A solo tres días de las elecciones de medio término en Estados Unidos, son dos los temas que resaltan en las campañas, aupados por el presidente Donald Trump: la economía y el miedo a los migrantes.

A diferencia de anteriores elecciones de medio mandato esta vez hay una gran expectación porque pueden afectar la gobernabilidad de Trump, que desde que asumió el poder (2017) no ha parado de tomar polémicas decisiones sobre derechos, economía, acuerdos nucleares, cambio climático y migración.

Este último se volvió un tópico fuerte por el contexto actual, ya que varias caravanas de miles de migrantes centroamericanos atraviesan varios países para ingresar a EE.UU. Razón por la cual el mandatario quitó fondos a sus países de origen por no detenerlos, mandó militares a la frontera para que no pasen y hasta dijo que si los uniformados eran atacados con piedras por la caravana –como dice que pasó en México– responderían con balas, aunque luego se retractó y dijo que solo serían arrestados.

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Sondeos estiman que los demócratas obtendrán la mayoría en la Cámara de Representantes y los republicanos mantendrían el Senado en las elecciones del martes, amenazando a Trump con el espectro de una oposición que finalmente pueda bloquear sus políticas y escrudiñar en sus finanzas personales, altamente cuestionadas y aún no publicadas.

Pero el presidente, que ha traído a la Casa Blanca una marca sin precedentes de populismo y política de confrontación, claramente disfruta de estas disputas y se ha convertido en una figura clave en la campaña de varios candidatos del Partido Republicano.

El viernes se trasladó a West Virginia e Indiana para organizar mítines de campaña, a menos de 24 horas de regresar de otro acto en Misuri. El día anterior estuvo en Florida. El ritmo frenético de los viajes del presidente por todo el país continuará hasta mañana.

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Además Trump ha usado mucho el tema de los migrantes, llegando a decir que su país enfrenta una ‘invasión’ de centroamericanos.

Ha ordenado armar “ciudades de tiendas de campaña” en la frontera con México para la detención de personas que demanden asilo político y reclamó el poder para anular el derecho a la ciudadanía de cualquier persona nacida en territorio estadounidense de inmigrantes ilegales, un derecho hasta ahora considerado como protegido por la Constitución.

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También hace unos días lanzó en sus redes sociales un video sobre un inmigrante mexicano ilegal de la vida real llamado Luis Bracamontes, quien mató a dos policías en California en 2014, y luego se burló de los asesinatos en la corte. 

El anuncio, que busca subrayar el argumento repetido de Trump de que los demócratas alientan a los criminales que están dentro del país, afirma que fueron los demócratas quienes dejaron entrar a Bracamontes y “lo dejaron quedarse”. 

El periódico Sacramento Bee en California informó, sin embargo, que los registros muestran que el asesino de policías fue deportado antes de volver a esconderse en el país, durante la presidencia del republicano George W. Bush.

Narcotraficantes, violadores, serpientes venenosas: Trump aplica una vez más su ya incendiaria estrategia antiinmigrantes, con la que logra azuzar su base sin que necesariamente le cueste votos latinos en contra. Aunque tiene el rechazo mayoritario de la comunidad latina, casi 30% de los votantes hispanos lo apoyaron en 2016.

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“En 2016 muchos analistas indicaron que los comentarios del entonces candidato Trump contra los inmigrantes podría motivar a más latinos a ir a las urnas”, pero “la participación cayó”, dijo Mark Hugo López, director de investigación migratoria y demográfica del Centro de Investigación Pew.

Las tensiones raciales de Estados Unidos también constituyen uno de los principales temas de campaña. En este contexto, la popularidad de candidatos de la comunidad afroestadounidense creció entre las minorías y ganó el apoyo de personalidades como Barack Obama y Oprah Winfrey.

Una encuesta de julio de la Universidad Quinnipiac muestra que 79% de los afroestadounidenses creen que Trump es racista. Aunque desde el Partido Republicano culpan del escenario de racismo también a la administración de Obama. (I)