Mario García nunca se imaginó que su primera tabla de surf, la que le regaló su madre cuando tenía tan solo 14 años, sería el inicio no solo de un hobby y un estilo de vida, sino del negocio que hoy por hoy es su principal sustento y razón de su reconocimiento internacional.

Este médico de profesión, pero surfista por decisión, de 52 años, ha sabido, durante 22 años, ganarse un nombre en el mundo del surf con su empresa y marca de tablas de surfear Shark Bay Balsa (SBB Surfboard), con la que ha llegado a mercados tan lejanos como Japón, Arabia Saudita, Australia y Sudáfrica; también a Europa y países vecinos como Chile, Argentina y Brasil; aunque su principal destino es Estados Unidos, el inventor del surf.

El nombre de su empresa es un homenaje a uno de sus sitios favoritos para surfear que se llama Shark Bay, en General Villamil Playas. Lo comenta en su oficina, una especie de pequeño museo del surf, con las paredes cubiertas de tablas de toda medida y diseños; en la vía a la costa, donde su mirada se pierde entre sus clásicos diseños y se traslada al año 2000 cuando decidió transformar su hobby en un negocio, después de asistir a una feria en Estados Unidos con dos tablas que elaboró artesanalmente, que capturaron la atención de los expertos internacionales.

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“Esto se inició cuando cursaba de un año a otro de Medicina, me iba de vacaciones, me iba a perder a surfear, no solo aquí en Ecuador; y en una de esas me fui a California (EE. UU.) y me llevé un par de tablas para allá, ese fue prácticamente el inicio; y allá le gente me empezó a pedir tablas y poco a poco me fui metiendo en este mundo de la madera, de la balsa”, cuenta García, y a la vez puntualiza que extendió su negocio a exportar también la materia prima, la balsa, que la consigue en las provincias de Manabí y Esmeraldas.

Recuerda que Ecuador empezó a exportar balsa desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial (1939).

“La gran parte de los fuselajes de los aviones eran de madera de balsa, aquí había ya compañías que exportaban directamente a Estados Unidos y no solo a Estados Unidos, sino a Alemania para la fabricación, el ala del avión era enteramente de madera de balsa”, afirma el médico internista, quien asegura que en los últimos años la mejor época de las exportaciones de balsa de Ecuador, incluida su empresa, fue durante la pandemia en el 2020.

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Las cifras lo respaldan. Según la Asociación Ecuatoriana de Industriales de la Madera (AIMA), la balsa y sus derivados pasaron de representar el 44 % de las exportaciones en el 2019 con $ 219,4 millones a sobrepasar el 66 % en el 2021 con $ 570 millones. Asia fue el principal destino de esta madera con el 77 %, le siguió Europa con el 12 % y América con el 11 %.

Guayaquil, septiembre 8 de 2022.- Tablas de surf de balsa para exportación. Mario García Elías. Foto Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

En el 2021 las exportaciones de balsa bajaron a $ 300 millones, pero de todas maneras mantuvo una tendencia creciente en comparación con años anteriores al 2020. García explica que el crecimiento del 2020 se debió a que empresas chinas salieron al mundo a buscar balsa “como locos” debido a un programa de subsidios que el gobierno de ese país ofrecía a firmas que presentaran proyectos para revertir cierto porcentaje de su producción energética con energías renovables a base de la balsa.

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“Todos los días teníamos chinos aquí, todas las semanas, venían chinos de diversos sectores, por ejemplo el automotriz, de marcas de carros”, recuerda el empresario, que afirma que al ser época de pandemia él y sus trabajadores tuvieron que vivir en el taller para cubrir la demanda.

García deja las cifras y retoma su sueño hecho realidad, sus tablas de surf. Asegura orgulloso que una gran parte de las tablas que ha vendido nunca han tocado el agua; porque son consideradas obras de arte y los dueños prefieren adornar sus paredes o sitios especiales con ellas.

“Creo que de todas las tablas que he fabricado a lo largo de estos años, no le cuento a más de 10 personas que la hayan utilizado para meterla al agua. Es algo tan exótico para ellos que la conservan de la mejor manera, la muestran en las mejores áreas de sus casas, en los mejores sitios; es un elemento que representa parte de la cultura surfer, es como un bien sumamente suntuoso, elegante y delicado”, señala García, y entre bromas, pero con la seriedad del caso, asegura que han llegado a catalogar sus creaciones como los Ferraris o los Lamborginis del mundo del surf.

Una tabla de SBB Surfboard puede llegar a costar entre $ 600 y $ 1.400, dependiendo del material y las medidas; aunque García reconoce que algunas se han vendido por mucho más por las características exclusivas que en su momento pidieron sus clientes.

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Desde piel de culebras hasta filos de oro

De estos pedidos se desprenden muchas anécdotas sobre los gustos más excéntricos que ha tenido que satisfacer, como cuando tuvo que colocarle piel de serpientes a una tabla, o colas de alacranes u hojas de cacao, en el caso de un cliente que era un importante empresario chocolatero.

Sin embargo, hay un pedido en especial que aún le saca sonrisas, pero que en ese instante lo llevó al extremo. Se trata de una tienda de Gucci en EE. UU. que le solicitó que el logo de la firma tenga filos de oro.

“Esto es como que usted se va a diseñar un traje, esto es personalizado. La tabla la hicimos para Gucci, conseguimos hacerlo con un amigo joyero que hizo unas láminas de oro para los filos del logo”, asegura García, quien prefiere no revelar el valor que cobró por la tabla que embarcó hace unos cuatro años con dirección a California.

Actualmente exporta un promedio de 18 tablas al mes. Hubo mejores días cuando de su taller no salían menos de 300 tablas que llenaban contenedores de 20 pies. Lamenta que el negocio haya sido impactado por la crisis mundial.

“La gente invierte y gasta, pero una tabla de surf no es algo prioritario, no es un producto de primera necesidad, entonces las ventas se han reducido sustancialmente”, reconoce el empresario, quien sin embargo no deja el optimismo y espera que la tan anhelada recuperación llegue para el 2023 y enviar por lo menos el doble que su promedio actual. (I)