomar el servicio de vertientes naturales, pero que no tenían una calidad estandarizada para su consumo.
José Gavilanes, técnico de agua, higiene y saneamiento de la Cruz Roja, indicó que las plantas no pueden funcionar más allá de quince días porque requieren mantenimiento.
Los equipos dotan de entre 3.000 y 5.000 litros de agua por hora cada uno.
El experto indicó que se hicieron los análisis de calidad del agua de la vertiente, que es apta para el tratamiento, y después se la potabiliza, con lo que es segura para el consumo y preparación de alimentos, evitando la contaminación, así como enfermedades. (I)