Es una historia de poder, de dinero oscuro, que era sacado del Estado a través de los contratistas y regresaba a la política a través de coimas o aportes para campaña; de políticos y empresarios. Pero también de traiciones que hicieron posible una de las investigaciones periodísticas más relevantes sobre la corrupción en Argentina.

Diego Cabot, el periodista al que le fueron entregados los ocho cuadernos en los que se detallaba cómo y a quién se pagaba el dinero ilegal, investigó durante siete meses para estar seguro de que lo que tenía era verdad y fue a la justicia antes de publicar la información.

Los cuadernos los había escrito Óscar Centeno, un chofer de taxi particular (remisero, como se conoce en Argentina) que prestaba sus servicios a Roberto Baratta, mano derecha del exministro de Planificación Federal, Julio De Vido, para cuidarse las espaldas si algo salía mal.

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En ellos relata desde marzo de 2005 hasta noviembre de 2015 (con una interrupción de tres años luego de la muerte de Néstor Kirchner) la recaudación de dinero ilegal que hicieron durante la época kirchnerista. Centeno le entregó los cuadernos a su amigo Jorge Bacigalupo, también exmilitar retirado y remisero, para que se los cuide.

Bacigalupo, que lo había conocido a Diego Cabot del barrio y sabía que escribía sobre estos temas, un día –a espaldas de Centeno– decidió dárselos. Así empieza la historia que hoy convulsiona al país y que ha dejado hasta el momento 15 detenidos y cinco imputados arrepentidos.

Por la causa, mañana está citada a indagatoria la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Cabot cuenta a EL UNIVERSO por qué por primera vez se hizo un trabajo articulado con la Fiscalía. La Nación publicó la exclusiva al día siguiente de los allanamientos y detenciones que hizo la justicia.

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Jorge Bacigalupo, hasta hace poco fuente protegida, ha dicho que entregó los cuadernos por empatía o confianza, ¿cómo se dio ese acercamiento, en qué momento le dijo tengo esta caja?

Nos conocíamos del barrio, él se me había acercado a preguntarme si yo era el autor del libro Hablen con Julio (que escribió en 2007 junto al periodista Francisco Olivera) y habíamos hablado de que tenía información de ese entorno y de esos muchachos (políticos y empresarios). Alguna vez lo llamé por alguna información para un tema puntual, y ahí quedó un poco la relación de fuente… Un día me cuenta que había unos cuadernos. Él sabía lo que hacía el amigo (Centeno). Me llamó y me dijo: llevalos, hacé lo que tienes que hacer y cuando él me los pida te los pido, porque nunca le dije que te los voy a dar. Me los llevé, hice todo lo que hice (escanearlos, entre eso), y en algún momento cuando Baratta sale de la cárcel (estaba detenido por una causa relacionada con la gestión en la mina de carbón de Río Turbio), todo ese entorno se revoluciona, y se los pide.

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¿Por qué judicializar la investigación antes de publicarla?

Porque en realidad lo que yo tenía era un documento privado, que es un cuaderno, más allá de todos los datos que yo podría haber buscado, requería que sea confirmado. No es que tenés tres órdenes de pago que salen de un Ministerio y vos tenés la copia de la orden de pago, y con un oficio sabés la veracidad. Yo dije: estoy convencido de que esto es cien por ciento real porque seguí el relato, conozco los personajes, conozco la operatoria porque escribí muchísimos años sobre esto. Segundo porque chequeamos registros, hablé con gente y con empresarios. Entonces dije si esto es todo verdad acá hay una trama corrupta que hay que derrumbar. Si esta es la trama, yo tengo que hacer más que dos notas en el diario, porque si yo hago dos notas prácticamente toco la campana, al otro día al remisero lo llamaba Baratta, que estaba en libertad y con dinero, y nunca más hablaba.

¿Fue ir más allá de decir soy periodista, yo hago la investigación y después la justicia que haga lo suyo?

Fue un poco pensar en los escenarios... Si no publicaba nada, esto quedaba impune; si publicaba, ¿qué iba a suceder? que iba a tener una primicia bárbara, que iba a ser muy atacada por los sectores que no les importan los hechos más que la ideología, como está todo en la Argentina, y tercero iba a ser mucho más difícil que la justicia en esta causa vaya por detrás de la noticia, porque la noticia funcionaba como campana para esfumar pruebas. Entonces dije yo voy a ir por la justicia y si la justicia no hace nada, ahí decidiré qué hago. Pero para desarticular esta red históricamente corrupta y que convive con el Estado desde hace décadas en la Argentina tiene que ser un trabajo entre el periodismo y la justicia.

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Podría haberse filtrado por Fiscalía también, ¿qué tan dispuesto está un periodista a sentarse a declarar?

Nosotros evaluamos alguna posibilidad de hacer una denuncia a través de alguien, que también podés, o alguna ONG, pero nos parecía que todo iba a ser más fácil de que se filtre. Acá la clave era nosotros tenemos que recolectar una cantidad de pruebas para que cuando hagamos lo que hagamos no tengan más opciones que arrepentirse, porque nadie se arrepiente sin nada... Y ahora para localizar pruebas y demás el factor sorpresa es condición sine qua non para que esto funcione, por eso fue ese famoso pacto de silencio que hicimos.

¿Qué dijo el fiscal Carlos Stornelli cuando le mostró lo que tenía?

Nos juntamos en una cafetería así medio inconscientemente. Saqué alguna de las copias y se las mostré y no lo podía creer. Me dijo: ‘¿vos tenés idea de lo que es esto?’. Le dije sí porque hace tres meses que venimos laburando. Es realmente un relato escalofriante de la corrupción más rancia de la Argentina. Y me dice ‘¿qué vas a hacer con esto?’. Empecé a contarle mis certezas y plan de acción y evaluamos la posibilidad de cómo presentarlo. A los 20 días me senté, declaré (durante 7 horas) y entregué todo.

Hubo ese respeto a guardar la fuente, ¿cómo fue tener que mediar para que hable?

Yo nunca había dado el nombre de la fuente y les dije voy a intentarlo y ahí fue cuando se precipitó todo, porque cuando él dijo que sí, se decidió hacer todo a las 12 horas. Bacigalupo declaró a las 5 de la tarde y a las 5 am ya estaban casi todos detenidos. Fue determinante… Suponía que si él se lo había dado a un periodista como yo que estaba metido en esos temas, en algún lado lo iba a validar. Si bien mantenía una relación nunca le terminé de contar que había judicializado todo. Por suerte, me bancó.

Los empresarios dicen que sí, que les pedían plata, por tanto las explicaciones que va a tener que dar (la expresidenta Cristina Fernández ante la justicia mañana) tienen que ser muy convincentes y yo no creo que las tenga a mano”.

Para que se configure el delito de asociación ilícita tenía que estar esa otra parte involucrada, que son los empresarios, ¿por qué esta vez salieron arrepentidos y dijeron: sí, pagábamos?

Yo creo que son las pruebas con las que se encontraron, porque vos tenés un personaje, Centeno, que está arrepentido, al cual podés carear con cualquiera, y segundo porque lo determinante es que ese cúmulo de pruebas generó que la causa empiece a suceder con empresarios presos. Eso es inédito. Estás canjeando tu libertad condicional hasta que haya una sentencia a cambio de contar algo. Sigue habiendo arrepentidos, pero lo que hay que entender es que ahora cada arrepentido tiene que aportar algo más porque el primero ya dijo yo le pagaba a Baratta.

En los cuadernos se habla más de 50 millones de dólares, ¿cuánto es lo que está en juego?

Lo que está determinado en el cuaderno son alrededor de 53 millones de dólares, la Fiscalía hizo una cuenta más de todos los registros y calcula que son unos 160 millones de dólares...

Esta semana hubo una sentencia contra el exvicepresidente Amado Boudou, también por una causa que empezó con una investigación periodística, cree que haya una consecuencia política mayor con Cristina Fernández, que mañana está llamada a declarar.

Sin duda. Si no fuese por los fueros, estaría al menos detenida. El lunes está citada a indagatoria, el juez cree que es la jefa de una asociación ilícita que tenía como objetivo quedarse con dinero del Estado. El patrimonio de los Kirchner siempre fue un misterio respecto del crecimiento y demás, me parece que va a tener mucho que explicar. Hay una parte importante del dinero que terminaba en el edificio donde ella tiene su domicilio particular, otro tanto a la quinta de Olivos y recibía su marido, según los dichos de Centeno, y ella era presidenta de la Nación, su ministro está preso, los que manejaban la obra pública están presos, los empresarios dicen que sí, que les pedían plata, por tanto las explicaciones que va a tener que dar tienen que ser muy convincentes y yo no creo que las tenga a mano. (I)