La ficción lo refleja con premiadas series como la británica Black Mirror, que incluye un capítulo en el que cada ser humano posee un implante de memoria que le permite grabar cada instante para tener vivo aquel recuerdo. O en las películas con robots humanoides. Si bien ambos son escenarios futuristas, la tecnología de hoy ya incluye robots con inteligencia artificial (IA) que hacen más automática y precisa la producción en las fábricas del mundo y Ecuador no es la excepción. 

En el país hay áreas como el ensamblaje de autos y la fabricación de tuberías que poseen robots conectados a internet en sus plantas. Es la denominada cuarta revolución industrial o industria 4.0, caracterizada, en parte, por la conexión de la maquinaria a sistemas informáticos en línea con resultados como la detección temprana de posibles fallas, entre otras aplicaciones, según profesores de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

Pero no se trata del típico robot con forma humana, explica Edgardo Díaz, gerente de producción de Mexichem Plastigama, cuya planta principal está en Durán (Guayas). “Son brazos robóticos que tienen mayor exactitud, no se enferman, funcionan el 100% y garantizan la calidad más que un humano”.

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En este caso que el proceso implica el uso de agua, la máquina regula y controla el caudal y la temperatura requerida. Cuando hay cambios entonces el robot abre un canal secundario para proveerse y bloquea el original para que sea revisado. “Antes se intervenía cuando el humano detectaba que el producto estaba saliendo mal..., el control era más lento”.

La ensambladora de carros General Motors (GM) también ha comenzado a aplicar la industria 4.0 en su planta en Quito. Julio Aguirre, su gerente de ingeniería de manufactura, indica que la empresa trabaja con realidad virtual, simulaciones, impresiones 3D y el llamado internet de las cosas. “También estamos entrenando a nuestros operadores con gafas virtuales para que puedan recibir instrucciones de ensamblaje”.

La industria 4.0 abarca, además, la inteligencia artificial (IA) definida por Andrés Abad, profesor de la Espol, como “un conjunto de tecnologías que emulan los procesos cognitivos del ser humano”.

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La IA está más presente de lo que se cree. Jorge Hurel, docente y especialista en mecatrónica de la Espol, indica que los mismos teléfonos inteligentes con los que se accede a la nube que almacena datos en internet o los drones que con la imagen que capta puede determinar el área del sembrío o el tipo de cosecha, son una muestra.

Son avances tecnológicos que de a poco se adaptan también a la forma como se fabrica. “Con la nube ya no tenemos que tener el servidor en nuestra casa, esto genera una extrema generación de datos que permite no solo optimizar la manufactura sino obtener datos acerca de la persona, sus intereses”.

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Así como el control del robot se hace desde una oficina, se puede conectar el proceso con otra persona al otro lado del mundo que demanda ese producto con pedidos específicos subidos en la nube.

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Uno de los desafíos de la industria 4.0, dice Hurel, es que los robots son capaces de realizar operaciones con mayor eficiencia y a un costo más bajo que los humanos. Como consecuencia, los puestos de trabajo que involucran tareas repetitivas irán desapareciendo. Entre ellos se incluye a un analista de cuentas que verifica los riesgos al momento de dar un crédito, un cajero o quien controla el acceso a un parqueadero.

La planta de General Motors en Quito tiene robots para el ensamblaje de los vehículos. Foto: Carlos Granja

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Las torres de parqueos pública del hotel Raddison, en el norte de Guayaquil, que incluyen tecnología coreana son un ejemplo. El sistema computarizado detecta los espacios disponibles y a través de sensores sube el vehículo y lo estaciona sin un conductor. Luego lo regresa hacia la planta baja donde espera el dueño. Un operario maneja el proceso que inicia tras colocar el número de la placa.

“Todos los puestos que involucren un bajo nivel de conocimiento irán desapareciendo, pero a su vez habrá una gran necesidad de técnicos altamente calificados. La diferencia de una máquina con la persona es la creatividad que es difícil transferirla”, afirma Hurel.

Un estudio del Banco Mundial indica que el 49% de los puestos de trabajo de Ecuador serán susceptibles a ser reemplazados por la automatización en las fábricas; sin embargo, no se detalla el periodo de tiempo cuándo ocurrirá. “Las inversiones son grandes, por lo que se espera que este proceso sea bastante lento, no podemos precisar si es en 15, 20 años”, dice Jaime Macías, docente e ingeniero industrial de la Espol.

En el último índice de competitividad global publicado por el Foro Económico Mundial, Ecuador pasó del puesto 102 al 110 en el ámbito de innovación entre 2016 y 2017.

Los países más desarrollados tienen un porcentaje menor de empleos en riesgo por la automatización, según el informe titulado 'El futuro del trabajo: Perspectivas regionales' publicado en abril pasado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Otra consecuencia de la aplicación de la IA es su tendencia a segregar al mercado laboral en dos grandes grupos separados por el nivel de habilidades e ingresos, explica Abad. “Esto tiene el peligro de incrementar la tensión social... Con las correctas regulaciones la IA podría encargarse de trabajos de menor orden, permitiendo que los humanos se dediquen a actividades más complejas, creativas e innovadoras”, plantea.

Abad agrega que la IA impacta el capital físico con equipos y robots que mejoran su desempeño en lugar de degradarse con el tiempo y generan una nueva fuerza laboral capaz de realizar trabajos más allá de la capacidad humana. “Ese es uno de los problemas porque tradicionalmente el trabajo tiende a incrementar su costo y el costo de los robots tiende a bajar conforme la tecnología se va haciendo más común”.

El parqueo del hotel Radisson, en el norte de Guayaquil, tiene un sistema computarizado para albergar hasta 60 vehículos. Foto: Ricardo Zambrano

Una muestra de que el internet de las cosas ya se podrá aplicar en el país, es la posibilidad de manejar de manera remota las actividades del hogar. En septiembre próximo estará a la venta la aspiradora Hombot Square Turbo de la empresa coreana LG que incluye un sistema de videovigilancia y puede ser manejada a través de una aplicación desde el celular.

Incluso, según anota un comunicado de la firma, a más de activar la función de videovigilancia o usar la pantalla del móvil para limpiar, también se puede operar desde la oficina un modo de protección y dejar el robot frente a la puerta para recibir una alerta si alguien entra al hogar. En tres semanas estará disponible también el LG Oled TV con IA que incluye un procesador de voz con el que se puede encender, apagar, programar o buscar contenidos con solo pedírselo sin el uso del control remoto. (I)