Los recuerdos en el mundo gastronómico de Francesca Ferrero, dueña de la marca Morogrill, se remontan a su niñez, cuando con 8 años ayudaba en la cevichería de su mamá en Guayaquil o recorría las huecas con su familia, lo que dejó marcado su amor por los platos típicos. Alternando con su profesión de médica inició su viaje empresarial en el 2012 con servicios de catering y en ese camino ha tenido logros y alguno que otro desacierto. Su sueño es hacer conocer a Ecuador en el mundo.
¿Cómo fue el inicio de su etapa empresarial?
Publicidad
Formalmente a nivel empresarial empecé en el 2012, trabajé primero en catering con la cevichería de mi mamá que la empecé a manejar y luego ya abrí mi empresa que se llama Qualifood para catering industrial, hospitalario, empresarial y también deportivo; trabajé para el Club Sport Emelec, también con River Plate (Ecuador).
¿Cómo nació la marca Morogrill?
Publicidad
Paralelamente hasta el 2016 trabajé como gerenta hospitalario en un centro médico integral y en ese año me puse a un costado para tener a mi bebé y montamos un negocio familiar con mi exesposo. Luego empecé a ver que la comida típica estaba desapareciendo, no existían muchas propuestas a nivel de establecimientos formales, grandes, donde se potencie la gastronomía, y ahí nace la idea de abrir Morogrill, empecé a diseñar el menú en el 2016 y abrí puertas en el 2017 en Samborondón con la estrella de la casa, el sartenazo.
¿Cuál fue su inspiración para abrir Morogrill?
Me inspiré en mis recuerdos de la infancia, en las calles de Salinas teníamos la comida que se servía en las huecas, el arroz con menestra y carne, el verde, el patacón, siempre con salsa de queso, nuestros sabores tradicionales, me inspiré en la familia; toda mi familia ha estado en el mundo gastronómico, mi vínculo con el sector es muy íntimo.
¿Y su plato estrella, el sartenazo, tiene su propia historia?
Sí, el sartenazo nace porque en esa época en Ecuador -en el 2016 y 2017- empezaba la tendencia de TikTok, influencers y redes sociales, y dije: por qué no llevar nuestra gastronomía local al siguiente nivel y generar ese contenido tipo foodporn desde la parte típica para poner un poco de sentimiento hacia quienes somos nosotros como Ecuador, y decido hacer una mezcla del típico arroz con menestra y carne, pero llegando al corazón de las personas, que recuerden su infancia cuando uno comía de la cuchara, de la sartén o de la olla de nuestras abuelas.
¿Qué hace diferente a este plato?
Que el protagonista es nuestro cliente, porque puede escoger diferentes moros, proteínas y salsas para armarlo a su gusto, haciendo una variedad de más de 50 versiones de un solo plato.
¿Cómo ha crecido la marca en estos casi seis años?
Morogrill ha crecido de una manera acorde al corazón de las personas, hemos tenido algunas batallas, al igual que el sector gastronómico, son nuestros riesgos y esas tomas de decisiones arriesgadas cuando todo el mundo no las estaba tomando, como fue en la pandemia.
¿Cuál fue esa decisión arriesgada en la pandemia?
Decidí de una huequita hacer el salto a un local dos veces en tamaño en el 2020, confiando y creyendo en que nuestros clientes que habían sido fidelizados desde la parte humana iban a responder y efectivamente eso sucedió, vimos el crecimiento en el 2020 a pesar de estar en una pandemia, sosteniéndonos también con diferentes medidas, luego vino el tema del incremento de la violencia en el 2021.
¿También abrió en Guayaquil?
Por temas emocionales me lancé a abrir en Guayaquil en la casa donde yo me crié, la casa de Morogrill en Urdesa es la casa que era de mis papás, me crié ahí hasta los 5 años, mi papá la vendió en el 2015. No estudié el mercado, no lo pensé, vi mi casa ahí y dije: Guayaquil merece un Morogrill y voy a hacer que esto funcione.
¿Y funcionó?
Tuvimos un arranque muy duro, fueron las crisis carcelarias en finales del 2021 e inicios del 2022 cuando abrimos y luego tuvimos que superar el reto de la regeneración urbana, la calle estuvo cerrada seis meses y de alguna manera logramos posicionarnos y mantener a flote la marca y sin cerrar, porque estábamos poniendo en riesgo los dos locales, no llegamos al punto de equilibrio. En Urdesa recientemente hemos logrado que el local pague solo sus cuentas, pero lo hicimos con mucha tenacidad, con mucho amor.
¿Qué estrategia aplicó para lograr mantenerse?
Comenzamos a participar en todas las ferias posibles, quedamos en tercer lugar en la Feria Raíces (2022) y eso nos puso en el mapa en Guayaquil. Creo que quizá por estar en Samborondón damos la señal e imagen de un restaurante muy caro, pero nos esforzamos en tratar de hacer un buen precio, con un buen volumen y con una buena calidad de servicio.
¿La inseguridad ha afectado su negocio?
Nos toca trabajar desde adentro también con nuestro staff, dándoles de alguna manera apoyo emocional, porque todos vivimos lo mismo y tenemos que hacer estrategias hacia nuestro consumidor porque se cambian los horarios, la gente tiene miedo salir, cambian los horarios de consumo, la gente va más temprano. El guayaco come de noche siempre, el 70 % de la facturación es de noche y el fin de semana, entonces nos impacta gravemente, pero tratamos de ser solidarios, de mantener la marca activa con promociones de delivery y dentro del establecimiento.
¿Ecuador es un país difícil para emprender?
Ecuador es un país de oportunidades, en realidad lo creo. En otros países tienen muchas más dificultades, quizá acá el tema es que queremos las cosas rápidas y no queremos hacer las cosas de la manera correcta, a veces sale más cara la universidad de la vida. Les sugiero a las personas que quieren emprender en Ecuador que hay que hacer las cosas bien, pasito a pasito, poner planes a un año, a tres años, a cinco años, metas alcanzables e ir poco a poco.
Richard Salazar: ‘El campo me sedujo desde el primer momento, nunca necesité un plan B’
¿Cuáles son sus planes a futuro como empresaria?
Poder abrir una tercera sucursal, poderme ir a otra provincia; en unos cinco años es abrir un local acá en Guayaquil, quizá un local exprés en un centro comercial, irme a Quito; y poder sacar la marca del país, tengo a la Florida, Estados Unidos, como un referente. Tengo por ahí puesto en mi mapa de sueños en 20 años también Bogotá (Colombia), Barcelona (España).
¿Y su profesión?
De manera personal mi sueño es retomar la medicina integrativa, estoy justamente ya avanzando -eso va a ser en cinco años- en un lugar de bienestar, de sanidad, donde la gente pueda tratarse el espíritu. (I)