Mauricio Laniado regresó al país tras 26 años de vivir en Estados Unidos, para tomar el riesgo de invertir y dar a luz una nueva industria en el Ecuador, la de la producción de harina de insecto como insumo para la alimentación animal. Él, y otros tres inversionistas nacionales llevan adelante Bioconversión, una empresa que el próximo 1 de diciembre abrirá formalmente sus puertas tras un proceso piloto que se inició en el 2017 y que validó excelentes resultados.

¿A qué se dedica Bioconversión?

Es una empresa que se dedica a convertir los residuos orgánicos que la agroindustria desecha: cáscaras de banano, cáscaras de maracuyá, residuos de pan, alimentos no vigentes... todo eso Bioconversión lo transforma en proteína a través de un insecto.

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¿Qué insecto?

Es una mosca Hermetia Illucens, conocida como soldado negra. Es una mosca que existe en Ecuador, en toda la línea ecuatorial del mundo, no es generadora de enfermedades, no daña cultivos, en su estado de adulto cuando vuela no tiene boca, solo absorbe humedad y pone los huevos. Los huevos cuando se convierten en larvas son las que se alimentan hasta que se hacen pupa (capullo). El ciclo de vida del insecto es de 45 días, es de muy alta rotación.

¿Cómo estas moscas llegan a producir proteína?

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El excremento de la larva se lo seca, se lo muele y se convierte en proteína. Esto se lo entregamos a las plantas de alimentos balanceados, es un insumo más para alimentación animal. El excremento de la larva (también) es un abono para la tierra, ese es un subproducto, para la parte de agricultura. Son dos productos.

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¿Por qué a través de insectos?

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Los insectos en los últimos 10 o 15 años en Europa y Estados Unidos se los están utilizando, se ha descubierto que es un gran reciclador natural, se alimenta de esto que nosotros los humanos botamos, desechamos y su cuerpo al alimentarse lo convierte en proteína, la larva del insecto tiene 45 % de proteína y 126 % de grasa y todos los aminoácidos requeridos para una buena alimentación animal. Ya en Asia y en otros países lo están usando para barras energéticas, aquí estamos comenzando con la alimentación animal.

¿Hay otras empresas que utilicen insectos para producir proteínas en el país?

Que yo sepa somos la primera planta industrial en el Ecuador que existe.

¿Cuándo se inició este proyecto?

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Iniciamos una planta piloto a fines del 2017, alquilamos una bodega y con maquinarias muy pequeñas comenzamos. Esto lo iniciamos porque estábamos buscando soluciones sostenibles para el ambiente, nosotros como familia tenemos bananeras, y siempre estamos buscando cómo utilizar todo.

¿Cómo se enteró de esta industria?

Un grupo suizo dio un curso, en el 2017, y empezamos a investigar eso que ya estaban haciendo en otros lados, sin embargo, en ese momento la información era muy restringida, había plantas, pero no querían dar información y me pasé dos meses en Indonesia en un proyecto de los suizos que hicieron este proyecto, ahí fue que estuve viendo lo que había leído, yo lo quería ver y palpar que esto era real. En esos dos meses confirmé que el proyecto era viable, que realmente convierte, transforma.

¿Cómo aplicó en Ecuador lo que vio en Indonesia?

Vine, comencé a investigar, en la Península (Santa Elena) conseguimos unas larvas y básicamente en el patio de mi casa comencé a hacerlo, duré dos meses ahí, luego pasé a una bodega y comenzamos a criar el insecto y la planta fue prácticamente, primero, para validar el proyecto, para validar primero que el insecto se críe bien, desarrolle bien, crezca bien y todo eso se validó; y segundo que haya suficiente materia prima para alimentar este insecto y para esto hablamos con la agroindustria y vieron el beneficio que esto trae, que en vez de botarlo a un relleno sanitario y crear CO2 y gas metano y los daños ambientales que ya todos conocemos, hacer esto, algo de la nada, hacer algo positivo.

¿Cómo se acercó a sus potenciales clientes, las plantas de balanceados?

Validé el mercado, hablé con las plantas de balanceados y en efecto algunas de ellas, una de ellas en específico, nos apoyó y le comenzamos a entregar a los nueve meses un poquito, porque no teníamos las instalaciones hechas. Esa empresa nos validó, nos autorizó y calificó como proveedores como insumos de insectos. Hicimos un proyecto financiero para ver la validez y la rentabilidad, todo eso lo hicimos en el 2018 y el 2019, mientras estábamos criando el insecto y entregando producto.

¿Este producto puede sustituir a otros insumos que existen en el mercado?

Sí, la proteína de insecto puede sustituir o complementar a las harinas de pescado, a las harinas de soya, que son las proteínas que se utilizan para alimentar a los animales.

¿Cuál sería el impacto de esta sustitución?

Una hectárea de la harina de insecto equivale en proteína a 300 hectáreas de soya. Ayudamos a disminuir la presión de deforestar para sembrar soya. En una hectárea de insecto se pueden producir 2 millones de libras de proteína. Usted sabe que el 30 % de la pesca se va a la harina para proteína, eso debería irse al consumo humano no a harina, esto puede ayudar a quitar la presión. Por otro lado, también los precios de la harina y la proteína son muy volátiles, nosotros creemos que la harina de insecto, por su materia prima, va a ser mucho más estable en su precio, no debería haber tanta fluctuación.

¿Cuánto han invertido en este proyecto?

Una vez que validamos esto fue el tiempo en donde invité a varios inversionistas ecuatorianos para que entren al proyecto, llegamos a un acuerdo y capitalizamos la empresa. La inversión total de este proyecto, con todo lo que hemos hecho, va a llegar en diciembre a los $ 2,5 millones, lo más importante ha sido la inversión en este terreno.

¿Solo buscó inversionistas nacionales?

Al principio estábamos buscando inversión extranjera y hubo dos o tres interesados, unos que estaban en Vietnam, dos franceses y una empresa que tiene inversiones en el Ecuador, pero hablaban de montos muy grandes, de 10 y 15 millones de dólares para una planta de 1.000 toneladas al año y unos decían yo quiero el 51 % otros decían el 55 %; y me di cuenta de que no tenían ese valor, quizá hacerlo en Francia en otros países es mucho más caro.

La empresa abrirá en diciembre en el campus de la Espol. ¿Cómo llegó Bioconversión a este terreno?

Este terreno es en comodato, por 17 años, con la ZEDE del Litoral, una Zona Especial de Desarrollo Económico que tiene indicaciones legales y tributarias beneficiosas para la innovación y para el desarrollo industrial. Y estamos aquí no solo por ser ZEDE, sino porque es equidistante para las agroindustrias.

Una zona de desarrollo en la Espol

¿Cuáles son los beneficios de instalarse en la ZEDE?

Los beneficios más importantes son en materia tributaria que permiten que la inversión que se haga tenga exoneraciones tributarias y arancelarias; y eso es importante para un negocio nuevo y que no existe en el Ecuador.

¿Estar en la ZEDE conlleva otros acuerdos con la Espol?

Hemos firmado convenios de transferencia de tecnología y de investigación. Han venido profesores de la universidad, estamos hablando para ver si extraemos de la pupa del insecto melanina, que es una sustancia que se usa en la medicina para las coberturas para las medicinas.

¿Cuánto va a producir la nueva planta y cuánto produce la planta piloto?

Nuestra proyección es producir 100 toneladas al mes de harina de insecto y 500 toneladas al mes de abono. En la planta piloto, que está en la vía a Daule, atrás de Inmaconsa, tenemos 200 metros cuadrados, esa es la diferencia, acá tenemos un terreno de 6.000 metros cuadrados con una planta de 2.700 metros cuadrados.

¿Cuántas personas trabajan en la empresa?

Ahorita estamos seis personas, pero el proyecto ya en su funcionamiento debería tener máximo 25 personas, estamos en el proceso de selección. El proceso de inicio hasta que estamos a full creemos que debe ser de tres a seis meses.

¿Cuál es su proyección para esta naciente industria?

En los próximos diez años, si se hacen bien las cosas, la industria puede procesar 70.000 toneladas al año de harina, eso significa 1 millón de toneladas al año de materia orgánica que deja de ir a los botaderos y se convierte en proteínas que dejan de importarse y el mejoramiento del impacto ambiental. Eso significa de $ 140 millones a $ 160 millones al año (en ventas), 3.000 personas con nuevos empleos y posiblemente inversiones por $ 100 millones a $ 120 millones en los próximos 10 años. (I)