Blanca Vallejo trabaja varios años realizando ventas de productos de consumo masivo como batidos y vitaminas. En su actividad, que genera más de $ 20.000 al año en ventas, utilizaba sus propias facturas físicas. Pero cuenta que desde hace varios meses la empresa que le entrega sus productos le empezó a mandar notificaciones de que tenía que adherirse al sistema de facturación electrónica, pues hasta el 29 de noviembre de este año es el plazo para que personas naturales y sociedades que están obligadas a facturar adopten el sistema virtual de facturación. Desde el 30 de noviembre deben facturar electrónicamente de manera obligatoria.

Asegura que aunque sabe que está próximo el vencimiento aún no lo ha hecho por falta de tiempo. Conoce que debe adquirir una firma electrónica y luego un software para la emisión de facturas. Ella, que no es muy tecnológica, no se muestra muy convencida de hacerlo, sobre todo porque dice que representa un gasto importante, en medio de una economía un tanto contraída, y porque reconoce que “todo cambio cuesta”. Pero también espera con el tiempo acostumbrase a esta nueva modalidad. En estos días concretará el trámite.

Como ella, muchas otras personas se han ido sumando al sistema o están a punto de hacerlo. De acuerdo con las cifras del Servicio de Rentas Internas (SRI), en el último año los contribuyentes que ya poseen facturación electrónica han aumentado el 57 %. Así en octubre del 2021 existían 215.000 contribuyentes autorizados en facturación electrónica y a la fecha ya son 338.000. De estos, 254.000 son personas naturales y 84.000 son sociedades que se encuentran en el esquema de facturación electrónica. El SRI refiere que de los contribuyentes que ya se encuentran adheridos al esquema de emisión electrónica emiten más del 90 % del total de comprobantes que se generan mensualmente (entre físicos y electrónicos).

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Ivonne Palacios, contadora que asesora a empresas y personas naturales en el tema tributario, tiene varios clientes que están buscando adherirse al sistema de facturación electrónica, como lo indica la ley. Cuenta que muchos de ellos están de acuerdo con el proceso, mientras hay una minoría que aún se resiste. Entre quienes no están muy de acuerdo están dueños de empresas que recién empiezan y que tienen dudas sobre si podrán tener las ventas programadas, y no quisieran incurrir en este gasto.

Palacios explica que los costos para poder tener un sistema funcional de facturación electrónica difiere, dependiendo de si se trata de una persona natural, de una empresa y sobre todo dependiendo de la cantidad de movimientos que se requieren, es decir de la cantidad de facturas que emiten.

Comenta que entre sus clientes, por ejemplo, tiene a un médico que emite al menos 20 facturas diarias, por lo que su sistema seguramente le puede llegar a costar unos $ 110 anuales. Un consorcio de empresas textiles ha debido pagar, por todo el paquete, $ 700. Otras empresas grandes sí pueden llegar a hacer un gasto de hasta $ 2.000. Las personas naturales podrían pagar $ 30. Todo esto si el contribuyente ha optado por un sistema pagado de facturación. También podría hacerlo con el software gratuito del SRI, sin embargo, Palacios indica que este puede ser un tanto inestable y lento. Otra característica del software del SRI es que no se puede instalar en un teléfono, por lo que las emisiones siempre se deberán hacer desde la computadora. En cambio, los otros sistemas privados pueden instalarse en el teléfono celular, facilitando la operatividad del negocio.

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De acuerdo con Napoleón Santamaría, abogado tributario, hay tres factores por los cuales es importante que Ecuador vaya hacia la facturación electrónica. El primero es un tema de tecnología: la factura física es un hecho del pasado, pues la incidencia de la actividad económica virtual es cada vez más acelerada, cada vez más las personas realizan sus compras, sus pagos en línea y es lógico también tener la factura electrónica.

En segundo lugar es importante formalizar a los contribuyentes, esto significa ampliar la base, es decir, incluir a quienes ya realizan sus actividades comerciales, pero que no facturan. Dentro de ellos están muchas personas que se registran como subempleados, pero que sí tienen una actividad importante, y por tanto deben facturar.

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Un tercer beneficio es que estas personas que ya ingresan al tema de facturación se formalizan también de manera bancaria. El país gana con facturación electrónica, trazabilidad y bancarización. Esto ayuda a la formalización, pero también combate al dinero mal habido.

De manera muy resumida, para ser parte del sistema de facturación electrónica el contribuyente debe adquirir la firma electrónica a través del Banco Central o del Registro Civil. Luego debe proveerse de un software diseñado para el efecto. Este puede ser el del SRI o de algún proveedor privado. Y finalmente proceder con la emisión de sus facturas. Actualmente están exentos de este trámite los negocios populares que son aquellos que tienen unas ventas de hasta $ 20.000. Si sobrepasan este monto debe obligatoriamente realizar la facturación electrónica. (I)