“Suenan las notas del fiel rondador en los labios del indio que brinda su amor a la dueña de su corazón”, era la Canción de los Andes que resonaba hasta los exteriores de la Casa de la Cultura, donde cientos de quiteños se acercaron para despedir a la Grande del Ecuador.
Sí, era la voz de Paulina Tamayo, pero ya no estaba frente a su público con un vestido colorido y pomposo; ahora yacía dentro de un féretro café, con un gran número de arreglos florales a su alrededor, un Cristo a su cabeza y su público que subía hasta la capilla ardiente para agradecerle por su música y sus letras.
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Unos se arrodillaban, lanzaban plegarias al cielo; otros se limpiaban las lágrimas, tocaban el ataúd y, entre susurros, mencionaban: “De seguro le cantarás a mi papito en el cielo”. Fue la oportunidad para recordar a quienes partieron y crecieron junto a la música de Paulina Tamayo, una de las voces más emblemáticas del pasillo y la música ecuatoriana.
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“Yo estoy aquí en memoria de mi padre porque a él le encantaban sus canciones. Las entonaba con toda el alma y le encantaba ‘Collar de Lágrimas’. Por eso vengo aquí, porque estará feliz de recibirla en el cielo”, señaló entre lágrimas Valeria Veintimilla, fiel seguidora de la cantante ecuatoriana.
Una foto gigante de Paulina reflejaba la brillantez de su carrera, la humildad de su personalidad y la calidad de persona que fue, tal como lo recordaban sus allegados y quienes tuvieron el honor de conocerla.
“Para mí deja un vacío bastante grande, fue una persona bastante humilde, grata, amorosa, cariñosa, llena de espiritualidad y sus canciones siempre llenaron el corazón de la gente”, expresó Marisela Silva, otra seguidora.
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Solo quedaba el eco de esa voz incomparable en los altoparlantes del Teatro Nacional, que no solo se escuchaba, sino se sentía. La gente cerraba los ojos al escuchar Parece Mentira o Vasija de Barro; los ojos de muchos se humedecían y, de seguro, se transportaban a esos grandes conciertos donde Paulina levantó a su público y los puso a bailar con los tradicionales albazos, pasacalles, sanjuanitos y demás.
Ya no se la podrá ver levantando su mirada al cielo, apretando los puños y entonando la famosa Canción de los Andes. Siempre la cantó con un sentimiento inigualable, pero nunca dejó entrever por qué, para ella, este sencillo compuesto por Constantino Mendoza significaba tanto.
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Willie Tamayo: “Quisimos que mi mamita tenga esta despedida, con su gente"
El sol brillaba en Quito durante la mañana de este miércoles, 22 de octubre, pero al interior del predio un frío recorría el cuerpo de todos. Parado frente al féretro de su madre, Willie Tamayo, joven productor de 33 años, intentaba ocultar el dolor tras unas gafas negras.
“Quisimos que mi mamita tenga esta despedida, con su gente, porque ellos la convirtieron en ‘La Grande del Ecuador’ y así será por siempre. Gracias porque han demostrado ser una segunda familia en estos momentos”, dijo Willie.
Su hijo la describió como “La Grande del Cielo”, y al volver a mencionarlo, su voz se quebró. “Mi corazón está destrozado porque ella será siempre mi alma gemela. Compartimos todo juntos y ahora mismo soy consciente de que ella me sostiene, porque se fue la mitad de mi alma, pero me siento tranquilo porque está en un mejor lugar y seguirá cantando en el cielo”, mencionó.
Su último mensaje para sus hijos fue que no dejen morir la música ecuatoriana y que porten la bandera como ella lo hizo durante 54 años de carrera musical, donde compartió escenarios con grandes artistas internacionales como José Luis Rodríguez ‘El Puma’, Roberto Carlos, Juan Gabriel, y nacionales como Margarita Lasso, La Toquilla, Juan Fernando Velasco, Don Medardo y sus Players, entre otros.
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Las horas pasaban y, entre el público —que no solo eran adultos mayores, sino también jóvenes que apreciaban la música ecuatoriana y la voz de Paulina Tamayo—, se escuchaba en un solo grito: “¡Qué viva la Grande del Ecuador!”, mientras aplaudían y coreaban sus canciones.
Nadie quería perderse el último adiós. De terno negro y camisa blanca, el alcalde de la capital, Pabel Muñoz, llegó para rendirle un homenaje a la artista. Él indicó que postulará el nombre de Paulina para que sea emblema de un premio que se entregue en diciembre.
Además, aseguró que a nivel institucional se está promoviendo que más personas se unan al evento denominado “La Semana del Pasillo”, con el fin de rescatar las raíces de la identidad ecuatoriana.
Sin embargo, al consultarle sobre los recuerdos que le deja Paulina, Muñoz dijo: “Solo para ponerle una anécdota, mi madre llora cada que escucha la ‘Canción de los Andes’, cantada por Paulina Tamayo, esta intérprete maravillosa de uno de los géneros más importantes que tenemos”, recalcó el alcalde.
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En ese momento hubo un silencio. El público coreaba a viva voz: “Pero me ha llegado, a mí este momento, y a la edad que tengo me nace un amor”. El alcalde de Quito se sensibilizó y caminó hacia el ataúd para acariciarlo con su mano derecha y bajar del escenario entre lágrimas.
¿De qué murió Paulina Tamayo?
Paulina de las Mercedes Tamayo Cevallos falleció la mañana del martes, 21 de octubre, a causa de una insuficiencia respiratoria, a los 60 años, en el hospital Metropolitano de Quito.
La quiteña ganó varios premios desde que se inició en la música. El Rumichaca de Oro, conseguido en 1970, a los cinco años, y el Ecuadorian Music Award, recibido en la ciudad de Nueva York en 2018, fueron los más importantes de su carrera profesional.
Paulina Tamayo fue velada hasta las 10:00 de este miércoles y, posteriormente, sus restos recibirían una misa especial en la Basílica del Voto Nacional, para después trasladarla al lugar donde sería enterrada, en un evento más familiar. (I)