Del 28 de marzo al 1 de abril representantes gubernamentales de 33 países y miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se reunirán en Quito para la 37.ª Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, con el fin de definir el camino a seguir para combatir el hambre y la desnutrición tras las afectaciones que han provocado la pandemia y otros factores luego de un periodo prolongado de avances.

Agustín Zimmermann, representante de la FAO en Ecuador, comenta que como proceso de preparación para esta reunión se habló con diferentes sectores públicos, privados y de la ciudadanía, así como los actores del sistema agrícola. “El objetivo es que estos países se reúnan y digan a la FAO ‘las prioridades de trabajo que quieren para la organización son esta y esta’, y allí la FAO asigna presupuesto para empujar o incrementar (el trabajo) en esas prioridades”.

Añade que a nivel regional la pandemia sumó 70 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, ya sea severa o moderada.

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“Ecuador venía con índices muy altos en tema de desnutrición crónica infantil. Tiene los segundos niveles más altos en desnutrición crónica en la región y también tiene números elevados como el que seis de cada diez adultos sufren de sobrepeso u obesidad... Las estimaciones que ha hecho la FAO en medio de la pandemia, sobre todo en el medio rural, son que hasta un 30 % de los encuestados ha sufrido una merma en sus ingresos y un empeoramiento en el tema de los índices de malnutrición”, comenta Zimmerman.

A partir de la mitad del segundo semestre de 2020 comenzaron a aumentar los precios de los alimentos a nivel global, de hecho se llegó este febrero al nivel más alto en quince años por factores como el aumento del costo de la energía, el petróleo y el gas, que impactan directamente, pero también por las perturbaciones en el sistema logístico de transporte.

“El principal problema del tema de la seguridad alimentaria es la falta de poder adquisitivo para acceder a una cartera de alimentos saludables... no es un problema que hay o no suficientes alimentos, que sí los hay a nivel global”, afirma Zimmermann.

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También menciona que productos importantes para la agricultura ecuatoriana, como los fertilizantes, han tenido un incremento por el conflicto geopolítico Rusia-Ucrania, que provoca una nueva destrucción al sistema global de alimentos, porque estos dos países representan un tercio de las exportaciones totales de cereales, y al Ecuador lo golpea específicamente porque estos dos son destinos importantes de la exportación local de banano, flores y camarón. Además, Rusia es el principal productor mundial de fertilizantes.

De igual manera la úrea ha aumentado un 300 % en los últimos doce meses. Todo esto golpea a la actividad productiva y el precio de alimentos que se traslada a todos los temas de seguridad alimentaria.

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Explica que este año no es tan preocupante porque aún quedan exportaciones que sí pueden hacerse desde Rusia y Ucrania, y si no se hacen, otros países podrían suplir esa oferta, pero la incertidumbre de cuánto puede durar el conflicto sí puede generar un impacto mucho mayor al prolongarse.

Peores números para ruralidad ecuatoriana

Respecto a la diferencia entre la pobreza urbana y rural en Ecuador, Zimmermann comenta que el segundo caso llega hasta el 40 %, mientras el primero es del 27 %.

“¿Por qué se da esto? Un poco por estos shocks que hemos venido teniendo en el sistema agroalimentario por la pandemia, episodios climáticos cada vez más extremos, ahora último la guerra, que tienen un impacto en la seguridad alimentaria, pero no es homogéneo ese impacto, es mucho mayor en grupos más vulnerables como son las mujeres y los niños... Entonces, una de las medidas que FAO está tratando de promover en estos contextos de mayor incertidumbre es tener medidas de protección social”, comenta.

Desde FAO piensan, y es una de las propuestas para la conferencia, que la forma de producir, distribuir y consumir alimentos tiene que cambiar, precisamente por los episodios antes mencionados, y no se puede seguir cada quince años con la misma receta.

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“Para hacer ese cambio tenemos que invertir más en lo que es resiliencia, para que no haya estos impactos tan severos cuando se dan episodios de este tipo. Esa es un poco la agenda que estamos planteando y que damos como eje de transformación de los sistemas agroalimentarios”, afirma Zimmerman y agrega que uno de los caminos es volver un poco a los saberes ancestrales de la agricultura que pueden ayudar a esta idea de transformación del sistema y que no es para nada contradictorio con las innovaciones tecnológicas.

En el caso de Ecuador ven que la agricultura tiene que mejorar sustancialmente en dos áreas: comercialización, donde hay altísimos niveles de intermediación y que es una de las cuestiones que los alimentos cuesten más; y promover una política de asociatividad más fuerte, para que los agricultores puedan tener mayor posibilidad de acceder a mercados y mejorar la eficiencia en la producción.

Esto también requeriría trabajar en varios temas, incluyendo el acceso al financiamiento, entre otros.

Ambas son cosas que, según la FAO, ya trabaja en el país con el Ministerio de Agricultura local. (I)