“Luchadora”, “paciente” y “minuciosa”, así consideran a la mujer guayaquileña tres expertas que han sido testigos de las oportunidades y también de la desigualdad laboral en la sociedad ecuatoriana, donde la mujer ha tenido un rol clave, como en aquel 9 de octubre de 1820, cuando Ana Garaicoa de Villamil, Isabel Morlás y otras más de las clases populares dejaron su huella en la independencia de Guayaquil.