El primer debate televisivo de las elecciones presidenciales en Brasil mostró un país dividido ante sus comicios más inciertos y transcurrió sin prácticamente alusiones a la ausencia del favorito para ganarlas: el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Participaron ocho de los trece candidatos. De ellos el conservador Jair Bolsonaro, segundo en las encuestas, fue el principal blanco de los demás durante el debate –desarrollado la noche del pasado jueves– realizado 59 días antes de las votaciones.

Bolsonaro, quien encabeza las encuestas si el expresidente no es considerado, no respondió a acusaciones de que es “racista, sexista y homofóbico”.

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Además de Bolsonaro, estaban sus principales rivales para la eventual segunda vuelta del 28 de octubre: la ambientalista Marina Silva y el centroderechista exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin.

Bolsonaro, excapitán del Ejército, defendió sus propuestas de legalizar el porte de armas, la “castración química voluntaria” para violadores y propuso crear más “escuelas militarizadas” para niños.

La escalada de la violencia en Brasil, que cerró 2017 batiendo un récord con cerca de 64.000 homicidios, es culpa de “la equivocada política de derechos humanos”, manifestó este nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), que se presenta como alternativa a la vieja política corrupta.

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La corrupción, la violencia y las dificultades económicas del país centraron un debate menos crispado de lo esperado, aunque tuvo algunos momentos álgidos.

El único candidato en mencionar la ausencia de Lula fue Guilherme Boulos, del Partido Libertad y Socialismo, quien tiene poco respaldo. “Buenas noches al presidente Lula, que debería estar aquí, pero está injustamente en prisión en Curitiba mientras que (el presidente Michel) Temer está libre en Brasilia”, apuntó.

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Silva, la única mujer de trece candidatos y exministra de Lula, indicó que “quienes crearon el problema (de Brasil) no van a resolverlo”, en referencia a Alckim, candidato del PSDB (el partido del expresidente Fernando Henrique Cardoso).

El evento, organizado por la cadena televisiva Bandeirantes de Sao Paulo, duró más de tres horas y se prolongó hasta pasada la una de la madrugada.

Previamente en el día, un tribunal federal rechazó el pedido de Lula da Silva de participar en el debate. Sin embargo, sigue contando con un tercio de intenciones de voto, prácticamente el doble que cualquiera de sus adversarios. Mientras, grupos y movimientos sociales de izquierda anunciaron una caravana nacional de apoyo a Lula, que debe empezar hoy y culminar en Brasilia el 15 de agosto, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) inscriba la candidatura del encarcelado expresidente para las elecciones de octubre.

45 % de la población es pesimista sobre los comicios.

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(Mi ausencia) viola el derecho del pueblo brasileño y de los otros candidatos de discutir las propuestas de mi candidatura (...), también mi derecho de responder”.Luiz Inácio Lula da Silva, en una carta al canal del debate.

(I)