Por años en las calles de Cuba al dólar se le ha llamado “la moneda del enemigo”, pero desde el 20 de julio el panorama para la divisa estadounidense cambió luego de que la isla levantara el gravamen del 10 % que tenía desde hace 16 años y ampliara su uso para la venta de algunos alimentos, en momentos en que necesita enfrentar la crisis que la pandemia de COVID-19 causa en el mundo.

“No es una moneda a la que nosotros tenemos acceso con facilidad, pero no lo veo mal”, dice Yordanka Cainé, un ama de casa que se alista para pagar las compras en dólares en un supermercado de La Habana por medio de débito bancario.

En la isla, 72 establecimientos están autorizados por el Gobierno para solo recibir pagos en dólar y ya no aceptan hacerlo con las monedas nacionales.

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Desde octubre de 2004, la tasa de cambio del dólar recibía una penalización, justificada por el Gobierno en la dificultad para operar en esa moneda debido a sanciones. Los cubanos debían depositar en el banco los dólares pero con una penalización del 10 %, que ahora quedó eliminada.

“Vamos a eliminar ese 10 % del gravamen aun en medio de la hostilidad y el recrudecimiento del bloqueo de los Estados Unidos”, dijo el ministro de Economía, Alejandro Gil. “Esta es una medida que beneficia a todos los cubanos de dentro y fuera del país... y permite darle más capacidad de compra al dólar”, explicó el funcionario a los medios estatales.

Para poder realizar las compras, los cubanos deben abrir una cuenta en el banco, esperar hasta dos semanas por la tarjeta de débito y depositar la divisa estadounidense en su cuenta para luego ir a comprar comida o productos de aseo.

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En estos momentos Cuba, la isla de 11,2 millones de habitantes, ha logrado mantener al nuevo coronavirus bajo control. La semana pasada reportó un día con cero contagios y otros con cifras de un dígito, y en total confirma 2462 infectados y 87 fallecidos.

Sin embargo, se ha vuelto difícil para los cubanos conseguir dólares ya que la moneda llega al país por medio del turismo, el que se ha visto debilitado en la isla y se ha sumado al endurecimiento del bloqueo de EE. UU., que le dificulta las operaciones comerciales.

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“La familia manda remesas o le compras el dólar a alguien que venga (de viaje), se pasa un poco de trabajo para tener la moneda en la tarjeta”, explica Dany, de 30 años, un trabajador independiente.

Además de la preocupación de cómo conseguir los dólares, los cubanos temen que los supermercados que continuarán recibiendo la moneda local estén tan abastecidos como los que venden en dólares y también que los productos se encarezcan rápidamente.

“Aquí había garbanzos, fréjoles, pastas de varios tipos, confituras, picadillo, carne de res, lomo, chorizo, queso”, dice Hilda, un ama de casa que pagó más de $160 en uno de los supermercados autorizados en el país donde el salario promedio es de $50.

En la isla, 72 supermercados están autorizados para recibir pagos solo con dólares a través de débito bancario. AFP

Hasta ahora la población ha estado acostumbrada a comprar en efectivo o en las dos monedas que rigen en el país, el CUC (peso cubano convertible) que equivale al dólar y el CUP (peso cubano) del que 24 equivalen a un dólar.

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El fallecido expresidente Fidel Castro puso fin en el 2004 a la dolarización de la economía cubana que había implementado en 1994 para salir de la crisis económica, pero ahora se vuelven a tomar medidas que apuntan hacia otra dolarización.

Esto es un sistema de medidas que está orientado a fortalecernos, no solo para resistir sino también para salir adelante y desarrollarnos”, aseguró el presidente Miguel Díaz-Canel.

“Cuba no exporta, tiene que importar mucho, pagar deudas y no tiene divisas. En el menú de opciones está dolarizar la economía, aunque digan que no es como en el 93 cuando el dólar estaba en la calle. Porque para comprar con la tarjeta tengo que ponerle dólares”, dice el economista cubano Omar Everleny Pérez.

Cuba ya tenía problemas de abastecimiento desde antes de la llegada de la pandemia. La falta de acceso a créditos o el atraso en el pago de algunas de sus deudas la obligan a necesitar una moneda dura, coinciden expertos. (I)