Este miércoles, 31 de diciembre, los tradicionales años viejos arderán en las llamas que despedirán el 2025 y darán la bienvenida al 2026. Este año, junto con los políticos, equipos de fútbol, luchadores de la UFC o los protagonistas de películas que estuvieron de moda en 2025 se suman los negocios y los personajes del comercio local que se han vuelto virales y que han calado tanto en el colectivo que también tienen sus versiones en monigotes.
Los camiones y las tienda armables del Tuti, que a inicios de este mes se volvieron virales después de que se agotaron en solo 10 minutos de salir a la venta, tiendas de Tía y su nuevo formato Go o los restaurantes de Rukito y hasta su propietario, Julio Chang, también fueron sensación en los sitios donde se comercializan estos monigotes, en especial en la tradicional calle 6 de Marzo, en el centro-sur de la ciudad o en el Suburbio, pero la demanda fue tanta que se agotaron.
Los camiones del Tuti, que se vendían entre $ 7 y $ 10, y que se podían encontrar a lo largo de la 6 de Marzo se acabaron, señaló Xavier Burgos, uno de los artesanos que se dedica a la confección de monigotes en la intersección con la calle Letamendi, en donde mucho tiktokeros resaltaron estos camiones hecho monigotes en días pasados.
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Los camiones estaban inspirados en el juguete que la cadena vendió por $ 4,49 la unidad y que, tras agotarse, tuvo un gran impacto en los consumidores y se empezó a revender en redes sociales hasta por $ 50.
Viendo la preferencia de los clientes por este tipo de monigotes, Burgos, quien se dedica a hacer años viejos de dos metros, optó por probar en comenzar a hacer los pequeños camiones. “La gente los busca bastante, cuando vi que allá (en la esquina) se acabaron rápido, hice uno para ver cómo me va”, dijo este martes 30 el artesano, quien vende su camión en $ 15.
Mientras que la tienda armable, que se vendía a $ 1,99, se puede encontrar en versión monigote en la 46 y la Ch, en el suburbio.
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La tienda se ha convertido en atracción para la gente del barrio y visitantes de otros sectores, pues —según sus creadores— personas llegan hasta del norte de la ciudad para tomarse fotos y hacer historias en redes como Instagram o TikTok.
La tienda no solo es una fachada, también se puede entrar, ya que hicieron el interior del establecimiento, donde una persona los recibe con el mensaje “Bienvenido al Tuti”.De acuerdo con Claudia Garzón, consultora de marketing empresarial, este fenómeno se da principalmente porque estas marcas han logrado algo muy valioso: formar parte de la memoria colectiva y emocional de las personas.
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Explicó que negocios como Tuti, Tía o incluso personajes como Rukito no solo venden productos, sino que representan rutinas, cercanía, precios accesibles y presencia digital en redes de forma constante, tanto que pasan a ser parte de la vida cotidiana.
“En un contexto social donde las personas buscan referencias conocidas y reconfortantes, estas marcas se convierten en símbolos culturales, y los artesanos captan muy bien esa conexión emocional al transformarlas en monigotes de Año Viejo. Además, estamos viviendo una etapa donde la nostalgia y la identidad local tienen un peso enorme en las decisiones de consumo”, analizó Garzón.
Añadió que las personas ya no solo quieren quemar un monigote, quieren que represente algo con lo que se identifican, algo que les provoca risa, cariño o incluso crítica social.
“Estos negocios han calado tanto porque supieron posicionarse como parte del día a día del ecuatoriano, eso no es fácil, y hoy esa presencia se traduce en expresiones populares como los años viejos, donde el humor, la sátira y el afecto se mezclan para cerrar el año con sentido y cercanía”, concluyó.
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Una de estas expresiones populares se refleja en otro monigote de la tienda del Tuti, en Pedro Pablo Gómez y la 13, también en el suburbio. Ahí, Katty Macías contó que fue una de las clientes que hizo cola para comprar un juguete del Tuti, pero no alcanzó, por lo que les pidió a sus hijos, Antonio y Freddy Zurita, que le hicieran su propia tienda y su camión.
“La gente viene y se toma fotos con la tienda, atrae bastante. A los niños les ha gustado bastante”, señaló emocionada Macías.
Indicó que la tienda y el camión no lo van a quemar, sino que los van a desarmar el día 31. “Es que después esto se llena de huno”, explicó la mujer, quien como broma señaló que esta esperando la visita de un representante del Tuti en su tienda monigote.
Mientras, una miniversión de las tiendas Tía Go y del recientemente inaugurado local de restaurante Rukito, en Vermont Plaza, también estaban en la calle 6 de Marzo y Letamendi, pero también se vendieron, al igual que los monigotes con la imagen del propietario de la marca Rukito. Él mismo Julio Chang se encargó de comprar tres: dos en la 6 de Marzo y otro en la 24 y Medardo Ángel Silva, en el suburbio. Esto lo documentó en su perfil de Instagram.
“Un megarukito que hicieron me lo voy a comprar, porque yo mismo me voy a quemar, muchachos, bello”, señaló Chang en su video en referencia al monigote de más de 2 metros de altura del suburbio, que incluso fue hecho con el tradicional moro chicloso, un sello de sus restaurantes, y los anteojos de marco redondo que también caracterizan a Chang.
Por otro lado, en la calle 6 de Marzo, el artesano que hizo los otros dos muñecos de Chang confesó al empresario que es “fan de su trabajo” y por eso lo plasmó en años viejos. “Yo te mandé un mensaje, la verdad es que yo nunca he ido a Rukito, pero soy fan de tu trabajo, ahí te hice en caricatura”, señaló el vendedor. (I)


























