El retraso del pago de sueldos mantiene en una situación de incertidumbre a los servidores públicos que han recurrido a prestamistas, a compartir gastos con familiares, idear emprendimientos, entre otras alternativas para generar ingresos.

Doctores, enfermeras, profesores, asesores, auxiliares de mantenimiento, entre otras personas con variados oficios padecen por la dura crisis económica que llegó en medio de la pandemia.

Milton (identidades protegidas), de 30 años, recoge a su esposa Mirna en un dispensario del Ministerio de Salud Pública del norte de Guayaquil. Se saludan con un beso. Ella tiene un semblante de cansancio, pero también de preocupación, pues la presión de las necesidades económicas de su hogar está latente a medida que transcurre septiembre y que no llega el sueldo de agosto.

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"Gracias a Dios, yo he tenido trabajo como fisioterapista. Hemos tenido que dejar de comprar cosas para apretarnos hasta que le paguen a mi esposa. No me imagino cómo deben estar los matrimonios en que los dos son funcionarios públicos. En la escuela de mis hijos hay muchos casos de esos. Piden a la escuela que les den tiempo para pagar las pensiones", comenta Milton.

Por la situación económica, cuenta el hombre, no ha podido comprar ropa nueva que ya necesitan sus hijos. Lo que ha ganado en estas semanas le ha servido para solventar el pago de los servicios básicos y la comida.

Busca un emprendimiento

Maricela (identidad protegida), una joven de 26 años que labora en la Asamblea Nacional, relata que tuvo que dejar el departamento que alquilaba porque no tenía cómo pagarlo ante el retraso de los sueldos. Ella es soltera, sin una carga familiar. Tuvo que retornar a Guayaquil para sortear junto con su hermano y una tía la apretada situación económica que atraviesa desde marzo, cuando comenzó el desfase de los salarios.

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"Me deben el mes de agosto, pero la irregularidad empezó en marzo, a inicios del estado de excepción. Es una angustia porque cada vez toca apretarse el cinturón y estirar los billetes para que el sueldo de un mes te alcance para dos, pagando comida, servicios básicos y deudas. Para aguantar los retrasos evito endeudarme y gasto lo necesario en comida y servicios básicos, evito usar aplicaciones de comida rápida o taxis. Trato de evitar esos gastos pequeños", cuenta la joven.

Como un plan b, Maricela analiza alternativas de emprendimiento para no depender, en el mediano tiempo, de ese sueldo: "Montar un negocio propio como la venta de víveres".

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Esthela, una docente de 35 años, en cambio, cuenta que le depositaron los sueldos atrasados hace unos días. El dinero le llegó como una bocanada de aire para seguir sobreviviendo. Teme que su identidad se publique ante un posible despido. No obstante, decide relatar un poco de su situación.

"A fines de agosto nos pagaron julio y el 10 septiembre cancelaron agosto. Gracias a Dios mi esposo cubrió algunos de los gastos como la comida, lo necesario. Ya el internet pues no se pagó y no me cortaron, pero sí me cobraron interés por mora", lamenta la mujer que se desempeña como tutora en un plantel de educación básica.

Ante esta situación, la docente también busca alternativas por si se repite este retraso de salarios o si la despiden, pues, siente que no tiene garantizada una estabilidad laboral. (I)