El debate por reformar la Ley de Comunicación también incluye uno de sus articulados, el que se refiere a la obligatoriedad de los medios de comunicación de difundir contenido intercultural.

Los medios, según el artículo 36, tienen el deber de difundir contenidos que “expresen y reflejen la cosmovisión, cultura, tradiciones, conocimientos y saberes de los pueblos y nacionalidades indígenas, afroecuatorianas y montubias”. Deben hacerlo por un espacio del 5 % de su programación diaria, caso contrario pueden ser multados con el 10 % de la facturación promediada de los últimos tres meses.

Esta exigencia ha generado todo tipo de lecturas, desde el mismo ambiente periodístico –que ha planteado la dificultad de enfrentar la ejecución de contenidos diarios con exigencias de espacio–, como de la Academia, donde hay voces que critican la definición de interculturalidad en la ley y el hecho de que poner cifras de exigencia diaria no ha logrado generar contenidos que profundicen en esa interculturalidad y más bien han generado una folclorización que ahonda en estereotipos.

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Diversos planteamientos sobre este tema se analizaron ayer en el foro Hablemos de interculturalidad, organizado por Cristina Reyes, asambleísta del Partido Social Cristiano (PSC), en el que se reunieron especialistas y docentes universitarios con periodistas y asambleístas.

El antropólogo Jorge Gómez Rendón, docente de la Universidad Católica de Quito, uno de los expositores, dice que la interculturalidad es una actitud, una postura y que poner normas resulta difícil.

Para él, más bien la propuesta política de entender la interculturalidad –que la entiende como un proceso de convivencia, mezcla, conocimiento pleno– se la ha llevado a un plano de multiculturalidad, una visión centrada en lo diverso, en lo diferente.

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Gómez plantea que cuando en los medios se reproducen, por ejemplo, hábitos, formas de actuar o de hablar de pueblos, nacionalidades, lo que se hace es crear una diferencia, distinguirse del otro. “(Es como decir) Esos otros son diferentes de nosotros”, explica.

Carlos Tutivén, investigador y catedrático de la Universidad Casa Grande, coincide en que si no hay espacios de intercambio no habrá interculturalidad, sino algo simulado y que es necesario abrir un diálogo entre los medios de comunicación y la Academia.

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Uriel Castillo, docente de la Universidad Católica de Guayaquil, reflexiona sobre lo que él llama exageraciones y superficialidad con la que se ha tratado el tema de la interculturalidad. Para él, es necesario que se abra un debate en el que estos temas hagan preguntas de fondo: ¿Qué somos como Ecuador? ¿Cómo logramos el consenso de lo que somos?

En cambio, el arqueólogo Gerardo Castro, docente de la Flacso, asegura que la Ley Orgánica de Comunicación encasilla, crea una visión determinada de los diferentes pueblos y nacionalidades.

“No es el problema de una cuota de pantalla, peor una cuota determinada de forma tan compleja, tan cerrada”, asegura en referencia a la obligatoriedad del 5 % de publicación de contenido intercultural.

Castro apunta a una ampliación del debate de lo considerado intercultural, que se integren a este diálogo otros conceptos como, por ejemplo, las culturas juveniles o las actualizaciones en la educación o en la historia.

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Proyecto de ley
Henry Cucalón, asambleísta socialcristiano, presentó un proyecto de ley reformatorio a la LOC. En él elimina la exigencia del 5 %. Se mantiene el espíritu de difundir contenidos interculturales.

Consenso
Según la asambleísta Cristina Reyes, hay consenso para eliminar la exigencia ya que es coherente con la visión de una ley no punitiva. (I)